Un Desencanto Encantador

Capítulo XII

Al entrar a su casa todo le pareció igual, oscuro y desordenado, subió a su cuarto, busco ropa que al menos estuviera limpia pero no la encontró, fue al cesto de ropa sucia y de el saco una camisa blanca, un pantalón gris y un saco del mismo color, fue al cuarto de lavado y ahí hecho todo en una lavadora, mientras esperaba se puso a fumar, no era algo que hiciera habitualmente pero que tampoco le desagradaba del todo.
Estaba emocionado por el futuro, por cómo serian las cosas dentro de unos meses, por fin podría pasar tiempo con su esposa y grabar en su memoria nuevos recuerdos que les hicieran muy felices.

Cuando la lavadora termino su ciclo de secado saco la ropa, la tendió bajo el intenso sol que hacía esa tarde, era algo muy extraño que hubiese sol pues estaban casi en otoño, en el fondo daba igual pues un poco de calor no le hacía daño a nadie.

Después de dormir un par de horas y después marcó el número de un local de comida china, era solo cuestión de esperar, fue hacia el refrigerador y de el saco toda la cerveza que tenía al igual que todas sus botellas de vodka, las abrió todas y una a una fue vaciando las botellas y latas en el drenaje, era tiempo de estar sobrio, no por él, sino por Jade, tenía que dar la mejor imagen de sí para la mujer más hermosa.

Únicamente dejo una lata de cerveza, sería la última que tomaría en su vida, cuando llegó su comida se sirvió rápidamente y devoró todo sin dejar un solo grano de arroz sobre el plato, al terminar fue a dónde había tendido su ropa, al tocarla la noto ligeramente fría y húmeda, le dio igual y la descolgó, después se metió al baño, mirándose al espejo rasuro completamente su barba mal cuidada, hacía mucho tiempo que no tenía el rostro sin vello facial.

Mientras se tallaba el cuerpo se dio cuenta de que el tiempo, junto con todos los vicios, le estaban pasando factura, habían un par de arrugas presentes en su cuerpo, su pierna le dolía cada vez más, un intenso sentimiento de nostalgia invadió su cuerpo.

Tras vestirse salió a la calle y caminó rumbo a una florería, pidió unos girasoles y decidió poner rumbo al hospital, mientras caminaba recibió una llamada, era el doctor Téllez.

— Hola doctor, ¿Qué ocurre? – preguntó con entusiasmo.
— Vladimir, necesito que vuelvas al hospital de inmediato.
— Jade volvió a caer en coma, ¿Verdad?
— No, desafortunadamente falleció, el cáncer fue más fuerte que ella.

Tras oír esas palabras no hubo más que un silencio desgarrador, el de la derrota, tantos esfuerzos, tantas noches luchando, dándolo todo por salvarla y finalmente habían perdido, no quedó nada.

Un nudo se había formado en su garganta, sintió una profunda presión en el pecho, como si estuviese en el fondo del mar, tenso su mandíbula y procuro formar una mirada de aplomo, no iba a derribarse, no todavía, se mantuvo impertérrito, tiró las flores a un pequeño bote de basura y continuó su camino rumbo al hospital.

Dominic había estado esperando un rato enorme, sentado en una silla de plástico, sentía su cuerpo duro, como las piedras, tenía las lágrimas en los ojos y cuando intento tranquilizarse vio a alguien caminar hacia el, sus lágrimas le impedían ver bien, se limpió los ojos y observó a Eva, sonrió de forma convaleciente, supo en esas momento que no se trataba de buenas noticias, no pudo evitarlo, comenzó a llorar sin poder tranquilizarse, alguien lo abrazo, sintió un calor humano que le trataba de dar un poco de tranquilidad.

Era Carolina quien trataba de sostener la pena de Dominic entre sus brazos, eso era algo imposible, la pérdida de una madre es un daño que simplemente no se puede curar, es triste saber que muy probablemente verás morir a quien te vio nacer, todos sabemos esa realidad pero nadie piensa en ella por lo cruel y bastarda que es.

Sintió como el sonido de su llanto insonorizaba todo a su alrededor, escuchaba la voz de Carolina pero se oía distante, como si se encontrase debajo del mar y sus palabras tuviesen que cruzar el agua, así le pareció que era cada ruido que trataba de entrar en sus tímpanos.