MEMORIAS

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MEMORIAS:

Sakura permanecía recostada en la cama, las manos de su sensei exploraban su cuerpo por debajo de la blusa, cada caricia parecía dejar una línea de fuego que elevaba su ritmo cardíaco de forma casi peligrosa. El ninja parecía conocer cada curva de su cuerpo y aunque eso la sorprendió el placer que experimentaba bloqueó cualquier otro pensamiento; Sakura se dejó llevar y olvidó la vergüenza de estar bajo el cuerpo de su sensei, la venda que impedía ver todo lo que sucedía solo elevaba su expectación al estar completamente a merced de ese hombre. Sintió su blusa subir y una serie de recuerdos asaltaron su mente, parecía ya haber estado en esos brazos antes, ese aroma que inundaba sus pulmones aún estaba fresco en su cuerpo, recordaba sus labios. Era un beso apasionado, sin ninguna clase de restricciones, era la expresión pura del deseo que sentían por el otro.

Su blusa terminó por salir y quedar ligeramente expuesta, su respiración aumentó cuando los labios de su sensei bajaron hasta su cuello, cuando sus manos recorrieron su cuerpo semidesnudo, al sentir una presión de los más placentera sobre ella. El ninja besó su cuello con dedicación, bajó desesperado los tirantes de su sostén y recorrió idus hombros y parte de su descubierto pecho, su lengua viajaba con decisión y erizaba permanentemente su piel, cada centímetro.

Pasaron algunos minutos entre besos y caricias suaves, entre pequeños y cortos jadeos de ambos. De pronto Kakashi giró a la joven boca abajo, terminó de desabrochar el sostén, su espalda quedó completamente desnuda y él aprovechó para besar y saborear cada centímetro de piel desnuda, acarició su sedosa melena y hundió su nariz en el cuello para recordar y jamás olvidar su exquisito aroma ; levantó su cadera sólo lo suficiente para quitar la falda y las delicadas bragas rosas que la cubrían, al final la ninja estaba completamente desnuda bajo él.

Sakura se estremeceó al saberse desnuda, su piel sucumboía ante las manos que la tocaban, la sorprendió la forma en la que cada fibra de su cuerpo se entregaba a su sensei. La joven seguía de espaldas, se aferraba a las sábanas y mordía su labio inferior intentando callar algunos descontrolados gemidos. De pronto las caricias, los besos y cualquier otro toque cedieron, se podía oír movimiento de ropa y un cierre que bajaba rápidamente, era fácil saber que el ninja se despojaba de su ropa.

La chica sintió el cuerpo de su sensei recostarse sobre el suyo, ambos completamente desnudos. Aunque no fuera más que un simple toque, de un cuerpo sobre otro, la médico se sentía en éxtasis, el pecho desnudo del ninja contra su espalda, sus manos se aferraron a las suyas, sus labios besaban su cuello y su miembro erecto presionaba en la entrepierna, un contacto demasiado íntimo.

La giró con suavidad, cuidadosamente se colocó sobre ella y se apoderó de sus labios, de nuevo sus lenguas se encontraron y saciaron la sed del otro. La manos del encargado del equipo siete no se estaban quietas, llegaron hasta el pecho de la alumna y acariciaron esa delicada piel, su pequeño pecho era perfecto, estaba firme y erecto, cabía con exactitud en sus manos, podía delinear cada curva. Pronto fueron sus labios lo que probaron esa piel, su boca húmeda recorrió y succionó pasionalmente, se deleitó y llenó de placer a la joven que se movía inquieta bajo su cuerpo, se movía ocasionado un peligroso toque entre ambos que despertaba y provocaba el instinto en ellos.

Sakura quería deshacerse de la estorbosa venda, sabía quién era el hombre que la tocaba, sin embargo quería y ansiaba verlo, observar cada toque y caricia y sobre todo ver al hombre responsable de la excitación que sentía, el culpable del placer que la invadía y bloqueaba cualquier alerta de peligro que pudiera sentir, porque a pesar de sentirse en el cielo, una pequeña parte de su cabeza, la única que parecía seguir cuerda, le advertía que no terminaría bien, que antes no había terminado bien.

-Sakura- jadeó el ninja sobre su cuerpo, eso fue suficiente para olvidar cualquier advertencia. La falta de vista la dejaba completamente bajo el antojo de su sensei, no podía saber cuál sería su siguiente movimiento, donde estarían sus manos o sus labios, era un acto puro de confianza y ella había asegurado confiar en él -Jamás te haré daño- le aseguró, sin embargo una parte de ella protestó. No tuvo tiempo de seguir pensando, el hombre sobre ella la besó de nuevo; lenta y seductoramente se apoderó de sus labios y cada pensamiento que surgiera. Era un beso diferente, parecía dedicado a ella, sola a ella y a ese momento, como si no pudiera pensar en nadie más, era un contacto íntimo y puro, suave pero firme, dejó sin aliento a la joven.

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