Después de una presentación un tanto incomoda entre Ragga y yo, empezó a contarme de su antigua vida y de lo que consiguió y perdió en el pasado.
— ¿Por dónde quieres que comience pequeña Violet? — Pregunto.
—Me gustaría que me dejara de decir pequeña —Le dije amablemente —. Cuénteme sobre usted.
—Muy bien Violet, te contare sobre la vida del genio Roderick Miller.
Era un muchacho de esta ciudad anteriormente, pero había algo que lo hacía especial, pues era considerado un prodigio en su antiguo instituto, pero solo se centraba en la biología y en ciencias mecánicas, pues le parecía fascinante, era su vida, su pasión, para lo que estaba destinado hacer...
— ¿Estas escribiendo todo lo que digo? —Pregunto interrumpiéndose.
—No para nada... sigue —Respondí sonriendo.
—Mmm... Como quieras.
Cuando tenía ocho años creo su propio "químico sanador" el cual supongo era un simple jarabe para la tos, pero que le funcionó muy bien a quienes lo probaron, a los diez ya había fabricado su primer plano automotriz (Un motor diesel) bastante impresionante al parecer pues gano un premio con él, aunque solo servía para hacer funcionar motos, pero al final su vida no fue solo éxito, también había sufrido mucho en el transcurso de la misma.
Vivía solo con su padre quien era una persona estricta y malhumorada, en cuanto a su madre, los había abandonado cuando el apenas tenía doce años y nunca volvió, pero eso no lo deprimió, es más, tomo su decepción como un impulso para volverse mejor y valerse por sí mismo algún día, aunque creció como una persona que no conocía el cariño y la empatía de una madre, se desarrolló aprendiendo valores exquisitos que su padre le impuso, su fluidez y calidad al hablar eran envidiables y un tanto molesta para sus compañeros, sonando siempre con arrogancia.
Ser el más listo de la clase, no significa que vas a tener muchos amigos o tener a muchas personas con quien trabajar en grupo, al contrario, tenía solo un amigo, o bueno, una amiga...
— ¿Cómo se llamaba tu amiga? —Pregunte.
—Me parece descortés interrumpir mientras alguien te habla.
— ¿Entonces?
—Bien... su apelativo era Alisa Tupsom, pero ella me obligo a decirle Lisa ¿prosigo?
Lisa, era una chica tímida que no se relacionaba bien con la gente, seguramente por eso terminaban trabajando juntos en todas las clases, era compañera de Ragga en laboratorio y en todas las demás áreas, pero al igual que él se destacaba en la biología, haciéndole por así decirlo competencia.
La describió como algo linda, un tanto brillante y molesta, a pesar de eso le parecía agradable tenerla cerca, siempre lo ayudaba con sus trabajos, proyectos y experimentos, al principio la consideraba más como una asistente que una amiga, Sin embargo cada día iban a la casa de Ragga y los dos se encerraban en el garaje, a estudiar, inventar y conversar un poco.
El acepto que le estaba empezando a tomar afecto, pero eso es algo que nunca demostraría o diría, al parecer ella también estaba sintia lo mismo, pero manteniendo su relación solo en forma "profesional" pienso que era un tanto frustrante para ella, pero si ambos disfrutaban de su mutua compañía, era la relación perfecta.
A lo mejor no se había percatado con el tiempo, que Lisa, se había vuelto su mejor y única amiga, empezaron a pasar más tiempo del que pensó, desayunaban juntos en su casa y cuando volvían almorzaban.
Iban y venían de la escuela en bicicleta y a veces paraban en el parque para platicar sobre sus próximos trabajos y proyectos, una vida cotidiana para dos jóvenes de secundaria. A Ragga le molestaba cada vez menos charlar con ella, ya que siempre había tomado las conversaciones como algo banal y aburrido si no eran de interés mutuo, pero comenzó acostumbrarse a esa molestia y a simpatizar con ella.
Al ver que Ragga nunca iba a dar el primer paso, Lisa decidió en darlo ella, invitándolo a una "discusión formal" a un café de la ciudad, acordando la hora especifica de llegada. Como era de esperarse, él apareció de primero en la entrada del lugar, esperando la llegada de Lisa, la cual a los pocos minutos llego en su bicicleta, se veía "decente" con una blusa azul marino y unas zapatillas negras, creo era su forma de decirme que se veía linda.
Dejando sus bicicletas afuera, entraron juntos al café y se sentaron en una mesa con una increíble vista a los inmensos edificios de la ciudad, ordenaron dos cafés (uno sin azúcar porque a Ragga no le gustaba el dulce) y panecillos.
Lisa estaba decidida a tratar de llevar su complicada relación al siguiente nivel.
—Oye Roderick, no te parece una vista hermosa de la ciudad —Le dijo Lisa mientras miraba por la ventana.
— ¿Te parece? yo solo veo vehículos, estructuras y basura —Respondió sin darle importancia y tomando el menú.
A lo mejor ella sabía lo difícil que iba ser convencer a un hombre tan terco como Ragga, entonces siguió intentado con algo más íntimo.
—Bueno tal vez tengas razón, pero también es donde viven nuestros seres más queridos y amados, en otras palabras, es nuestro lindo hogar —Dijo ella contemplando la ciudad.
Ragga solo se quedó observándola unos cuantos segundos mientras miraba de reojo el menú, (no le importaba) era un poco grosero de su parte pero tampoco le ignoraba por completo, pues le era inevitable escucharle.
—La familia solo es lo que nos ayuda a integrarnos en la sociedad y a sobrevivir de pequeños, solo eso y nada más —Respondió. Con esas duras e incomodas palabras.
—Bien, supongo... y ¿qué piensas sobre, el amor? —Pregunto tratando de que se abriera más.
— ¿Amor? solo sirve para satisfacer las necesidades sexuales entre el hombre y la mujer —Le dijo con un tono aburrido.
Los dos quedaron en completo silencio después de eso, el café fue servido caliente y con un aroma exquisito junto a unos panecillos calientes cubiertos de miel, en fin, ya estaba cayendo el atardecer ese día y las luces de los edificios comenzaron a resplandecer por todas las calles de la ciudad, Ragga volteo un poco para apreciar esa maravillosa vista. Mientras que Lisa, se le veía un tanto apagada tomando su café, mirándolo de reojo descontenta.
—Oye Lisa es un lugar un tanto aceptable —Le dijo —, no estaría mal reunirnos de vez en cuando aquí.
Lisa levanto la mirada y expreso su felicidad con una pequeña risa, se sentiría un tanto desconcertada y alegre, pero vería esperanza en hacer que Ragga por fin fuera un tanto más apegado y abierto con ella.
—Te prometo que vendremos muy seguido aquí.
—Aprecio tu comprensión Lisa, que así sea.
Una promesa que prevalecería en los corazones de los dos y recuerdos que jamás iban a olvidar, y así, empezaron a ir cada fin de semana al mismo café, donde la vista a la ciudad era un deleite para los ojos...
—Niña, ya volvió la energía creo que es hora de que te vayas.
— ¿Es enserio? pero no hemos terminado —Respondí con tristeza.
Mira sobre mi hombro y observe a través de la entrada que había luz en la calle, pero parece que el lugar donde me encontraba no tenia ningún tipo de iluminación. Me había quedado hasta las doce de la mañana escuchándolo, estaba cansada pero era tan entretenido entrevistarlo que no creo que hubiese podido conciliar el sueño.
Aun con la luz que venía de afuera, Ragga permanecía en la oscuridad del almacén, sin dejarme ver una sola parte de su cuerpo, solo sus enormes y blancos ojos a los cuales sentí que me acostumbre.
—Muy bien, volveré mañana en la noche, te lo prometo —Le dije mientras tomaba mis cosas con prisa y me retiraba.
"¿Promesa? ¿Lisa?, no, dijo que volverá, lo que ella no hará"
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Ragga
Misterio / SuspensoVioleta S. Gilman una curiosa niña de ciudad a la que le encanta el periodismo y las historias excepcionales que de vez en cuando salen en la TV. Sale a recorrer las calles de su ciudad para entrevistar transeúntes y al caer la noche un infortunado...