Castigo.

132 16 10
                                    

La iglesia y su supuesta palabra sagrada, condenaba cualquier clase de interacción romántica ocurrida entre personas del mismo sexo, era un pecado grave cometer en contra de las claras prohibiciones que ella expresaba, Rocko había cometido un pecado muy grave al ceder a aquel momento de tentación, aunado a el terrible hecho de haber sido cometido con un hombre, alguien de su mismo sexo, Rocko merecía un castigo de la talla, arrepentirse por su pecado y jurar no hacerlo de nuevo jamás nunca.

Un grupo de arcángeles envió a un par de ángeles a darle fin a ese comportamiento tan irrespetuoso, los ángeles se presentaron a Rocko por sus nombres, explicando la situación.

— Si quieres seguir sirviendo al creador, debes enfrentar tú castigo...

El ex-ángel no tenía idea de que su pensamiento era tan poderoso cómo para meterlo en problemas, estaba seguro de que no quería alejarse así del creador, era un chico puro y bastante temeroso, no quería ser apartado de sus humanas ni Thom aunque era el verdadero culpable, determinado asintió.

— Me disculpo por mis terribles faltas, aceptaré mi castigo para purificar mi alma y estar en paz con el creador.—Dijo con sinceridad, haciendo una reverencia en señal de sumisión y respeto a sus superiores, pero aún así el miedo no lo dejaba, siguió obedientemente a los ángeles y entró a la iglesia, no entendía porqué debería estar allí, pero siguió sin reproches.

- Nosotros cómo ángeles no podemos impartirte un castigo, así que acudimos a alguien que profesa la palabra de Dios cómo es debido...-El ángel se giró mirando al sacerdote que estaba de rodillas y con la gente pegada al suelo en señal de total sumisión y respeto- Él te dará el castigo que mereces por tus atroces actos, arrepientete y aprende de tus errores, no caigas de nuevo en tentación, o será más grave tú pecado.

Asintió manteniendo la cabeza baja, cuándo le hicieron pasar al cuarto del confesionario, creyó que le darían el típico castigo de rezar cierta cantidad del credo, ave María y padre nuestro, así que se arrodilló y bajó la cabeza cuándo comenzó el sacerdote a hablar.

—-En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Confiesa tus pecados ante Dios nuestro señor, muestra arrepentimiento y acepta tú castigo cómo un buen discípulo del Señor.

Habló con serenidad el hombre, con sus manos entrelazadas entre sí, el azabache sólo podía mirar el oficio que vestía el sacerdote, una crucifijo grande reposando en su gran panza de hombre con edad avanzada, era hasta asqueroso observarlo, así que centró sus ojos sobre sus manos y el tapiz rojo del reclinatorio.

— Confieso...—¿Qué debía confesar exactamente?, ¿Las veces que comió demás aunque estaba satisfecho, las veces que deseó alguien desapareciera de la faz de la tierra?, sin comprender que debía confesar en concreto, dijo todo, cada error que había notado en sí mismo, cada pequeña violación a los mandamientos de Dios— También confieso... haber pensado... o soñado, una situación comprometedora y lujuriosa, con mi mejor amigo...

Las confesiones del chico le parecían graciosas al sacerdote, eran cosas tan torpes e inocentes cómo "Robé una galleta del refractario cuándo mi abuela me dijo que no podía comer ni una" o "Usé calzones negros para dormir cuándo está prohibido usar prendas oscuras al hacerlo", era un chico tan ingenuo que no veía el porqué de aquella intervención divina tan significativa en su vida cómo sacerdote, pero aquello último le hizo abrir los ojos con terror, Lujuria, con un hombre, un pecado demasiado grave, ahora entendía la razón de aquella intervención, estaba sucio, manchado y corrompido por aquellas ideas liberadoras actuales, dónde no importaba si te acostabas con hombres y mujeres, dónde la blasfemia estaba en su cúspide con tanta gente homosexual pecando cómo pan de cada día. Los ángeles le habían encomendado un castigo, que hasta antes de lo último creyó excesivo, iba a hacerle rezar 40 credos y 10 de cada rezo conocido para liberar su alma, pero ahora estaba más seguro de que el castigo que los ángeles eligieron era el correcto, incluso ligero para la barbaridad cometida.
Rocko alzó la vista con el ceño algo fruncido, se había quedado algunos minutos en silencio esperando a que le dictara la cantidad de rezos que debía hacer, pero en cambio el sacerdote se quedó igual de callado.

— ¿Señor?—Preguntó confuso con el silencio tan repentino, entonces lo vio levantarse cómo si nada, le siguió el paso con la mirada, viéndolo sacar el recipiente con agua bendita— ¿Es... algo nuevo esto?, perdón, nunca había sido confesado de éste modo...

— Desnudate.

Los ojos del chico se abrieron de par en par, sus manos temblaron y su pulso se aceleró terriblemente violento, el corazón le retumbaba en los oídos, sus ojos escocieron, ¿Qué clase de castigo recibiría?

— Que te desnudes, dije...

Ahora no sólo le parecía repulsivo aquel hombre, ahora le tenía miedo, se sentía aterrado.

— ¡Desnudate!—Gritó con rabia lanzándole un vaso de agua bendita a la cara, empapandole la ropa- ¡Recibirás el castigo merecido por tus atroces actos!, ¡Serás purificado!

Cerró sus ojos al escuchar el grito, dio un respingo al sentir algo frío empaparlo, se miró y estaba completamente mojado con agua, sus manos temblaron y con suma lentitud se quitó la ropa, estaba tan temeroso que su cuerpo temblaba, cómo un cachorro mojado en pleno invierno, cerró los ojos imaginando un mejor sitio, una mejor situación, imaginando a su abuela cocinar, a Laura charlar alegremente y Thom hacer bromas tontas, todos cómo una familia, creyó que sería suficiente el haberse quitado las prendas superior e inferior, pero recibió la orden de quitarse la única prenda que cubría su cuerpo, las lágrimas cayeron por sus mejillas despojandose de la última prenda, se sentía expuesto, indefenso, sus manos temblaban, intentaba cubrirse inútilmente ante la mirada furiosa del hombre mayor, entonces lo vio pasar a sus espaldas, cerró con fuerza los ojos, apretando brutalmente sus puños, lastimando con sus uñas la palma de sus manos.
El sacerdote abrió un cajón, tomando un látigo de cuero, lo observó sintiéndose poderoso, expulsaria a los posibles demonios que habitaran el joven cuerpo, tomó una bandeja, bañando el látigo con el agua bendita, cómo si eso fuera a purificar sus propios pecados, cómo si eso lo hiciera menos excesivo, con la misma bandeja empapo al chico arodillado, desenredo el látigo y miró la espalda pálida del terrible pecador a su frente.

— Repite el padre nuestro hasta terminar, si te detienes, se sumará uno más.

¿Un más qué?, los ojos hinchados por las lágrimas de Rocko, buscaron encontrar al sacerdote, pero antes de poder siquiera encontrar su figura, sintió un golpe, un tremendo golpe que le hizo caer al suelo entre quejas y jadeos, llevó su mano a su espalda en busca de entender que pasaba, pero recibió un golpe más, uno tras otro, sollozaba y se quejaba, pero no estaba rezando.

— ¡Padre nuestro...!

Indicó el sacerdote, entre quejidos y lloriqueos Rocko hizo su mejor intento por seguir la oración, repitiendola una y otra vez con rapidez y desesperación, buscando una real salvación, pidiendo a Dios que le librara de ese martirio, pero su Dios jamás lo había decepcionado tanto.

La sangre creaba hilos carmesí que recorrían su pálida y dañada piel, de pronto se detuvo, su cabeza daba vueltas, su cuerpo temblaba cómo si no tuviera huesos que pudieran sostener su humanidad, de nuevo fue mojado con vino consagrado, haciendo que cada herida en su espalda quemara aún más, gritó y enterró sus uñas en la alfombra que ahora estaba hecha un desastre, gritó tanto que su garganta dolió, pero nadie fue a ayudarlo, nadie fue a brindarle la salvación que tanto se profesaba, cuándo pudo calmar el dolor en su delgado cuerpo, se vistió intentando inútilmente no lastimarse más.

— Los demonios han dejado tú cuerpo, eres libre, hijo mío, puedes ir en paz...

Sabía con que debía responder, pero no podía hacerlo, el sacerdote le miró cómo obligandolo a responder, las lágrimas seguían empapando su rostro, y con voz rota, con el alma y espíritu quebrados pronunció.

Demos gracias a Dios.


















||• Hoy vine algo bélica, las cosas se ponen feas para nuestro prota. uwu
Bueno, no me odien, pero era necesario. u.u
Cómo sabrán, las personas más cristianas, condenan a la homosexualidad cómo pecado mortal, tan grave cómo matar a alguien, así que, tenía que verse reflejado.
Love is Love. u.u
Bai. <3
I'm Out-Mochi. •||

Ʀαʍέ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora