París.

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París es el sueño de cualquier enamorado. La cuidad del amor... Pero a mí me sabe a nada. No creo en el amor, es la cosa más absurda que escuché en mi vida. Sólo son reacciones químicas que provoca el deseo hacia un cuerpo ajeno. Pero eso no impide una buena ronda de azotes o un maratón de sexo con una o dos personas... O más.
Llegué a París ayer y en cuatro horas ya estaba instalada en una suite de lujo cortesía de la herencia de mis padres y unos cuantos guiños e insinuaciones al incauto hombre que me recibió en la entrada. La cama era un poco alta, pero me gustó. Un televisor de pantalla plana y un minibar quedaban justo en el frente. El teléfono en la mesa de noche.
Pregunté al servicio al cuarto dónde podía divertirme un rato y la chica me apuntó varios locales tanto bares como bailables. Decidí recorrer todos.
El primer bar que estaba en la lista quedaba alejado del hotel. Era un bar de esos donde hay espectáculos y se puede tomar buenas copas. Pedí un trago y me senté. El espectáculo consistía en parejas bailando de forma sensual al compás de la música. Un poco aburrida tomé mi copa y me fui. No había chiste en ese lugar. Localicé un taxi y pedí que me lleven al otro local de la lista, menos mal que la chica me dio anotados los nombres de los lugares, esos nombres en francés no me iban a quedar fácilmente en la cabeza.
El taxi me condujo a Voir et Toucher (ver y tocar), un bar de estriptis. Las chicas bailaban y se sacaban la ropa hasta quedar en hermosas piezas de lencería sugerente y diminuta. Después de un rato el escenario se iluminó y una mujer anunció en inglés que era hora de que las mujeres disfruten el espectáculo. Entonces se apagaron las luces...
Unos candentes caballeros vestidos de cuero y con látigos comenzaron a bailar y se fueron sacando la ropa al ritmo de una vieja melodía. Tenían músculos bien marcados y tonificados. Parecían los típicos gorilas de seguridad, pero con cara amistosa. No sé si era yo o el local comenzó a subir la temperatura. Todas las mujeres gritaba mis descontroladas mientras los más sexys especímenes masculinos iban quedando en pequeñas prendas que marcaban sus "cualidades" masculinas.
Tuve que tomar un trago para que bajara mi temperatura corporal. Pero estaba más que contenta de haber entrado aquí. Las luces se volvieron a encender y los bailarines bajaron y se mezclaron con los clientes. Tuve oportunidad de charlar con uno. Pero no eran lo que esperaba. Ninguno llamó mi atención sexualmente hablando.
Me fui al hotel algo frustrada. Mañana iría a conocer los otros locales para ver si tenía más suerte.
Llegué al hotel, fui a mi habitación y directo a la ducha. Allí apagué mi frustración de la noche con un rudo masaje en mi zona íntima que me hizo explotar en un orgasmo breve. Necesitaba un hombre urgente. Terminé de bañarme y me acosté.
Desperté a las doce del mediodía y fui a un restaurante que estaba cerca del hotel. Comí y fui a recorrer los locales de Victoria Secret y otras tiendas de lencería exclusiva. Terminé comprando conjuntos explosivos de encaje con cierres, finas cadenas o transparencias. Volví al hotel a las ocho de la noche con muchas bolsas de compras.
Cené en la habitación y me vestí con uno de mis nuevos conjuntos. Una tanga de encaje con cadenas a los costados, era un pequeño triángulo que cubría mi vagina y se unía a un corazón que quedaba sobra las nalgas con una fina cadena, en resumen un triángulo y un corazón unidos por tres finas cadenas doradas. Un top transparente que hacía tarea fácil contar hasta el último lunar de mi espalda y sin tirantes. Completé mi vestimenta con un vestido rojo furioso que dejaba mi plano vientre al aire y apenas tapaba mis nalgas, y unos tacos de vértigo color negro. Me puse el saco hasta la rodilla y salí a esperar mi taxi que no tardaba en llegar.
Esta noche iba a probar suerte en Boire (tragos), un bar de copas y Je Voudrals (deseo), un boliche bailable que estaba de moda. Entré a Boire y me senté en una mesa. Pedí un shot de vodka y cuando lo terminé pedí una margarita. Cuando terminé ya me había aburrido el ambiente de gente estirada y aburrida que hablaba de negocios, parecía que no tenían intenciones de divertirse así que caminé hasta el Je Voudrals que estaba a unas cuadras de ahí. Pagué mi entrada y fui a la barra. El ambiente era bastante divertido.
El local contaba con reservados con cortinas, una zona vip, terraza, una pista gigante con luces y máquinas de humo, otra pista al aire libre y un jardín con mesas a estilo reservados al aire libre. Paseé por todo el local y terminé en el jardín viendo la fuente que había en medio con luces de colores que danzaban al ritmo de la música. Pasaron unos minutos y se me acercó un hombre bastante guapo, pero no lo suficiente.
