Capítulo X

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En cuanto supieron lo de Óscar fueron al hospital, Dominic prefirió no entrar y esperar en el estacionamiento, ya que Óscar se encontraba en el mismo hospital que su madre y lo último que quería era ver ahí a Vladimir o que Eva atase cabos y se diera cuenta de que era amigo de aquel chico.

Estuvo ahí esperando aproximadamente 2 horas, ya eran las 8 de la noche, el frío había comenzado a hacer acto de presencia desde hace ya un buen rato, para evitar congelarse lo único que hizo fue prender la calefacción, pensó en Marlen, no solo en ella sino también en cómo le diría todo lo que pasó, es más, no sabía.

Al cabo de un rato Carolina regreso, tenía una expresión de sorpresa y miedo, miró a Dominic un poco triste.

— Está muy jodido, lo atacaron con una botella de vidrio rota, los médicos dicen que cuando lo apuñalaron retorcieron la botella, le cortaron el intestino y varios trozos de vidrio se le enterraron en el estómago, hígado y además también cortaron su bazo, está muy grave.
—¿Cómo? – la mirada de Dominic se llenó de lágrimas, se sintió impotente al no poder hacer absolutamente nada por su amigo de la infancia.
—Lo que oíste, ya están buscando al tipo que lo hirió.
- Pero... ¿Cómo es que sobrevivió a eso?
— Supongo que los paramédicos llegaron rápido, Óscar nunca me a caído muy bien pero igual no creo que merezca eso, espero que pronto encuentren a quien lo atacó.
— Joder – comenzó a llorar.
— Dominic por favor cálmate, ya tienes demasiados problemas, Rosa se hará cargo de que reciba la mejor atención y los mejores cuidados.

Parecía no escucharle, sentía que su mente no estaba ahí, prefirió dejar que el procesará todo lo que estaba pasando, encendió la camioneta y empezó a conducir, antes de salir del estacionamiento le pregunto a Dominic su dirección, se la dijo en voz baja y la puso en GPS, comenzó a manejar hacia aquel rumbo.

La noche parecía ser más oscura de lo que era en otras ocasiones, ni siquiera la voz que se oía en la radio o las canciones lograban combatir el silencio, este no hacía más que tratarse cualquier sonido que hubiese cerca.

Tras conducir media hora aproximadamente llegaron a su destino, ambos se miraron y antes de bajar Carolina lo abrazo con fuerza sin saber que alguien los estaba observando.

— Tranquilo, todo estará bien.
— Gracias – abrió la puerta de la camioneta.
— ¡Dominic! Espera – se detuvo y la miró – se que quizá no nos conozcamos mucho, pero el poco tiempo que he pasado a tu lado a bastado para tomarte aprecio, quiero ayudarte, quiero pagar el tratamiento de tu madre para que dejes de lado todo acerca del Blue Berry, me aterra la idea de que un chico como tú termine como Óscar.

— ¿Hablas en serio Carolina? – empezó a llorar nuevamente.

— Si... hablo en serio.

Ambos se abrazaron nuevamente, Dominic se sintió aliviado por sentir que al fin se quitaría de encima todo lo que ya llevaba adentro, por fin se marcharía de aquél pequeño mundo de sexo y dinero, lo dejaría de lado y continuaría su vida de estudiante.

— Voy a regresar al hospital, voy a buscar la forma de ayudarte - lo tomo del rostro - me gustaría tanto tener diez años menos – lo besó.

Se bajó de la camioneta con el sabor de los labios de Carolina en la boca, antes de entrar a su casa vio como su acompañante se marchaba, se secó las lágrimas que tenía y entró a su hogar, necesitaba descansar, tenía demasiadas emociones en su interior, todo estaba en completo silencio, fue a la cocina y del refrigerador saco un yogurt de fresa, se lo comió rápido y lo tiro a la basura, subió de forma lenta, sentía que su pies eran de plomo y que lo único que podía quitarle aquél peso era dormir profundamente al menos por las siguientes 10 o 12 horas.

Un Desencanto EncantadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora