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Ahí estaba yo. Rodeada por aquellas cuatro paredes que estaban tapizadas con viejos dibujos míos. Ni siquiera recordaba la mitad de ellos, mi memoria se había deteriorado un poco desde la última vez que había pisado esta casa. Tan sólo podía recordar lo cálidas que eran sus sonrisas...

Vamos, Lolo, cuéntame un cuentoooo Parloteó como niña pequeña mientras abrazaba uno de sus cojines favoritos.

—Había una niña muy linda que no se dormía porque quería que le contaran un cuento, entonces su amiga le quitó su cojín y le dijo "buenas noches, descansa"...—Murmuró Lauren mientras corría como niña pequeña hacia ella y le arrebatada el cojín, quedando encima de ella. Pegando su nariz con la de Camila.

—Mmm, pero tú y yo no somos amigas, Lolo...—Susurró mientras que en su rostro dejaba ver una pequeña sonrisa mientras se perdía en los labios de la ojiverde.

Sacudí mi cabeza de lado a lado, saliendo de aquella burbuja de mi imaginación... Eran tan sólo alucinaciones mías.

Agh.

Mi estómago me dolía ya de tanto comer y el estúpido celular no tenía nada de batería. Ni siquiera recordaba haber traído conmigo un cargador.

—Mierda... —murmuro entre mis dientes mientras observo mi alrededor, estaba comenzando a oscurecer.
Dejé el celular sobre aquella pequeña mesa de centro que se encontraba en mi habitación y arqueo mis cejas al mirar algo sobre mi cama; una pequeña hoja doblada encima de ésta, de inmediato sin pensarlo dos veces, me pongo sobre mis pies y comienzo a caminar lentamente a hasta el borde de la cama.
¿Qué mierda hace esta hoja aquí?

Tomo con inseguridad la hoja y la desdoblo, mirando un pequeño arcoíris en el centro de la hoja, y al lado un..., ¿un cactus? Parecía un dibujo hecho por un niño de preescolar, pero era bastante lindo, sin embargo no pensaba conservarlo.

Dispuesta a hacer pelota a aquella hoja y arrojarla por la ventana, siento el cómo una estúpida ráfaga de viento pasa por mi espalda antes de abrir la ventana. A pesar de que la ventana estaba cerrada, siento cómo el viento tan frío como el invierno traspasa la delgada tela de mi camiseta.
Paso saliva y por instinto alguno doblo la hoja y la guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón, soltando un gran suspiro, tomo asiento sobre la cama, tirándome sobre ésta, llevo mis manos a mi rostro, tallando con delicadeza mis sienes; tratando de aliviar un poco mi estrés, entonces escucho el cómo algo vibra en medio de la habitación y lo recuerdo.

—Maldición...—Maldigo mientras me reincorporo, mirando la pequeña mesa, inclinándome para tomar el celular.

"Nuevo mensaje" Indicaba el tablero de la pantalla de mi móvil. Abro de inmediato el mensaje esperando a que sea otro del mismo remitente anterior, pero...

«El depósito ya está listo, Jáuregui. Deja de estar jodiéndome a cada rato.»

Siento el cómo mi estómago se revuelve al ver el estúpido mensaje de aquel maldito idiota. De pronto mi sangre arde como el fuego, quiero golpear algo, necesito hacerlo.

—¡AHH! —Grito mientras tomo el maldito celular de mierda, ¡no quiero saber una mierda ya!
Estando también dispuesta a aventar éste en contra de la pared cuando...

—No lo hagas...

Algo oscureció mi vista..., unas manos... Aquel calor en mi espalda, aquella calidez, el cómo mi piel se enchinaba ante esta presencia, sentía el cómo mi cuerpo se estremecía, aquella respiración...

—Por favor...—Susurraba aquella voz a mi oído, aquella dulce voz; la única voz que era capaz de tranquilizarme—...Lolo...

—¿Camz...?

You're in my head; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora