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Mientras caminaba de regreso a su casa el remordimiento se apoderaba de Dean, no ayudo en nada que Sam estuviera esperándolo en la cocina.

-Sammy, no necesito esto...- dijo sin levantar la vista, no quería ver la mirada de decepción de su pequeño hermano -lo sé, me comporte como un imbécil. Me siento horrible-

-Oh que pena Dean, tú te sientes horrible, discúlpame por no preocuparme por tus sentimientos-

-Sammy...-

Sintió a Sam acercándose a él, pero aun así no pudo levantar la mirada.

-No Dean, recuerdas como siempre me defendías cuando alguien intentaba molestarme o golpearme. Siempre me sentí seguro porque sabía que estarías ahí para mí y todas esas personas también lo sabían, ¡MIRAME!- grito Sam.

Dean levantó poco a poco la vista y se dio cuenta que jamás olvidaría la mirada que Sam le estaba dando.

-Hoy tú te aprovechaste que no había nadie que defendiera a Castiel, hoy Dean tú fuiste un cobarde-

Con esas palabras Sam dejo la cocina, dejando a Dean sumido en un oscuro silencio.

***

La mañana siguiente fue dura para Dean. Pasó la mitad de la noche sintiéndose como una mierda, tratando de encontrar excusas para lo que hizo, diciéndose a sí mismo que no era gran cosa, pero lo era, y él lo sabía.

Lo que más atormentaba a Dean eran las palabras de Sam, se repetían una y otra vez en su cabeza. Cuando finalmente se quedó dormido, seguía viendo a Castiel, esperándolo en frente del cine durante una hora, luego veía sus grandes ojos azules, llenos de tristeza y miedo cuando vio a todos reunidos en el auto.

Dean había intentado atraparlo. En el momento en que vio sus ojos, había salido del automóvil, gritando su nombre. Pero solo hizo que sus amigos se rieran más.

-¡Vamos Dean, el tipo es un bicho raro!- le había dicho Benny por milésima vez ese día.

-Recuerdas aquella vez, cuando teníamos 12, y el maestro comenzó a gritarle porque no trajo el dinero para el viaje escolar. El tipo comenzó a llorar y terminó orinándose y escondiéndose en una bola en la esquina de la habitación, pidiendo que no le digan nada a su papá. Y es solo una pequeña cosa comparada con todas sus rarezas- dijo Alastair, como si decirle eso ayudaría a Dean a sentirse mejor.

Trató de pensar en una forma de enmendar las cosas con Castiel.

¿Tal vez podría invitarlo al cine otra vez? No hay forma de que diga que sí, esa era una idea estúpida. ¿Podría proponerle un viaje a casa? Aparentemente a Castiel le tomaba 30 minutos llegar a la escuela porque tenía que caminar, y como está congelado, había muchas posibilidades que diga que sí. Pero de nuevo, probablemente pensaría que era otra broma.

Dean ingresó al estacionamiento de la escuela.

¿Tal vez podría ir a ver a Castiel, decirle que lo sentía y así la sensación de culpabilidad desaparecería?

Salió de sus pensamientos cuando vio a un grupo de niños rodeando a alguien mientras se reían. Dio un rápido vistazo y pudo jurar que su corazón dejó de latir por un momento.

Castiel estaba en el centro del círculo, en el suelo, cubriéndose la cabeza con las manos, mientras que los demás lo pateaban e insultaban.

-¿Así que esto es lo que eres Cassie? No solo eres un bicho raro, sino también un idiota. Apuesto a que separarías las piernas y te arrodillarías para cualquiera de los muchachos de esta escuela-

Dean podía sentir su sangre hirviendo, empujó violentamente a los niños que estaban en su camino, sin preocuparse de quiénes eran, y se arrodilló frente a Castiel. Trato de poner su mano sobre el hombro de Castiel, pero eso solo hizo que Castiel temblara más fuerte.

Inesperadamente tú │DestielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora