Samantha
Lo miro, y mis ojos expresan todo el odio que siento por él, no puedo evitarlo.
- ¿Qué quieres? - Vuelvo a repetir con la misma sequedad de antes, su silencio ya me estaba impacientando.
Dylan solo me mira, puedo ver en sus ojos como interiormente debate consigo mismo en si decirme o no lo que sea que haya venido a decirme, y por un momento me veo perdida en su mirada tratando de descubrir aquello, pero sus ojos van de un lugar a otro, pensando en qué responder, y yo la verdad no estoy de humor para esperarlo.
De un salto me levanto de la silla, no pienso quedarme como tonta a esperar lo que sea que tenga que decir.Tampoco es que me interese ¿o sí?
Pero no alcanzo ni siquiera a avanzar un poco al sentir su mano sobre mi brazo, sosteniéndolo con la suficiente fuerza como para retenerme, o tal vez más... ¡auch!
- Samantha espera, yo...
- No Dylan, suéltame.
- No hasta que me escuches. - Dice sujetándome con más fuerza.
Siento como un fuerte dolor me invade, recorriendo todo mi brazo. Odio ser extremadamente delicada.
- ¡Me estás lastimando! - Hago una mueca de dolor e inmediatamente Dylan me suelta de su agarre.
- Lo... lo siento Sam... - Balbucea nervioso -. Yo... yo no...
- ¡Estúpido! - Digo furiosa, pero mi voz se diluye, suena débil. - ¿Tú no qué? ¿No querías lastimarme? ¡No te creo! Tú siempre me lastimas y...
Siento como mi voz se vuelve más aguda y con los ojos llorosos veo mi brazo, siento un ardor recorrerlo, y sí, efectivamente está rojo, sus dedos me han dejado una marca... maldita delicadeza.
Vuelvo mi mirada hacia Dylan, quiero fulminarlo con ella, pero éste mantiene su mirada baja, casi parece arrepentido; pero yo lo conozco, jamás pensaría eso de él, no es la primera vez que lo hace y, sin embargo, siempre vuelve a hacerme daño, desde que lo conocí ha hecho mi vida miserable. No sé ni por qué ha venido tras de mí... ¡cómo lo odio!
- Eres un...
- Imbécil - Termina por mí -, lo sé.
Sus ojos dejan de observar el suelo y se dirigen hacia los míos, reflejan tristeza. ¿De verdad estará arrepentido?
- De verdad lo siento.
Ruedo los ojos, ya la verdad no sé si creerle o no, ni me interesa, lo único que quiero es irme de aquí.
- Pero... - Continúa -. Si no fueras tan terca, no hubiera tenido que emplear fuerza para detenerte y...
Abro los ojos de golpe, y vuelvo a mirarlo con todo el enojo que puedo. ¡¿Cómo se atreve?! Justo cuando algo dentro de mi había por alguna razón decidido creerle, ¿y me sale con esto?
- ¿Disculpa? ¿Acaso estás diciéndome que lo lamentas, pero que la culpa es mía?
- Yo solo digo que...
- ¿Sabes qué? - Lo interrumpo - Déjalo así. ¡No me interesa lo que tengas que decir!
La bibliotecaria me manda a hacer silencio y me carcomo por dentro, jamás me habían mandado a callar en la biblioteca... ¡pero es que este chico me saca de quicio!
- ¿Por qué siempre malinterpretas lo que digo? - Su pregunta me hace reír con sarcasmo.
- ¿Será, tal vez, porque decidiste dedicar tu vida a destruir la mía?
- ¡Eso no es cierto!
- Si, si lo es.
Dylan suelta un gruñido de frustración.- En serio, vine hasta acá sólo para disculparme, ¿tienes que tratarme así?
- ¿O sea que ahora yo soy la mala? - Digo y me acerco para gritarle en la cara y como es de esperarse él hace lo mismo -. Perdóname, pero yo no te pedí que vinieras a disculparte, te lo hubieras ahorrado si dejaras de molestarme. De no ser por ti, no hubiera tenido que salir corriendo a calmar el estrés que me generas. Ni tampoco hubieras tenido que venir a preguntarme el 'porqué' te trato así... ¡descarado!
Él me observa, solo me observa, me es difícil descifrar lo que su inexpresivo rostro refleja, pero estoy más que segura que lo que el mío le refleja a él es odio puro. Está a punto de decir algo pero...
- ¡Perdón! - La voz de la señora Montgomery, la bibliotecaria, nos hace voltear a ambos de golpe.
Nos está fulminando con la mirada. Juro que nunca la había visto tan molesta. Pero mis ojos en ese momento van más allá y escudriñan rápidamente todo el lugar, un grupo de chicos y chicas nos rodean y observan con curiosidad. Es aquí cuando soy consciente... ¡Hemos hecho un espectáculo en la biblioteca!¡Oh Dios! ¡Trágame tierra!
- Este no es lugar para tontas peleas de noviecitos. - Continúa la señora Montgomery.¿Noviecitos? ¡Lo que me faltaba! Ahora resulta que me creen novia de mi peor enemigo, ¿es que acaso no me puede pasar algo peor?
- ¡Él no es mi novio! - Grito inconscientemente. No quiero que la gente imagine algo que no es cierto.
- Me importa muy poco, ahora... ¡LARGO! - Dice señalando hacia la puerta. Su tono hace que tanto Dylan como yo nos sobresaltemos.
- Si - Dice él -. Ya nos íbamos. - Tira rápidamente de mi brazo para llevarme consigo y antes de salir de la biblioteca, la señora Montgomery dice algo más.
- ¡Ah! Y no se molesten en volver. Daré un informe en rectoría sobre esto, para que no vuelvan a entrar.¡¿Qué?! No, no, no, la biblioteca no... Y justo cuando creía que no podía pasarme algo peor.
Salgo de la biblioteca y aún en el pasillo Dylan sigue sosteniéndome. Lo escucho suspirar de alivio y yo ya no aguanto más. Me suelto con brusquedad de su agarre.
- ¡Hey! Tranquila.
- No Dylan, no puedo estar tranquila, acaban de vetarme de la biblioteca, ¿te parece poco?
- Corrección, "nos" acaban de vetar de la biblioteca - Recalcaca -. Y no es para tanto ¿sí?
- Para ti tal vez, pero esto es realmente importante para mí. ¡Ah! Pero claro, eso a ti no te importa ¿no? Lo que yo sienta a ti no te afecta ni en lo más mínimo. ¿Sabes qué? Ya lo entendí, eres un ser sin sentimientos.
Doy la vuelta y me alejo lo más rápido que puedo de él, rogando que no se le ocurra seguirme nuevamente. Escucho sonar el timbre de salida y agradezco enormemente. Lo que más deseo es alejarme... de él.
Aunque desgraciadamente sepa que eso es imposible.
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Siempre contigo
Fiksi RemajaSamantha Sullivan, es una chica de 17 años que no parece tener ningún problema en la vida, salvo uno: Dylan Rush. Desde hace 2 años él parece ser la peor de sus pesadillas y Samantha cree que no hay otra cosa que pueda sentir por él que no sea odio...