Parte 12. Navegando en Aguas Misteriosas

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– Dejen de pelear o ella muere, – siseo Sebastián con ojos llenos de locura.

Isabelle intentó pelear, pero el cuchillo se presionaba fuerte contra su piel, y gotas de sangre ya comenzaban a caer. Alec apuntó una flecha contra la cabeza de Sebastián, pero no podía disparar por miedo a herir también a su hermana.

Todos dejaron de pelear y veían la escena.

– Déjala ir, – dijo Alec. – No voy a dejar que le hagas daño a otro miembro de mi familia. –

– ¿Crees que puedes detenerme? – Sebastián se burló, mirándole con desafío. – ¿Cómo me detuviste cuando asesiné a tus padres? –

– No estaba ahí, – Alec contestó, mirando a Isabelle. Ella le miró directamente, comunicándose sin palabras como siempre lo hacían

Isabelle asintió y Alec sonrió a medias.

– ¡Si, porque estabas demasiado ocupado acostándote con un criminal! – Sebastián exclamó, mirando a la multitud. – ¡Necesitan un rey que sepa sus prioridades! –

– Estaba en una misión diplomática para la mejoría del reino, – Alec gruñó. – Firmé acuerdos e hice tratados de negocios para mantener a Idris sano y salvo por décadas futuras. Y Magnus no es un criminal. Los juicios de La Clave le declararon inocente, – declaró Alec, sin despegar la vista de Sebastián. – Es un hombre libre. Y hay una carta firmada por el Rey que lo prueba. –

– ¡Yo soy el Rey! – Sebastián gruñó– Y yo decido quien es libre y quien no. –

– No eres nada más que un hombre enfermo, – Magnus suspiró. Dio un paso adelante, haciendo señas a sus tropas para que no pelearan. – Y estás acabado, Morgenstern. Déjala ir y acepta tu derrota. –

– Nunca, – Sebastián gritó, sin despegar la vista de Alec. – Tengo pruebas de que manipulaste a La Clave para que declararan a tu pirata inocente. –

– De hecho, – Ragnor intervino. – Tu inventaste esas pruebas. –

Ragnor se paró a un lado de Magnus. Su rostro estaba rojo por la pelea y lleno de sudor y tierra, pero aun así su presencia imponía.

– Fueron hechas por la misma mujer que lleva años haciendo el trabajo sucio de los Morgenstern. Esto seguro de que Iris Rouse no tendrá problemas en confesarlo todo una vez que se de cuenta que está tan acorralada como tu. –

Sebastián frunció el entrecejo.

– Como la vez que hiciste que asesinaran a los padres de una pequeña niña después de que Iris te dijera que ellos comenzaban a sospechar de los negocios sucios de tu padre, – Ragnor concluyó, viéndole desafiante.

– No pueden probar nada, – dijo Sebastián, viéndose bastante pálido.

– Podemos, – Magnus argumentó, lanzándole miradas asesinas. – Rastreamos a Iris a su casa y encontramos mucha evidencia contra ti, tu padre y sus corrupción. El problema con el miedo, Sebastián, es que hace a la gente cautelosa. Y la gente cautelosa, siempre guarda pruebas con las cuales poder salvar su pellejo. Por eso Iris guardó pruebas de todo lo que tu y tu padre hacían, incluyendo evidencia falsa que hacía quedar a el Rey Robert como corrupto. Pero eso solo es una pequeña parte de una lista demasiado larga. –

Alec no prestaba atención a las reacciones de Sebastián, aunque podía imaginarlas. En su lugar, estaba enfocado en Isabelle. Ella lucía furiosa y determinada, de una forma que Alec conocía bastante bien.

A Pirate's Life For Me (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora