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Lauren

Ahí estaba yo. Delante de aquella casa. En la acera llena de hojas secas que caían del árbol (también seco) que había en el jardín del frente.

Era tan distinta. No era como la de mis recuerdos. La de mis recuerdos era azul, colorida, llena de vida. Porque claro, había vida alguna en ese entonces, no como ahora. Ahora era un simple y vieja casa, gris, opaca, triste.
Si le prestabas un poco más de atención, hasta tenía expresión alguna, expresión la cual era triste, apagada, melancólica.
«¡Véndeme, por favor!» pedía gritos aquella casa desde el exterior. Incluso el estúpido árbol se había secado como un pobre animal en desierto, aunque estuviésemos en plena primavera, parecía ser el mismísimo otoño. Las hojas del árbol estaban todas amarillentas, y repito, también estaban tiradas por toda la acera.

“Pobre casa” pensaba yo.

Sin embargo, ahora me pertenecía, ahora era mía. Toda mía. Podía hacer lo que quisiera, incluso quemarla si se me daba la gana. Claramente no la quemaría, toda mi infancia y adolescencia estaba en ella, incluso mis recuerdos con... Camila.

Su cabello castaño y largo que caía cono cascada por su espalda. Las curvas que sus labios formaban cuando sonreía, el cómo sus cejas se arqueaban cuando se ponía triste... Todo era tan...

«¡No es real, Lauren!» Me digo a mí misma desde mis adentros y sacudo mi cabeza de lado a lado para borrarme aquella imagen que hacía apto de presencia en mi mente.
Paso saliva mientras camino sin cuidado alguno hasta la entrada de la casa, arrastrando mi maleta conmigo.

Siento el como algo impide que siga caminando, deteniendo por completo la maleta. Doy la media vuelta y me encuentro con que las estúpidas rueditas de mi estúpida maleta se han atorado con un montón de pasto seco y sucio que había en el camino a la entrada.

—Joder... —Murmuro mientras con fuerzas jaló la maleta para desatorarla, logrando así que una de las estúpidas rueditas se rompa. Genial, todo bien, estupendo como siempre Jauregui, lo haces todo bien, ¡como siempre!

Ruedo los ojos y tomó la maleta desde la agarradera y comienzo a cargarla.
Ahora nada se interpondrá en mi camino.

O eso pensé hasta que una piedra se atravesó en mi camino, haciéndome caer completamente al piso, besando el pavimento. Escucho unas risillas a mis espaldas, y pienso que se trata de unos chiquillos que van pasando, viéndome tirada en el suelo. Claro, ríanse, pero no me ayuden, ¡gracias madres de hoy en día por educar a sus pillos de esa manera! ¡son tan caballerosos!

—No es gracioso... —Murmuro mientras me levanto, sacudiendo mis rodillas, me doy la media vuelta y para mi sorpresa no miro a ningún chiquillo corriendo por el hecho de haber sido descubierto riendo por la caída de una chica.
Rasco mi cabeza con confusión. He de jurar que he escuchado una risa.

Alzo ambos hombros en señal de despreocupación y sigo con mi camino.

Joder, el tramo desde la acera a mi la puerta de la casa se me hace tan largo por tantas mierdas de basura que hay, pero por fin ya estoy al frente de la puerta. Introduzco la vieja llave en el cerrojo de la puerta y lentamente giro la perilla. Rechinando la puerta al abrirla, asomo la cabeza dentro de la casa y me encuentro con un interior un poco más decente que el exterior.  Las telarañas que cuelgan del techo, techo que estaba lleno de moho y poco a poco se caían los pedazos, pedazos que invadían el piso, sin olvidar las paredes las paredes que yacen desgastadas, mugrientas y feas, las escaleras con los peldaños de madera un poco viejos, pareciera que las escaleras tuvieran más de un siglo, juraba que si pisaba uno de ellos se rompería; todo era una perfecta representación de mi grandiosa persona. O bueno, al menos lo que era mi persona... Antes me hubiese resultado... Genial.

No está tan mal. A quien engaño, aunque hubiese tenido cinco o quince años, esto me hubiese resultado una total mierda.

Abro por completo la puerta y un chillido se escucha desde dentro, de pronto miro el como una bola con patas corre hacia mi y se enreda entre mis piernas.

—¡Aaaaaaaah! —Grito mientras aquel pequeño animal se desenreda de mis piernas al ser pateada por mí hacia la calle. Volando por los aires, aterriza sana y salva en la acera, y sigue corriendo por su vida, mientras que yo, de nuevo estoy en el piso, pero por lo menos estoy dentro de la casa.

Siento el cómo mi corazón late a mil por hora. Estoy ahí, recostada, con un brazo encima de mi rostro, cubriendo mis ojos, respirando agitadamente.

—Bienvenida... —Escucho en un susurro.

De inmediato me quito el brazo de los ojos y miro aquellos ojos marrones observándome.

Cierro los ojos y me levanto asustada sacudiendo mi ropa, mirando hacia todas partes... De nuevo no había nada.

Nada.  

Nada.

Joder. ¡No había nada!





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Chikas, sorrei por no haber actualizado, había estado súper ocupada con la escuela; -;

No me ha dado tiempo de hacer nada :'v99

Espero poder actualizar pronto <3

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