[ 2 🌸 ]

260 37 7
                                    

Habían pasado tres semanas de ese fatídico día. Sus amigos, las personas más cercanas a la azabache —además de sus padres—, notaron un comportamiento extraño. Cuando le preguntaron, ella lo excusó por cansancio. Y no se equivocaba, no del todo.

Está cansada. Cansada de Kentin, de Alexy y sus engaños. Pero no podía decir nada, las palabras no salían de su boca.

¿Cómo era posible que su novio aún no le mencionara nada? ¿Cómo, después de besar a otra persona que Paulette conoce —y quiere—, podía seguir estando con ella en una relación fingiendo amarla? Ninguno habló, ninguno dijo nada. Se mentían a la cara con cursileria barata.

—Últimamente estás rara —le susurró, en un abrazo, Kentin—. Sabes que puedes confiar en mí, yo no podría engañarte.

Y yo no podría odiarte.❞ 

—Lo sé —soltó y mintió.

Una lágrima de cólera bajo por su mejilla. Quisieron seguirle más, pero se negó a dejarlas fluir. ¿Algún día saldrían todas?

La mano cosida no sintió vergüenza.
Almas solitarias que aman el dolor.

compasión | cdmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora