RECUERDOS DE MARTHA

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Pero no pudimos regresar al aula en esa asignatura, pues después de firmar la lista de asistencia, en la secretaría general nos encontramos con la licenciada Martha, una señora de baja estatura, de tez morena y de cabello gris, alborotado en una maraña que asemejaba a una nube, tenía visión muy poco desarrollada, por lo que utilizaba unos anteojos tan grandes que agrandaban de manera impresionante su mirada. Tomás realizó una deducción:

-Estoy seguro que ella sabe bien de la existencia de ese depravado, es posible que nos dé más información del asunto, después de todo es la profesora más antigua que conocemos

-Dudo mucho que nos quisiera decir algo al respecto, es posible que ni se acuerde, ha de estar ocupada-; refuté aún con la esperanza de continuar con el improvisado plan de mi amigo

-No perdemos nada con intentarlo y podríamos ganar mucho-; alentó Kenia tomándome de la mano para acercarnos antes de que la maestra saliera de la secretaría general

La profesora ya abría la puerta, cuando la detuvimos, ella con una mirada confundida nos contemplaba, queriendo recordar quiénes éramos, pero entre todos los alumnos que fueron y eran suyos no lograba encontrar nuestras caras. Era lógico, porque nunca nos había dado clase, la conocíamos de físico por la formación de todas las mañanas, y sabíamos que era una educadora muy antigua de la institución por casualidad, ya que los jóvenes profesores que nos tocaban siempre nos afirmaban que habían sido sus alumnos unos años atrás. La llamamos:

-Licenciada, licenciada-; dijimos al unísono, pedí a Kenia y a Tomas que me permitieran hablar a mí;-Licenciada, espero nos sepa disculpar, pero quisiéramos hablar con usted un momento

-Lo siento, pero no me son familiares, así que no creo que sean mis alumnos, no se me ocurre ningún tema de interés que tengan que conversar conmigo, disculpen mi mala educación pero realmente me encuentro ocupada-; decía saliendo al patio

-Solamente queríamos saber algo del profesor que se llamaba Lorenzo...-; le explicó titubeante Tomas

Martha se detuvo en seco, no dio un paso más, la mano izquierda le tembló y su cuerpo perdió el equilibrio, Tomas y yo nos apresuramos a sostenerla para evitar que se cayera. Inmediatamente recobró la compostura y dándose la vuelta, con unas pocas gotas de sudor bajándole por la mejilla y corriendo su maquillaje, nos preguntó:

-¿Quién les ha dicho sobre él?, acaso es una broma

-Por el contrario licenciada, es algo muy serio y de gran importancia, sabemos que abusaba de los alumnos y que los asesinaba, y también sabemos que lo mataron-; le expliqué;- Pero queremos saber quién lo mató y en donde fue enterrado su cuerpo, porque aunque usted no nos crea él ha regresado y quiere matarnos

-Tendrán que explicarme con más detalle, pero aquí no podemos hablar, estaré más tranquila si lo hacemos en la estancia

Así lo hicimos, sentándonos a la mesa de cemento, empezamos a contarle toda la historia que habíamos vivido, y cada vez que avanzábamos teníamos la sensación de que nos creería locos, que quizás habríamos perdido la cordura y el sentido de la realidad; pero nos sorprendió que con una tranquila voz nos asegurara que nos creía y por el contrario se mostró muy sorprendida cuando llegamos a la parte de la aparición del cadáver de la niña de trenzas doradas, pues la conocía...

-¡Ella fue compañera mía hace ya cincuenta años, un día despareció sin dejar rastro alguno!-; no pudo evitar llorar por la evocación del recuerdo;-¡no puedo creer que ese bastardo la haya matado, ustedes dicen que saben en donde está enterrado su cuerpo, después que les cuente la muerte de ese pervertido de Lorenzo, quiero que me enseñen el lugar, necesito informarle a su hermano y darle santa sepultura, pobre de Diana...!

-Por supuesto licenciada, así lo haremos-; afirmó Kenia a modo de promesa

-Bien, ustedes ya saben que ese maldito violaba a los alumnos, y yo pude haber sido una más de sus víctimas, si mi ya fallecido hermano mayor no me hubiera salvado. Él ya desconfiaba de Lorenzo, y se había fijado que mi maestro me conducía a un lugar aislado, para ese entonces ya había pasado seis meses de la desaparición de Diana, me dijo la misma mentira que le había dicho a ella. Por suerte no se fijó que mi hermano con su grupo de amigos nos perseguía a una distancia prudente, ocultándose entre la maleza. Roberto ya cursaba el décimo año, era casi de la altura del profesor, su grupo era de ocho chicos, todos, al igual que él, iban armados, el pervertido al llegar al lugar que prefería, me agarró del hombro, me dio la vuelta, haciendo que le viera directamente el cierre del pantalón; me tumbó al suelo...-; se detuvo para limpiarse las lágrimas y suspirar por abrir todos los recuerdos reprimidos;-...Yo gritaba con todas mis fuerzas, pedía ayuda, él me amenazaba con su navaja...-;nos impresionaba la similitud de las dos historias;-...Tenía miedo, y pataleaba, hasta que escuché un sonido sordo y sentí su pesado cuerpo caer sobre mí, mi guardián, mi hermano me había salvado, se había arriesgado a acercarse, coger un palo botado a pocos metros y pegarle fuerte en el occipital. Seguía pateando, hasta que escuché a mi hermano tranquilizándome y haciendo un lado el cuerpo de Lorenzo, mis suposiciones fueron afirmadas por uno de sus amigos al tomarle el pulso, el porrazo lo había matado...

Nuestras miradas de completa estupefacción le desconcentraron por un momento, por un segundo se quedó en blanco. Y es que nos era imposible no quedarnos sorprendidos al descubrir quien había logrado dar paz a todas las almas infantiles. Pero como dije, solo fue por un segundo, pues casi de inmediato recobró el hilo del relato:

-...Los nervios se apoderaron de nosotros, yo no dejaba de llorar al imaginarme lo que nos podría pasar si se descubría el asesinato, ya me veía en la cárcel...'Pero mi hermano con sus amigos se las arreglaron para hacer una fosa común lejos de allí y enterrarlo, acordamos también nunca hablar de ello. Al igual que nuestros compañeros, se dio por desaparecido al maestro y con el paso del tiempo, las búsquedas cesaron...No se pueden imaginar cuanto me costó disimular que no sabía nada, el interrogatorio que nos hicieron las autoridades, pero me tranquilizaba al saber que había sido por defensa propia, además la presencia de los investigadores no me era extraña, por lo que simplificó un poco la lucha interna que sufrí...-; guardó el pañuelo en su maletín y se levantó;-...Eso es todo lo que puedo aportar, es todo lo que sé, espero que les haya sido de utilidad

- Nos fue de mucha ayuda licenciada, y agradecemos su colaboración, además de confiar en nuestra palabra, no muchas personas lo hubieran hecho, por el contrario, nos hubieran tildado de chiflados-; le agradeció Kenia

Pero la maestra nos recordó la promesa que habíamos hecho, y nosotros la cumplimos. Le guiamos con cuidado que nadie nos observara (del mismo modo en que aquel pervertido lo hacía cuando llevaba allí a los pobres niños) al lugar que recordábamos era donde se encontraban los restos de Diana, ella se arrodilló sin preocuparle ensuciar el uniforme, y con palmas en la cara inició con el llanto de una amiga que por fin había encontrado a quien consideraba su hermana. Nosotros permanecimos inmóviles, observando como la niña de trenzas doradas, con su aspecto ensangrentado, aparecía al lado de la arrodillada señora y con su pequeña mano le acariciaba el cabello:

-Puedo sentir su presencia-; afirmaba la licenciada

Iba a decirle que allí estaba, pero me detuvieron. Me pareció injusto que solo nosotros podamos verla, pero también me parecía lo mejor, ya que al observar en las condiciones que terminó Diana, era posible que se hubiese asustado, incluso con la edad que tenía hasta pudo darle un paro cardiaco. Así que solamente permanecimos inmóviles, algún minuto, hasta que Martha se puso de pie, y limpiándose las lágrimas nos indicó regresar a clases.

LA OUIJA DE PAPELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora