44. Pequeñas y dulces traviesas

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JANE POV

Shakira y Elizabeth acaban de cumplir dos meses y ya estaban muy grandes. Según Carlisle, parecían niñas de un año un poco más pequeñas. Sus pequeños cuerpos, en nada se parecían a los de un bebé de un año si las comparaba con las imágenes de bebés que buscaba. Sus proporciones eran más equilibradas y esbeltas, guardando un gran parecido con el cuerpo de un adulto. Sus ojos azules, iguales a los míos, demostraban una inteligencia inusual para ser bebés tan pequeñas. Sus cabellos eran de un negro sumamente brillante y suave, poseían unas suaves ondas, aunque prácticamente eran un noventa por ciento lacio como el mio, eran tan largos que casi les llegaban a la cintura. Sabía que en algún momento debería cortarles el cabello, para que no se convirtieran en pequeñas Rapunzeles morenas, sin embargo, me daba mucha pena cometer un acto tan cruel.

Para mi alivio, dejaron de tomar mi leche ni bien cumplieron tres semanas de vida. Su dieta ahora, se componía de un vaso de leche común y sangre humana donada. Por más de que intentaramos hacer que comieran algo de comida humana, ambas se negaban. La leche la toleraban a regañadientes aunque sentían una clara preferencia por la sangre. Eso era toda una cuestión, la sangre humana. Carlisle y Esme se negaban rotundamente a matar humanos para obtener la sangre, por lo que Carlisle debía usar su licencia de médico y comprar litros de sangre, que los humanos donaban, inocentemente creyendo que salvarían vidas, en diferentes bancos u hospitales.

Otra cosa que agradecí fue su intolerancia a los cuentos infantiles. Realmente no tenía paciencia para leerles esos libros una y otra vez. Gracias a su acelerado crecimiento, sus mentes eran muchísimo más adultas que sus cuerpos y cada vez avanzaban más. Eso, sumado a mi elevado coeficiente intelectual, que en ellas sería un poco menos gracias a Benjamín y su coeficiente normal, me hacía leerles los grandes clásicos de la literatura universal. Los días que estaban más inquietas, comenzaba a recitar los versos de Tennyson o algún otro poeta para que los ritmos de la lírica y la música clásica de fondo las hiciera dormir.

Después de pasar tiempo con ellas, pude darme cuenta de lo diferente que eran sus personalidades. De hecho, ya podía predecir vagamente como serían cuando llegaran a la edad adulta. Shakira era la más traviesa e inquieta. Por lo general, demoraba mucho más en hacer que ella se durmiera. Le encantaba jugar con mis mechones rosas o verdes, si usaba algún collar también lo usaba como juguete. En realidad le gustaba cualquier cosa que fuera brillante y colorida. Elizabeth, por el contrario, era mucho más tranquila. A ella le encantaba estar en mis brazos o en los de sus abuelos, para dormirla solo había que hablarle dulcemente y acariciar su cabello. Era muy curioso como los ojos de Elizabeth parecían dulces e inocentes, mientras que los de su hermana mostraban diversión. Verlas me recordaba un poco a Alec y a mi. Alec era paz y calma como Elizabeth, yo era tormenta y caos como Shakira prometía ser.

Algo que a todos nos preocupaba, era que aún no hablaban ni caminaban. Según Carlisle, al momento de nacer era híbridas puras como Renesmee, sin embargo, con el correr de los días, su mitad vampírica comenzaba a predominar haciendo que empezaramos a considerar la posibilidad de que terminaran siendo vampiras completas una vez que llegaran a la edad adulta. Renesmee comenzó a hablar a la semana de vida con una gran entonación, en su caso, solo lo hizo para llamar la atención debido a que las personas a su alrededor estaban solas. A las tres semanas comenzó a caminar, aunque pudo haberlo hecho desde antes, ya que cuando lo hizo, fue para imitar a Alice.

En lo personal, estaba preocupada de que despues de 2 meses no hayan hecho nada, ¿como podría saber si necesitaban algo más? A Benjamín parecía no importarle demasiado. Él y Aro seguían estando juntos mientras yo me encargaba de todo otra vez.

No solo debía cuidar a mis hijas y estimularlas para que hablaran y caminaran, también debía hacerme cargo de todos los asuntos del palacio, que, para mi sorpresa, eran una enorme pila de cosas atrasadas porque mi querido creador no hizo absolutamente nada. Sabía que si quería, podría convertirme en vampira y realizar el trabajo por las noches, pero me sentía muy cómoda siendo híbrida, no quería renunciar al placer de dormir tan pronto. Cada vez entendía más a las madres humanas y entendía un fragmento de una canción

Lady VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora