Alas.

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Levantó la mirada sorprendido, ¿De qué estaba hablando? Su mente tuvo un corto circuito por un momento y se quedó en blanco, su ceño se fruncio y sus labios se abrieron para decir algo, pero simplemente no habían palabras justas para expresar su extraño sentir, un silencio algo incómodo se instaló en la sala, agachó la mirada observando sus vans y suspiró rascando su nuca.

— Y-yo...

— ¿Y porque estas aquí?—Preguntó la mayor de todos para sacar a ambos de ese apuro al escuchar ese nombre, suspiró mirando sus pantuflas blancas con orejitas de gato— Soy Isabel, pero puedes decirme abuelita...

— ¡O Bolillo!

— ¡Ay, Laura!—Niega con la cabeza y la mujer ríe bajito, disculpandose con un movimiento de cabeza.

La escena le causó mucha ternura, mirando con amor a ambas mujeres.

— Isa.... ¿Abuelita... Cómo... Cómo haré para quedarme aquí? No tengo ningún lugar a dónde ir...—Susurra mirando el suelo, con un sentimiento de tristeza y amargura creciendo en su pecho, no quería causar problemas a esas pacíficas y amables mujeres con su presencia, no quería ser una carga para ellas pero no tenía otro sitio a dónde ir, suspiró y sintió la cálida mano de Isabel en su hombro, levantó la mirada con los ojos apagados ante la idea de alejarse de esas personas tan cariñosas y acogedoras.

— De alguna manera llegaste a nosotras y de manera literal al decir, "caído del cielo", creó que Dios te preparo algo bueno, tanto a ti como a nosotras, no es una coincidencia, las coincidencias no existen, sólo lo inevitable... De alguna manera, nuestros destinos se conjugaron y llegaste a nosotras...—Sonríe con calidez la ancianita, con una sonrisa resplandeciente y llena de cariño, apretó su hombro de manera protectora— Te quedarás con nosotras, hasta que encuentres tú cometido... Te convertirás en mi nieto e hijo de mi Laura... A partir de hoy... Eres Rocko LaMott...-Volvió a sonreír, haciendo que sus ojos se achicaran y su nariz se arrugara un poco ante la acción.

Pero no podía evitar pensar que lo hacían por lástima, tal vez, ni siquiera creían que era un ángel y lo tildaban de loco, pero sus amables y cariñosos corazones no les permitían decir algo cómo "Eres un demente, largo de mi casa" Suspiró algo triste al considerar la idea pero, habló sin meditar sus palabras.

— No lo hagan por lástima... Sé que tal vez me oigo cómo un loco, pero dónde está mi espalda, debería haber un bonito par de alas blancas... No estoy mintiendo, de verdad que...

— No lo hacemos por lástima, ni por buscar la redención de Dios nuestro señor por la ayuda a un ángel... Te creemos...—Ésta vez fue Laura quién habló, mostrando una amplia sonrisa, dejando ver las bonitas perlas blanquecinas que decoraban los belfos color cereza, sus orbes marrones iluminadas por un bonito brillo.

— Creó que hay algo más allá de lo que mis ojos pueden ver, si, eso incluye la existencia de demonios, fantasmas, aliens inclusive... Pero, definitivamente hay algo más allá, algo que supera la visión humana, algo que ni la ciencia sabe explicar, no tengo razones para mirar con lástima a alguien tan cálido cómo tú... Quiero protegerte porque, es un sentimiento que nace de mi pecho, por eso, te ofrezco ésta oportunidad, puedes vivir con nosotras el tiempo que necesites.—Sonrió dejando ver sus pequeños dientecitos blancos, acompañados de su mano que cubría de manera tímida su boca, agachando un poco el cuerpo.

— Así que... no hay razón para que pienses eso, ni cremos que estás loco y mucho menos te tenemos lástima... Yo... también tengo ese deseo de protegerte, por que eres alguien tan puro, que cuesta trabajo desde ya creer que no seas un ángel, pues sólo tú presencia alegra el lugar, tú sonrisa tan resplandeciente que a mi corazón deja encantado—Dijo eso último con una tonada alegre, cosa que le sacó una risita al azabache- Perdón, fue inevitable no recordar esa canción... Ah, ¿Porqué no ha salido Dragon Ball?—Dice haciendo un puchero de manera inconsciente.

— Y-yo... muchas gracias... De verdad se los agradezco... No saben cuán feliz me hace el haber terminado en sus manos... Por favor cuiden de mí... Y ¡Definitivamente no quiero ser una carga!-Dijo exaltado moviendo sus manos de manera nerviosa— Yo puedo trabajar... haciendo limpieza o recogiendo basura si es necesario... Pero en realidad, no quiero ser un estorbo, haré lo que este en mis manos para ayudarlas.... Y de nuevo, muchas gracias.—Sonrió mostrando sus bonitos y pronunciados colmillos, cerrando los ojos y arrugando la nariz, provocando que unos adorables hoyuelos aparecieran en sus mejillas, las mujeres respondieron con una sonrisa de la misma magnitud.

Definitivamente odio perder sus alas, pero ganó otro par de ángeles, caídas del cielo sólo para socorrerlo, pero, si alguien le hubiese dicho lo bien que se iba a encontrar estando en la tierra, habría tomado esa decisión desde hace mucho tiempo atrás, comenzó a jugar con sus manos sin saber que decir o hacer, se sumieron en un silencio profundo, pero no de esos incómodos dónde todo es pesado, sino uno muy tranquilo y acogedor, levantó la vista hacía las dos mujeres, guardando su imagen en lo más profundo de su memoria, sus bonitas sonrisas, sus agradables presencias y sobre todo, ese sentimiento de cariño sincero que le brindan ambas mujeres, pero aún no había respondido a la pregunta de Isabel, llevó su vista al felino en sus piernas y acarició sus orejitas con suavidad, tratando con mucho cuidado al minino, suspiró y tragó saliva para aliviar el nudo en su garganta, comenzó a hablar sin dejar de ver a la bolita de pelos que descansaba en su regazo.

— Y-yo... estoy aquí por algo que no me enorgullece... Por culpa de ese acto fui desterrado y mis alas desaparecieron... Pero... sin duda, si tuviera que hacerlo de nuevo para conocerlas a ustedes dos... lo haría una y mil veces... Porqué ustedes, definitivamente, son lo mejor que me ha pasado en la vida...—Sonrió seguro de sus palabras y suspiró levemente, ahora, justo en ese momento, pensaba en Thom, ¿Se estaría burlando de él desde arriba?

Levantó la mirada al blanco techo, cómo buscando una respuesta, pero nada llegó, suspiró y volvió su vista al minino.

Pero no todo era miel sobre hojuelas.
El día del incidente había terminado con dos ángeles, ambos fueron desterrados pero uno se llevó la peor parte.

— ¿¡Qué hago aquí?! ¡Sueltenme!—Thom gritaba a dos mujeres que atendían su herida en el cuello, provocando que ambas cayeran de bruces al suelo por el susto.

— Joven, por favor, no grite así... No queremos que nuestros internos estén molestos... vienen aquí a recuperarse...

— ¡Ya basta!—Gritó de nuevo y tomó su chaqueta saliendo de aquel lugar a paso raudo, viendo unos baños por allí y entró, mirando su espalda, no habían unas alas blancas, no estaba ese uniforme bonito.

Se asustó de su propio reflejo, llevaba unas alas de demonio, carentes de plumaje, con los huesos marcados, unos colmillos notorios y afilados, garras y un par de cuernos que adornaban su cabeza, gritó horrorizado y comenzó a hiperventilar.

— ¡Joven!—Un médico lo tomó por los costados para levantarlo del suelo, pero él parecía no ver su estado, él parecía sólo ver al humano que el espejo le reflejaba, parecía ignorar esas alas y cuernos, se apartó y miró con miedo sus manos.

Thom era un demonio, había sido reclamado por el mismo Satanás en cuánto salió del paraíso.






||• ¡Hola, hola! Ya volví. :'D Después de mil décadas, ik, ¿Qué opinan de la historia? ¿Cómo creen que continúe? ¿Algún pedido en especial? 👁👁 Muchas gracias por leer.

I'm out— Mochi. •||

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