La noche más rara

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No podía dormir, mi mente estaba en todos sitios y en ningún lado a la vez, tenía un extraño presentimiento... Además, el resplandor no me dejaba cerrar los ojos. Miré el reloj, eran las once y media y a esa hora ya debían estar todos en sueño profundo. Decidí vestirme y salir a tomar el aire a la azotea. Me llevé el líquido raro, por si acaso.

Estuve caminando en círculos un buen rato hasta que me senté en el borde que daba a la calle. La gente iba y venía muy rápido, y los coches aún más. Moví el cristal entre mis manos. Noté que había alguien detrás de mi, pero pensé que eran imaginaciones, hasta que alguien me habló.

-No deberías jugar con eso -Me espetó a mi espalda. Decidí ponerme en un lugar seguro, así que me elevé y me coloqué en mitad del suelo -Dámelo- Exigió. Me di cuenta de que no era una persona, si no una... ¿tortuga gigante?

-¿Q...Qué eres?

-Es mejor que no te involucre, dame eso y olvídate de todo

-Imposible

-¿Imposible? ¿Porqué? Venga, dámelo si no quieres problemas.

-¿Te estás riendo de mí?

-No. Sólo dámelo- yo negué con la cabeza. El monstruo se acercó, quedando iluminado por la luz de la entrada. No era muy alto, tal vez medía unos centímetros más que yo. Definitivamente, era una tortuga, pero con aspecto humano. Alrededor de sus ojos había una banda azul y al lado derecho de su cabeza, dos mangos rojos y amarillos.

-En serio, ¿qué eres?- por toda respuesta, él se llevó la mano a una de las empuñaduras.

-Te lo diré una vez más, dame eso-. Dijo mientras desenvainaba una katana.

-No.

-Entonces no hay más remedio que quitártelo por la fuerza. Chicos-. Tres monstruos casi iguales que el primero saltaron a mi alrededor. Luchamos, con ayuda de mis poderes, conseguí robarles a cada uno sus armas y los acorralé. Aún tenía el recipiente en mi mano. Con la otra sostenía una de las espadas y la otra flotaba al lado. El de la banda morada estaba siendo amenazado por su propio palo, El más pequeño, tenía los nunchacus dando vueltas delante de su cara y el de la banda roja tenía sus armas de forma que una apuntaba al pecho y otra a la cabeza.

-Ahora entiendes que esto tiene que ver mucho más conmigo de lo que parece ¿no?- La verdad, me gustó decir eso en ese momento, sus caras eran increíbles. El morado me miraba con aire calculador, el naranja, casi asustado, el rojo, con rabia y el azul me observaba con una mezcla de incredulidad y de admiración. Me dieron algo de pena, así que dejé caer todas las armas menos la que estaba en mi mano, con esta bajé la hoja y le ofrecí la empuñadura. Él la tomó y las volvió a envainar, el resto hizo lo mismo.

-Leo...- dijo el naranja- Creo que deberíamos contárselo.

-Jamás pensé que diría esto, pero...- Comentó el morado- creo que Mikey tiene razón. Parece que es una mutante.

-¿Que soy qué?- chillé.

-Shh. No grites, lo último que nos hace falta ahora es que venga alguien-. dijo Leo Miré mi reloj eran ya las doce de la noche. Me llevé la mano a la cabeza.

-Es tarde. Os espero mañana a las ocho aquí mismo- me dirigí a la puerta.

-Antes de irte, ¿te importaría darnos el mutágeno?- dijo el de la banda morada.

-Lo siento, pero necesito algo que me garantice que vais a venir- Vi que el naranja corría hacia mí, así que me teletransporté a mi habitación, guardé el “mutágeno” a buen recaudo e intenté conciliar el sueño.

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Mi fanfic TMNTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora