El primero

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Tamara

El primer chico llega entre aplausos y ovaciones. Por lo general el primero siempre es el más rápido, pero el más cobarde. El que corre primero no siempre es el que ha analizado bien lo que está pasando, solo corre por su vida. Se detiene en seco y da un paso hacia atrás planteándoselo mejor.

El segundo llega siete segundos después y el tercero le pisa los talones.

Una chica llega de las sextas y luego los demás. Cuento diez. Diez chicos sudorosos, sucios y lastimados que no entienden que es lo que pasa. Nos miran como si fuéramos leones hambrientos. Es natural, les superamos en número y muchos de nosotros portamos cuchillos en el cinturón y otros no les importa jugar con ellos mientras observan a los recién llegados.

El segundo esta tan blanco como el papel y no deja de mirar de reojo a su espalda. Hace sonar los huesos de la mano.

Luis ríe tan fuerte que los nuevos dan un salto sincronizado y posan su vista sobre él para no volver a quitársela de encima. Es normal. Luis es alto, musculoso, su piel es tostada y siempre está sucia. Exhibe un bonito corte a la altura del ante brazo de casi veinte centímetros que desaparece bajo el codo. Esta de cuchillas frente a su nuevo grupo y no deja de hacer girar su viejo machete en el aire. Pasa la mano por el borde afilado y sonríe hacia el primer chico que llegó.

-¿eres el primero?- apunta al chico de cabello oscuro que no pierde de vista el brillo oxidado del machete.

Los nuevos miran hacia el costado y un chico más bajo le da con el codo al chico que Luis apunta.

-¡que si has llegado de los primeros!

-sí.

-bienvenido- sonríe Luis y le hace una seña al chico. Este se acerca indeciso hasta quedar frente a frente a Luis- la próxima vez, contesta con un ¡sí, señor!- se pone de pie y empuja al chico de la nuca para que este sea capaz de mirarlo- tú serás mi número nueve.

Berni ríe y toma al chico del rostro. Lo examina por un segundo y lanza un grito de victoria. El chico sonríe sin entender. Todo el grupo de Luis lanza un grito de guerra y termina por empujar a su nuevo compañero hasta el final. Nadie pregunta su nombre ni le vuelve la mirada luego de eso.

A mi lado Pedro parece estar revisando sus cartas y analiza su primera jugada intentando disimular lo mal que se ven los nuevos. Son diez, tienen cerca de diecisiete años exceptuando al pequeño con pecas que ha dado el codazo al número nueve de Luis. Él pequeño debe tener trece, es delgado, su estatura y el rojizo de su cabello corto sobresalen.

-Luis tiene al más rápido, lo lógico es que escoja al segundo. Pero sigo pensando que si lo hago- Pedro me sostiene la mirada vacilante- si escojo al segundo, tercero y al que llegó cuarto. Los otros morirán quizás mañana.

-no es tú trabajo protegerlos- le recuerdo.

-no- sacude la cabeza- pero se supone que al menos les dé una oportunidad.

-terminaron aquí, se les han acabados sus oportunidades- Yoel se aproxima desde atrás.

-Veámoslo así. Codos podría ayudarnos.

-¿Codos?

-el bajito.

-no.

-hay una chica- Yoel apunta – necesitamos alguien que cocine.

Mientras hablamos el grupo de Iván se lleva a un chico alto y uno de camiseta verde. 

El BunkerWhere stories live. Discover now