Capítulo 1

1.5K 100 25
                                    

Samira Rockefeller 

Un tiempo después.

Henos aquí, todos reunidos como en la iglesia los domingos. Mirándonos como completos desconocidos, como si alguna vez imaginaríamos que esto pasaría, ¿Qué triste, no?

Llegar al punto de tu vida que tan solo con veinte anos tengas que actuar como adulto de cuarenta anos, tener que enfrentar problemas de esta escala y ver el mundo hundirse ante tus ojos solo por el egoísmo de personas las cuales apenas conoces. Nada de lo que sentimos vale ni valdrá por que después de todo tendremos que dejar que el destino se encargue de cobrar la venganza que tanto deseamos.

Lo ultimo que me imagine en todo esto es que pasara algo así y la persona menos indicada.

— ¿Unas últimas palabras para Mimase?

Dijo el padre, nos encontrábamos en el cementerio, le daríamos digna sepultura aunque como nos explico el padre ella había pecado delante de los ojos de Dios al quitarse la vida.

No nos importo las palabras del padre, queríamos un recuerdo de ella como el todos.

Ese ataúd que tenía frente a mí, de color negro, con adornos plateado, contenía dentro el alma de una niña, ya que fue cremada y yo tengo sus cenizas pero aun así el decidió que se hiciera como una ceremonia normal, esa simple niña que, en un momento odié cuando descubrí que la llegada, que acabo siendo un baño de sangre, fue por ella, y no es que la odiara tanto de verla muerta, sino un odio entre amigas, de esos odios que tienes porque la chica te miente, algo parecido a eso sentí, pero luego todo se volvió gris. Nada tenia color al saber que ya no esta y que no volvería a verla jamás.

No negaré. 

En ese momento odié su nombre, odié verla, odié todo. Me odie a mi misma, odie verme en el espejo y ver todo lo que me rodeaba. Odie verlo a el y saber que por mi culpa casi muere por segunda vez, odie cada parte de mi y mis malditos pensamientos, odie hasta el momento de enamorarme.

Odie todo en mi vida.

Pasaron semanas para poder hacer este funeral, cremaron a Mimase, y para recoger sus cenizas tenía que ir alguien que fuera familiar, no encontrábamos a nadie en ese momento, hasta que un tío de ella supo la noticia y nos ayudó.

Pero ahora me encuentro alrededor de 100 personas o menos, viendo su ataúd, que en unos pocos minutos estará bajo tierra. Al describir lo que se siente cuando pierdes a alguien que en un momento te importó es algo doloroso, y más para mí, ya que entiendo que se siente.

Y ahora lo he tenido que vivir dos veces.

Dos personas que me importaban ya no están conmigo, se han ido.

Miraba como, a mi izquierda, tenía a una señora de no más de cuarenta años llorando, unos cuantos niños de entre diez y diecisiete años con rostros entristecidos, al ver tantas personas, no creí que ella tendría tantos conocidos, o tal vez no la conocía del todo. ¿Quiénes son todos ellos? —Me dije mirándolos. Pero no importo, todos estaban aquí por ella, todos lloraban por que jamás la veríamos sonreír otra vez.

Lo que más me partió por completo el corazón fue escuchar la verdadera historia de su vida, todo lo que paso en tan poca edad. No me contó muchas cosas que se había reservado, sin embargo en casa de Sebástian ella se desahogo como nunca y su corazón partido por ver a Sebástian casi morir hizo que hiciera cosas de las que ella no soporto, no soporto tener una carga tan grande como la muerte de Bob y los comentarios negativos de las televisoras y los paparazzis, todos la acusaban como si ella tubo la culpa en realidad y a Bob lo pintaron como el super men de la historia sin decir la verdad de lo que paso ese día.

Acuerdos [Vol 2] [Trilogía Relaciones Toxicas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora