besitos y notitas

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Jung Hoseok nunca había considerado nada como indispensable para vivir (dejando de lado el oxígeno, claro está). Y es que, a pesar de que una vida sin Yoongi sería una vida sin sentido, el podría vivir sin él. Sabiendo que Yoongi estaba en algún otro lugar de ese mismo planeta y respirando, siendo feliz, tal vez. Él no necesitaba de la presencia de Yoongi a su lado para mantenerse en ese mundo, pero podía afirmar que esta hacía su estadía mucho más placentera.

Eso hasta que sus labios y los de su mejor amigo se encontraron.

No moriría por no volver a besar a Yoongi, pero no estaba seguro si una vida sin ello valdría la pena. No ahora, que había tenido un poco de lo que no sabía que necesitaba, pero necesitaría de ahora en adelante. Hoseok nunca había probado las drogas, ni algún tipo de sustancia adictiva, pero ahora... se preguntaba si se sentía la mitad de bien, porque de ser así, podía llegar a entender a los adictos.

Los rosados belfos de Yoongi eran más suaves de lo que se veían, si esto era posible. Y su tacto se sintió tan suave al roce que no reprimió la necesidad de intensificar el beso, estaba más que bien con el delicado movimiento entre ambos y se preguntó: si ya era tan bueno ahora, ¿cómo sería cuando fuera otro tipo de beso? Sentía a su alfa feliz en su interior, pero no como en otras ocasiones, en las que Hoseok había estado tan extasiado que había agitado su interior. En ese momento se encontraba tranquilo, con una serenidad nunca antes conocida y sin prisas de nada.

Sintiendo la necesidad de oxígeno apremiar conforme pasaba más tiempo sin separarse de la boca de Yoongi, y contra sus deseos, Hoseok se separó. Aún con las manos en las mejillas del azabache, alejó sus rostros un poco, escasos centímetros separando sus narices pero con espacio suficiente como para que Hoseok pudiera admirar la vista.

Yoongi tenía los ojos cerrados, y si esto no era lo más bonito que había para ver en el mundo, podían dejarlo ciego ahora, porque no necesitaba ver más después de eso. Sus rosados labios destacaban en la palidez de su rostro y Hoseok probablemente estaba alucinando, porque podría haber jurado ver pecas esparcidas en su nariz.

Besable sería la palabra correcta para describir a Min Yoongi en ese momento (debería existir y ser incluida en cada uno de los diccionarios solo en su honor), su labio inferior sobresalía un poco y su expresión se debatía entre confusión, sorpresa y gozo, brillantes y humedecidos por el beso, los labios de Yoongi pedían ser besados hasta que no pudiera sentirlos. Perdido en la belleza del chico frente a él, Hoseok apenas se dio cuenta cuando Yoongi abrió los ojos.

Brillando por motivos que Hoseok presumía conocer, las pestañas de Yoongi aletearon al encontrar la mirada del otro, apresurándose a mirar a otro lado y pretender que no sentía los taladrantes ojos de Hoseok sobre su cara. Pero es que el menor nunca había tenido en realidad una vista tan cercana de la cara de Yoongi, y ahora que lo hacía, se le era difícil creer que un ser tan precioso pudiera ser real, aunque la piel bajo sus manos no se sentía para nada como un sueño (tampoco se veía capaz de poder imaginar algo tan perfecto).

Razón por la cual besó la pequeña nariz de Yoongi, consiguiendo llamar la atención del omega, quien ahora sintiéndose desafiado, se centró en mantener el contacto visual con Hoseok, levantando un poco la barbilla con obstinación. Hoseok sintió ganas de reír a carcajadas al notar como Yoongi no había dejado de ser el mejor amigo que conocía solo por haberse besado, el haber conocido otra faceta de él no eliminaba las anteriores. Y Hoseok amaba cada parte de la voluble persona que era Yoongi.

Las ganas de reír desaparecieron cuando notó al mayor mirarlo enojado, intentando soltarse de su abrazo y lográndolo gracias a un confundido Hoseok que no mostró resistencia alguna.

—¿Quién te crees que eres para besarme? —preguntó el omega con fingida indignación, pero decidido a no facilitarle todo a Hobi, y divertirse a su costa.

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