Capítulo 4

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Alguien estaba sentado a unos metros de mi, pero no fue hasta que le hice frene que supe quien era.

— ¿Jake qué haces aquí? —No respondió, aún seguía con la mirada en el suelo.

—Jake... ¡¿qué demonios estás haciendo en casa de Daniela?! —Le grite, estaba molesta aunque también me encontraba muy nerviosa.

No me respondía, solo se levantó y se fue hasta la puerta, le seguí a una distancia corta, necesitaba saber que se traía entre manos, pero entonces antes de cruzar la puerta para salir de la habitación, levanto el rostro y puede ver lágrimas bañando sus mejillas. Me quede un minuto completo en shock sin saber qué hacer, cuando él dijo.

—Nunca es tarde... siempre te estaré esperando — No comprendí a que venía eso, pero sentí mucho miedo, sin pensarlo me abalance sobre él y comencé a agitarlo por los hombros.

—Jake...mírame— Pero de igual forma es solo seguía ahí parado llorando, sin verme, solo observando la cama.

Estaba horrorizada comencé a darle pequeños golpes a ver si atraía su atención, pero nada funcionaba. Me aleje de él llorando, fue un sentimiento horrible, tal y como antes, yo era invisible, creía no poder sentir esto jamás, pero aquí estaba yo, reviviendo lo todo, siendo inservible hasta para la persona que más quiero.

Me gire para volver a él, pero no fue con Jake con los que mis ojos se toparon, en su lugar había solo una sombra, no había ningún cuerpo pero la sombra tenía la figura de un hombre, a paso lento me acerque y escuche una voz ronca que me susurró.

—Tu nos perteneces — Yo no reconocí esa voz.—Siempre has necesitado de tus demonios.

—Aléjate...yo no te necesito.

—Por supuesto que sí, mírate, no eres más que una obra nuestra— Me encontraba aterrada, sabia cuánta razón tenía, cambie de gran forma pero nunca he superado a ninguno de los problemas de mi pasado.

—N-no es cierto...y-yo cambie gracias a e-ellas.

—Estas muy equivocada...siempre hemos estados contigo...y ahora lo estaremos aún más.

Mis lágrimas comenzaron a escapar, me aleje corriendo y cuando llegue a una de las esquinas de las habitación trate de hacerme lo más pequeña que pudiera, aferrándome fuertemente a mí misma, abrazándome, mis sollozos eran muy fuertes.

Cuando levante la vista la sombra del hombre aún seguía ahí, no se había movido un centímetro. Lo que me dejo sin aliento fue el repentino ardor que provenía de mi pierna, me levante y senté correctamente para observarla mejor y con lo que me encontré fue con un gran charco de sangre alrededor de mi cuerpo.

Me asuste y comencé a estremecerme del dolor, solo había un cuchillo ahí enterrado...y no quería sacarlo.

—¿Te das cuenta?...aun deseas hacerlo ¿por qué simplemente no vuelves a lo que era tu vida?— Levante la vista y me encontré con la misma sombra del hombre que no me dejaba en paz, solo que esta vez a unos pasos de mí.

—Jamás...escucha con mucha atención, nunca volveré a hacerlo —El solo se rió de mí.

—No hagas promesas para luego no cumplirlas.—Negué con la cabeza. — Entonces... ¿por qué no lo has sacado?— Tenia su punto y por ello no respondí, solo volví a fijar mi vista en mi pierna.

—Eres nuestra.

Sólo podía llorar sin saber que hacer, mientras pensaba en todos sintiéndome una completa inútil.

Tome el cuchillo entre mis manos y lo saque lentamente, grite por el dolor que esto causo en mi pierna, mire fijamente el cuchillo y no sentí asco por ese objeto, en cambio disfrute el verle de nuevo conmigo, fue una sensación que me aterro por completo.

Para Lo Que SeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora