Estaba muriéndome de sueño, no podía ni soportar el peso de mi propio cuerpo, y, antes de darme cuenta, había caído dormida al suelo. Al despertar, sentí que no había dormido ni cinco minutos, estaba toda sucia y la espalda me dolía, me encontraba acostada sobre el suelo mientras veía fijamente un rayo de luz incandescente que atravesaba el techo, me hostigaba los ojos, no era como el bello y cómodo resplandor de la luna, bueno, después de todo ya era día.
Me levante del suelo para estirarme y sacudir un poco el polvo de mi ropa, luego mire a mí alrededor detenidamente, Ragga ya no se encontraba. Siempre que llegaba la luz del día, se desvanecía por completo, como una pesadilla al despertar.
Tome mi bolso del suelo y camine hasta la salida, era extraño pero estaba despejada, no se veían señales de escombros de los escombros que me obstruían el paso o de la aboyada puerta metálica. Trate de asimilar todo lo que había sucedido todo el camino a casa, hasta un punto donde me sentí frustrada, ¿Por qué? por más tiempo que pasara con él, ¿Por qué? por más que lo mirara fijamente a los ojos, ¿Por qué? No era capaz de quitarme ese horrible sentimiento de encima... ¿Por qué? Seguía viéndolo.
Mi reloj marcaban ya las seis de la mañana, era muy temprano cuando llegue a casa, así que entre silenciosamente y revise la sala y la cocina, no había nadie, subí por las escaleras hasta la habitación de mis padres y abrí suavemente la puerta, aun dormían para mi alivio, me acerque lentamente al gabinete para dejar las llaves y luego salir, cerré la puerta y suspire mentalmente de alivio, ya no tenia de que preocuparme así que me dirigí a mi habitación, tire el bolso al suelo y me quite las botas, me acerque a mi cama y hundí mi cara en la almohada, solo quería descansar un poco más...
Los ojos blancos y la sonrisa perturbadora de Ragga, me perseguían, me acorralaban y me atrapaban, dejándome en una infinita oscuridad sin salida, me sentía asfixiada, sin aire, como si me ahogara en una piscina de alquitrán, no sabía si tenía los ojos abiertos se veía todo negro, excepto por una luz, blanca y resplandeciente se acercaba a mí, su luz se volvió cegadora dándome el sentimiento más agrio que puede experimentar una persona, la muerte.
Me desperté al instante respirando profundamente y sudando sin parar, solo pude dormir unos treinta minutos pero parecieron horas en esa horrenda pesadilla. De pronto Sentí que algo me faltaba, como si hubiese olvidado algo muy importante, pero seguía medio dormida y luego de esa experiencia lo último que me pondría hacer era pensar, así que le di poca importancia y baje a la cocina.
Mis padres ya se encontraban despiertos y se veían tranquilos, mi madre solo cocinaba mientras mi padre leía el periódico en la sala, me acerque a padre para saludarlo y charlar un rato, era la única manera de tranquilizarme. Pasaron las horas hasta dar las nueve, no sabía que era sábado así que no tuve que ir para la escuela, fui ingenua por pensar que lo de la mañana había sido suerte.
Nos quedamos todo el día en casa charlando, pero aun así no podía ignorar el presentimiento de que me faltaba algo, había olvidado algo muy importante y no podía recordarlo, hasta que mi padre pregunto.
— ¿Cómo vas en el periódico cariño?
Abrí los ojos de par en par y corrí hasta mi habitación, tome mi bolso y lo abrí rápidamente, no estaba, olvide mi cuaderno en el almacén, pero era extraño, mis otras cosas estaban en su lugar y no recuerdo haberlo soltado en toda la noche, tampoco había despertado con él en mis manos.
Tenía que encontrarlo, debía entregar mi informe el lunes y solo me quedaba un día para buscarlo, me coloque las botas y baje las escaleras, con el permiso de mis padres salí de casa lo más rápido que pude con camino al basurero, al llegar entre al almacén y mire los alrededores, no había rastro del cuaderno o de Ragga, solo había chatarra.
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Ragga
Mystery / ThrillerVioleta S. Gilman una curiosa niña de ciudad a la que le encanta el periodismo y las historias excepcionales que de vez en cuando salen en la TV. Sale a recorrer las calles de su ciudad para entrevistar transeúntes y al caer la noche un infortunado...