Me voy

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Narra Theo:

Despierto en una cama distinta, en una habitación distinta. Me levanto, y descalzo voy al living para luego ver a mi querido amigo Fernando sentado en su amado sillón viendo el Mundial.

— Si no supiera que ayer te rompieron el corazón, te estaría puteando en mil idiomas por no ver el partido— dice mi mejor amigo.

— Lo sé, ¿Cómo vamos?— le pregunto.

— Le estamos haciendo el orto a Francia— me dice sonriendo— Aunque estos franceses juegan bastante bien, muy bien a mi opinión.

Trato de sonreír, haciendo una especie de mueca extraña.

Suspiro y me siento a su lado a ver el partido.

Partido en el cual, a medida qué pasan los minutos, me pone muy nervioso y más al saber que al finalizar quedamos descalificados del Mundial.

Después de unas lágrimas derramadas y puteadas, nos calmamos y decidimos pedir unas pizzas, para luego ir a mi ex-departamento a buscar lo que me falta.

— ¿Estás seguro de ir hoy?— me pregunta Fernando.

— Si, porque si no es hoy va a ser mañana y me va a doler más— suspiro — Creo que con el tiempo el dolor se va, ¿No?

— En realidad el dolor no se va, sigue estando, pero lo que hacemos es olvidar a medida que pasa el tiempo.

Me sorprende la respuesta de mi amigo, por lo tanto hago una mueca de sorpresa, a lo que él se ríe. No es de forro ni nada, pero Fernando no es un pibe que piensa lo que dice y mucho menos a ml dar un consejo o una opinión.

Después de estar boludeando un rato, nos encontramos en la puerta del edificio, donde pensé que podía ser feliz junto Valentina.

— Voy a estar acá por si me necesitás, amigacho— al finalizar me da dos palmadas en la espalda, dándome, a su manera, suerte.

— Gracias, Fer— le sonrío— Cualquier cosa te llamo.

Y sin más que agregar, me dirijo a la puerta del edificio para luego estar tocando el timbre del departamento.

Pasados dos minutos la puerta se abre dejándome ver a una Valentina muy diferente. Esta chica que está parada delante mío, se encuentra en una bata rosa, con sus pantuflas de conejo y un rodete mal hecho. Y descartando el hecho de que tiene los ojos hinchados, sin una gota de maquillaje y en su mano se encuentra un cigarrillo.

Mi ex al verme, da una calada al cigarrillo para luego tirarme el humo en la cara, mirándome dolida.

— Así es como se siente, ¿No?— me pregunta sarcástica— ¿Así se siente estar con el corazón roto? — me mira y se ríe— ¿Así de mal me veo como para que me mires con esa cara, Theo? — finaliza abriéndome la puerta, dejándome entrar.

Decido ignorarla y entro. Lo primero que puedo ver es un montón de cajas al costado de la puerta, llenas de lo que supongo que es mi ropa y pertenencias.

— Gracias— le digo, ya que lo que menos me esperaba de ella es que me hiciera este favor.

Dirijo mi mirada hacia ella, la veo recostada en la pared mirándome con sus hermosos ojos color mar, los cuales desbordan en lágrimas.

Valentina viene rápidamente hacia mí y me envuelve en un abrazo mientras nos rompemos.

— Perdón— balbucea entre hipidos— No te merecías que te hiciera eso— se separa de mí y limpia cualquier rastro de lágrimas de su cara— Vos te mereces a una persona que te valore y que no te desperdicie— dice mientras vuelve a acercarse para limpiar con sos manos mis lágrimas. Carraspeo y delicadamente la separo de mí.

— Me voy— la miro directamente a los ojos— Y por lo que más quieras, Valentina, no me busques— le digo despidiéndome de ella para lo que yo calculo un "para siempre".

TheoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora