"Hay de aquellos que perturben la paz de la bestia negra, encontrarán el eterno descanso en sus fauces"
El tiempo se me hacía tan lento, jamás creí que volvería a mi clan, pensaba que mi vida estaba ya resuelta, que había encontrado lo que tanto había esperado. El destino suele ser muy cruel, hace 6 años que volví de la tierra de los mortales, 6 años de aguantar a esta pila de idiotas...
-Red! No te quedes atrás!
-No tengo gran interés en verlo... Solo me molestará... Estoy seguro.
-Oh vamos, el jefe es genial.
-Si claro....
El bosque era sbsurdamente largo, en el fondo se podía ver una gran cerca y un edificio viejo que ya parecía caerse.
-Valla príncipe... Vive en una pocilga.
-La mansión Felrin es el edificio más antiguo aquí, y el no quiere demolerlo.
-No tendrá que hacerlo, pronto se caerá.
-Red, sabes cómo se pondría si te eacuchara?
-Estaría en problemas...gran cosa...
La enorme puerta se abrió dejando ver el osbcuro interior, en el fondo de esta se ergía una figura. Era nuestro líder, el príncipe del clan Felrin, Ran.
Su presencia era siniestra, y absolutamente majestuosa.
-Es simplemente genial no crees Red?
-No...-eché hacia atrás mis orejas en señal de desprecio, sólo estaba ahí porque ese par me había traído, Kiyo, quien no se callaba para nada y Ame, quien casi no hablaba, de echo había estado callado todo el viaje, ahora observaba fascinado.
-Si te gusta deberías decirle algo Ame.
Ese se sonrojo de golpe, y me miró algo furioso, pensé que me diría algo pero continuo perdido en la figura de Ran.
-Es genial...-dijo Ame-.
-Verdad que si!-le respondió Kiyo-
Ambos me miraron esperando una respuesta positiva.
-Eh...bueno...quizá lo sea.
-Así que eso piensas Red- me volteé y ahí estaba Ran, no me agradaba realmente, cada parte de él me molestaba, su cabello negro, esos ojos rojos como brazas y esa maldita mancha blanca en la punta de su cola, eso era lo más molesto, un Felrin debería ser absolutamente negro-.
-Claro... Lo que hayan venido a hacer, haganlo de una ves- mire a Kiyo y Ame, este último estaba aún más sonrojado y no se atrevía ni a mirarlo-.
-Oh vamos, dejalos en paz, además, es contigo con quiero hablar, Red.
-Que rayos tengo que ver yo.
-Quiero una explicación del porqué estabas en el mundo humano.
-Como quieras...
Ran me llevo entre los pasillos de la vieja mansión, hasta una gran puerta.
-Entra.
Así lo hice, dentro había una gran cama, "Que planeas hacerme..." le dije algo asqueado. Este se rió, "En que estás pensando, no eres mi tipo Red"
Se sentó en el sofá junto a la ventana y me indicó que hiciera lo mismo.
-Ahora, porque volviste, parecía irte muy bien con el humano.
-Sólo digamos que algo salió mal...
-Sólo empieza...
"Hace 6 años, todo iba muy bien, pero ella interfirió... Salimos des restaurante, todo parecía bien. Pero estaba intranquilo, estaba seguro que la silueta que nos observaba mientas comíamos era ella, esa maldita humana... Tenía claro lo que haría, sólo no pensé que se atrevería a hacerlo frente a él. El sonido de su arma perforó el aire y me dio en el pecho, todo se me fue a negro, podía oír el llanto de Aohane y la voz de esa bruja. *Es mío...mío!!!* me dije a mi mismo, sentí una el fuego arder.
Antes de que salieran del callejón me levante y cambie de forma, la muy cobarde tomó a Aohane y le puso el cuchillo al cuello, ¿Retrocedí? Nah, tenia que acabarla, llenaría su corazón de miedo antes de destrozarla con mis fauces.
Cuando iba a echarme sobre ella Aohane se cruzó * N..no la lastimes... Solo vámonos...* me dijo. Estaba furioso, pero me despiste y la muy maldita tomó su arma nuevamente esta ves no fallaría... Y lamentablemente no lo hizo, por desgracia fue Aohane quien lo recibió, quizá creyó que podía hacerla entrar en razón...pero no, callo en mis brazos con la bala en el cuello, una ves hecho, la chica no podía creerlo, ahora nadie lo tendría... Me quedé un par de días más, sólo para despedirme correctamente, le extraño...aún lo extraño..."
Ran se me acercó para consolarle...estaba llorando, recordarlo aún me afecta... Pude evitarlo...se que pude...pero por culpa de ella, todo se me fue de las manos.
Esa noche me fui directo a casa, me recosté pensando en el, porque sabía que sólo en mis sueños podría vivir.
