Capítulo 3

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Dylan

La veo alejarse, enojada; siento el inmenso deseo de ir tras ella, de retenerla. Pero sé que eso solo empeoraría mi situación.

"Eres un ser sin sentimientos"... Sus palabras retumban en mi cabeza, mi mente envía corrientazos que van a dar como las estocadas de una filosa espada justo en mi corazón; duele, duele muchísimo.

Supongo que eso me hace un ser con sentimientos ¿no?

Si ella supiera...

Debo ser honesto. La verdad, nunca he hecho nada que le demuestre lo contrario. Básicamente siempre la hago sentir mal. Ya saben lo que dicen: "El amor nos vuelve estúpidos". Y es que cada vez que me acerco a ella, hago todo al revés.

Por ejemplo, ahora intenté disculparme con ella, pero lo único que conseguí fue que nos prohibieran a ambos la entrada a la biblioteca, su amada biblioteca... ¡Wow Dylan! ¿y es así como vas a conquistarla?..

Y ni hablar de la razón por la que tuve que salir corriendo a disculparme con ella.

¿Por qué me es tan difícil expresar mis sentimientos? Quisiera decirle lo hermosa que es, perderme en ese claro mar azul con el que te hipnotiza sus ojos, besar sus rosados y delicados labios que te invitan a probarlos, hundir mis dedos sobre esos largos y lacios cabellos dorados, abrazarla, sentirla tan cerca de mí, para embriagar mis sentidos con su aroma, ese dulce olor a fresas que emana de su ser.

¿Pero cómo? Solo hago tonterías cuando está junto a mí. Lo único que deseo es que ella me ame como a ninguno, y si, definitivamente he conseguido ser como a ningún otro en su vida, pues en estos momentos, me odia, como a ninguno.

¿No les dije que con ella todo me sale al revés?

Escucho el sonido del timbre e inmediatamente me encamino hacia la salida, ahora si, nada me impide ir tras ella. Es increíble que seamos vecinos, mejor aún, que mi casa sólo esté a dos pasos de la suya.

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Alcanzarla no se me hizo difícil, claro que alcanzarla significa para mí seguirla con dos metros de distancia dividiéndonos. Prefiero darle su espacio, ya que probablemente si me le acerco eche todo a perder, ella termine gritándome o quizá algo peor. Sí, peor. Esa mujer llega a ser peligrosa cuando está de mal humor, aunque cueste creerlo al ver esa dulce y delicada figura.

Pero yo la conozco muy bien, conozco todos y cada uno de los perfectos defectos que la hacen quien es, esos que me hacen amarla aún más.

No quiero a una chica vacía, quiero a una completamente llena de sorpresas, buenas y malas, sin avergonzarse de ellas, segura de sí; la quiero a ella, Samantha Sullivan.

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¡Hola!
Espero les esté gustando la historia.
En este capítulo pudimos apreciar los pensamientos de nuestro querido Dylan Rush.
¿Qué les ha parecido?

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