- Buenas noches bella dama. Por qué tan sola y pensativa?- dijo poniendo su mano en mi hombro.
Le quité la mano con algo de brusquedad. - Debe ser porque no encuentro nada interesante que hacer aquí- le dije viéndolo a los ojos.
- Parece que la gatita se cree pantera - Dijo de forma irónica y sonriendo de costado.
- Parece que es usted muy confiado de sí mismo. Pero a mí no me interesa , salí para divertirme sola- De verdad, no sé de dónde saqué esas palabras si mi cuerpo pedía a gritos atención.
- Parecía usted una mujer que estaba buscando mis atenciones- dijo muy pagado de sí mismo.
- Bueno se equivocó de mujer- Le dije algo ofendida- no sabía de donde había sacado esas palabras. Me levanté sorprendida de mí misma y me fui al hotel algo frustrada. Creo que París finalmente fue una mala elección. Los hombres parecían arrogantes y ese definitivamente no era el estilos e hombre que buscaba.
Conseguí un taxi y me fui al hotel a dormir muy frustrada y enojada.
A la mañana siguiente recibí una llamada, llevaba tres días allí y mi hermano me avisó que debía ir a Chile, se iba a casar. La noticia me cayó como balde de agua helada. Siempre lo consideré un mujeriego sin remedio y finalmente encontró la horma de su zapato, una joven que lo traía de rodillas. Mientras arreglaba todo en el hotel repasaba la conversación...
- Hola...
- Buenos días hermanita, cómo estás? Dónde estás ahora?
- Hola Lucas, estoy bien, estuve de tragos anoche y me despertaste. Estoy en París.
- Te llamo para contarte que finalmente me voy a casar con Lara.
- Estás seguro?-  es lo único que se me ocurrió preguntarle. No quería que se arrepintiera tarde de tomar una desición tan importante.
- Claro que estoy seguro, llevo saliendo con ella casi cuatro años y hace seis meses que vivimos juntos.
- Bueno, parece que finalmente la fiera fue domada-  reí ante la idea, pareció que le molestó un poco.
- Lara es la mujer perfecta, sensual, entretenida, inteligente, es la mujer que estaba esperando para que sea la madre de mis hijos.-  su tono tan seguro me dio escalofríos.
- si así lo ves...
- Tengo casi treinta años, es hora de dejar la soltería atrás. Por cierto... Nunca te vi en pareja ni nada similar.
- Es que cuido mis asuntos, no quiero nada serio por ahora.
- Pero hermana, ya casi llegas a los treinta, la belleza y la juventud se te van a ir en algún momento.
- Lo sé pero mientras tanto lo voy a disfrutar.
- Bueno, el caso es que te llamo porque mandé la invitación hace quince días, debió llegar ya tu confirmación al evento y no recibí nada.
- Es que hace veinte días que no estoy en mi casa.
- Ufff, no paras pie en tu casa, para qué la tienes?
- Bueno, te confirmo por teléfono. Cuándo sería el gran día?
- En una semana.
- Tan pronto?
- Si. No quiero que Lara entre en la iglesia con el vientre abultado. Está embarazada y quise hacer las cosas bien, como ella lo merece. Me demostró ser una persona muy especial para mí y quiero ser lo que ella necesita.
- Seré tía y así me tengo que enterar? Pensé que eras más comunicativo con tu única hermana.
- Basta de charla, confírmame el día de tu vuelo. Lara espera que seas la madrina. Sabes que ella te adora.
- Y yo a ella. Me alegro por ustedes. Los veo en dos días, te mando un mensaje cuando tenga lo del vuelo listo.
- Nos vemos en dos días.
No lo podía creer. Mi hermano se casaba y su futura esposa, mi casi hermana Lara estaba esperando su primer hijo, mi sobrino.
Con una sonrisa en los labios llamé para reservar mi pasaje. En dos días iba a estar en la ciudad de la que hui hace tanto tiempo...
Estaba como desenfocada, entre el casamiento y mis pensamientos no dejaban de girar. Pasó el día sin darme cuenta y ya mañana me iba.
Definitivamente, París, la ciudad del amor no lo fue para mí y encima iba a encontrarme con mi antiguo amor, el amigo de Lucas, ese moreno que me robaba el aliento en el secundario.
Miles de preguntas venían a mi mente. Se habrá casado? Habrá pensado en mí en todos estos años? Habrá cambiado? Sentiré lo mismo cuando lo vea? No paraba de pensar en él desde que supe que volvería.
Llamé a mi hermano y le avisé que estaría allá el viernes a última hora.
-Hermanita te tengo una sorpresa cuando vengas.- Me dijo cuando lo llamé.
- De qué tipo?
- No te voy a decir. Vas a tener que esperar a llegar a Santiago.
Con esas palabras colgó. Estaba al borde de la histeria.
Llegó la hora de abordar el avión, temblando subí y traté de relajarme con una copa. En unas horas iba a estar en Santiago. Chile allí voy...!

Una ninfómana recorriendo el mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora