El mundo Terrenal.

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Habían muchas cosas prohibidas para los ángeles, pero Rocko quebranto una de las reglas más severas, había intentado matar a otro ángel y por si fuera poco, uno de rango mayor.
Había sido desterrado y ahora se encontraba rodeando de gente, se exalto al no sentir sus alas, sentándose en aquella incómoda cama rebuscando con sus manos en su espalda, sin encontrar nada, ni alas ni heridas, miró alarmado a las personas vestidas de azul y bajó la mirada a su abdomen, tenía una insición, previamente suturada, dolía, pero no era tal dolor cómo el que experimentaba cada que Thom quitaba sus alas...

¡Thom!
Había caído en cuenta de que no sabía más nada de él, tal vez, él se quedó arriba, regocijandose de que lo que le dijo se hubiese hecho realidad, pero ahora mismo eso no le importaba mucho, ahora sólo estaba un poco más tranquilo. Pero la angustia pronto se implantó en su ser, al no tener la más mínima idea de que haría en aquel mundo desconocido, con instrumentos desconocidos y personas... o humanos, desconocidos, salió de su trance al escuchar a un señor con vidrios en los ojos, sostenidos de sus orejas.

— ¿Cuál es tú nombre, chico? ¿Cuántos años tienes?

Bien, ahora, ¿Cómo diría que era un ángel y tenía probablemente unos 3500 años viviendo?

— S-soy... Rocko... t-tengo... 20 años...—Dijo no muy seguro de aparentar aquella edad, pero no diría muy campante "Oh, tengo más años de los que crees, 3500 para ser exactos, mucho gusto" Bufo por aquella idea tonta que se le atravesó y escuchó "¿Y tus padres? Suspirando ante aquella desconocida respuesta.

— No lo sé... desde que tengo memoria estoy sólo...—Suspiró y miró al suelo unos instantes, hasta escuchar algunas indicaciones, seguidas de algunas "medicinas" le habían dicho, dándole ropa para que pudiera irse, pues, según decían, él ya estaba bien.

Se levantó y se visitó con aquellas ropas extrañas, aunque no muy distintas a la de los ángeles, ellos normalmente vestían un uniforme blanco, un escudo según el clan y la institución, esa ropa era de colores y figuras, con unos zapatos con cuerdas en ellos...

— ¿Qué es... esto?—Señaló los desconocidos zapatos con rostro confundido, el "doctor" río algo divertido.

— No es lo mejor, pero son unas Vans, algo desgastadas, pero te servirán para andar hasta llegar a tu hogar.—Respondió amable... ¿Vans? ¿Que demonios era eso?

Se colocó las "vans" y salió del lugar, viendo un paisaje no muy distinto al del cielo, todo estaba cubierto de un bonito blanco, pero hacía un frío infernal, quemaba cómo las llamas creadas por Lucifer, pero su cuerpo temblaba, vio algo caer sobre él, de color blanco y sumamente frío, haciendolo tiritar y castañear los dientes.

— Di-Dios... q-que f-frío...—Se abrazó a si mismo caminando un poco más, escuchando aquello blanco crujir bajo sus pies, mientras su cuerpo se paralizaba por el constante frío que congelaba sus músculos, caminó un poco más y algo casi lo arrolla.

— ¡Fíjate por dónde vas, pendejo!—Grito un humano desde una carroza de color rojo cereza, muy bonito... ¿Pende... Qué? Nunca escuchó esa palabra antes... Todo pensamiento se interrumpió al dar otro paso y encontrarse en una vereda, completamente congelado, tirándose al suelo, abrazando sus piernas a su pecho, recuperando todo aquel calor perdido, sin conseguir nada, pues sus labios comenzaban a pintarse de azul y aquel vapor que salía de sus labios aumentaba más.

Terminó viendo todo negro una vez más, pero vio una silueta, pequeña y menuda, de cabellos rizados y largos, que lo sostuvieron antes de caer al suelo completamente inconsciente.

              •~ ❄❄❄ ~•

— Hey, ¿Estás bien?

Una agradable sensación de calidez envolvía su cuerpo, sintiéndose de una manera extrañamente a salvo y en paz, sintiendo una pequeña mano acariciarle el rostro con cariño y cuidado.

— Laura, déjame ver...—Una voz algo más adulta que la de la mujer anterior se pasó por sus oídos, con un tacto cálido sobre su frente y su estómago.— Él está bien... controlamos la hipotermia, así que dejémoslo dormir un rato más... Vamos a la cocina a preparar algo, ¿Si? Cuándo despierte estará hambriento.

Escuchó los pasos más lejanos y el peso del otro lado de la cama desaparecer, dejándolo intranquilo y nervioso de pronto...  Aquellas personas le daban tranquilidad y paz, cuando se fueron volvió aquel miedo irracional por todo, abrió los ojos lentamente, inspeccionando cada rincón del lugar.

Era un sitio acogedor y lleno de calidez, un sentimiento hogareño en aquel lugar, lleno de fotos de personas y algunas flores. Un aroma dulce captó su atención, caminando hasta dónde ese olor era más fuerte.

— Oh, buen día... creímos que dormirias más, ¿Te gusta el café con leche o prefieres una leche chocolatada?—Preguntó una mujer mayor, muy agradable y amable, que sonreía tiernamente hacia él.

— ¿O leche sola?—Le secundó aquella mujer que vio antes de terminar inconsciente, sonrió e hizo una reverencia, mostrando así su gratitud hacia ella.

— Muchas gracias, de verdad, sin ustedes habría muerto allá afuera.—Dijo agradeciendo una y otra vez, besando las manos de ambas mujeres.

— Oh, no podía dejar a alguien en ese estado... De verdad no supe cómo te vi en aquella tormenta de nieve... ¿Qué hacías afuera con tan mal clima?—Preguntó la mujer de cabello rizado, él se encogió de hombros, pues, no sabía ni dónde estaba.

— No lo sé... ni siquiera sabía que eso fuera... ¿Nieve?—Dijo en forma de pregunta al no estar seguro de haber dicho aquella palabra de manera correcta.

— ¿¡Qué?!—Gritó sorprendida la mujer.— ¿¡Nunca habías visto la nieve?!—Preguntó muy alarmada, usando un tono alto, haciendo que el azabache se asustase, sólo negó con la cabeza.

— Laura, hija, deja que coma un poco y luego lo llenas de preguntas ¿Bien?—Le ofreció un plato con comida y una vaso con ¿Leche? No sabía que era eso, pero se moría de hambre y engulló todo en un dos por tres, mientras las dos mujeres lo observaban sorprendidas por su voraz apetito, que parecía no haber ingerido algo en meses.

— ¿Quieres un poco más?—Preguntó... ¿Laura? Había escuchado ese nombre, sintió con las mejillas llenas de comida, vio a la mayor levantarse e ir por más de aquel delicioso manjar, sonriendo al verlo comer tan gustoso.

— Bueno, bueno, ahora que ya comiste... ¿Cómo te llamas?

— Rocko.—Respondió sin más, devorando algo de carne que había en otro plato.

— ¿Cuántos años tienes?

— 20... Esto... ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ¿Qué es esto y qué son las "vans"?—Preguntó confundido, haciendo a las mujeres entrar en un pequeño conflicto, ¿Porqué no sabía dónde estaba? ¿Porqué tenía aquella herida en el abdomen? ¿Quién era realmente aquel chico?

— ¿Cómo que no sabes dónde estás?—Habló la mayor de todos de manera tranquila y calmada, tentando el terreno.

— Es que... Yo... no soy humano...—Confesó— Soy un ángel.

No supo por que, pero de alguna manera sentía que podía confiar en ellas, sin más lo dijo, sincerandose en aquello, pues, ellas no lo habían dejado morir, le habían alimentado y cuidado durante la noche, sabía que no eran malas personas, por ello, se arriesgó a confesar aquello.

— ¿Q-qué? ¿Un á-ángel?

— Sí... no sé que hago aquí... Perdí mis alas... y ahora no sé dónde estoy... Sólo sé que en el mundo terrenal, pero desconozco más allá de eso.—Dijo rascando su nuca nervioso.

— Okay, okay... Vamos a ver... Dices ser un ángel... ¿Qué clase de ángel eres?

Esa pregunta daño su corazón, sabía que ellas no lo decían con mala posta, pero no sabía cómo responder aquello, pues no era un ángel designado a ninguna misión, no tenía clan y no tenía rango cómo ángel, ¿Cómo responder aquello? No era un arcángel, ni uno protector, era uno de aquellos inútiles, de los que Dios se había deshecho por su inservibilidad.

Uno... uno caído... soy un ángel caído...






||• Hola, intentaré actualizar más seguido, esperó y la historia sea de su agrado, gracias por leer. 💕

I'm out—Mochi •||

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