Inevitable.

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Así como cuando conoces a alguien que nunca vuelves a ver, tan sólo el cruce de miradas establece un vínculo, cada momento posee un significado en tú futuro, no es la excepción para los ángeles o demonios, el vínculo entre Rocko y Thom se había creado hacía tanto tiempo y el mismo no había hecho más que hacerse fuerte cada día, estrechandose y enlazandolos cada vez más, un encuentro inevitable.

Thom caminaba por las calles en busca de nuevas víctimas, pero todo salió mejor aún de lo que planeó, vio al azabache caminando a la par de dos humanas.

— Patético.

Habló con el típico tono de burla que siempre lo caracterizaba, negó un poco y en su mente pasó el plan perfecto, sonrió para sí mismo y siguió en la distancia a la tercia quiénes conversaban y reían por las ocurrencias del azabache.

— Oh, mírate, ahora no caminas con la cabeza gacha todo el tiempo, te hice un favor.

Sólo veía las espaldas de los otros hasta que doblaron algunas calles, el sol comenzaba a molestarle y los otros parecían no tener molestia alguna, gruño caminando por los lugares sombreados que encontró hasta verlos detenerse en un complejo de casas, se quedó mirando fijamente hasta dónde entraban y sonrió con malicia pasando la lengua sobre sus labios, no en un acto lascivo, más parecía haber puesto la página final a un trágico libro, la mirada oscura que dedicaba a la espalda del otro delataba sus malas intenciones, su plan sería algo complicado, pero efectivo.
Se quedó cerca del hogar de esos tres, observando la rutina que cada uno llevaba, pero ciertamente las humanas le daban igual, cómo todo humano era tan fácil de corromper, su problema era el azabache, a pesar de ser misionero, de haber sido desterrado y de haber sufrido de malos tratos, no dejaba de ser esa alma amable, pura, que sólo podía contagiar felicidad a todos, por eso lo odiaba, no hacía nada, pero todos le tenían empatía, por eso quería acabarlo, hacerlo trizas, borrarlo de la existencia y su plan serviría sin lugar a dudas. Alguno de los días en los que el azabache salió solo, lo siguió hasta verlo llegar a lo que parecía una casa, suponía que otra misión, esperó para "encontrarlo casualmente" desarreglo su cabello y con algo de tierra del suelo mancho sus ropas y algo el rostro, se miró en el cristal de alguna casa y vaya que parecía un completo vago, comenzó a caminar cómo si no tuviera un rumbo fijo hasta chocar con el objetivo, lo escuchó quejarse por el golpe y se quedó quieto viéndolo fijamente a los ojos.

— ¿Ro-rocko?

— ¿¡Thom?!

El azabache lucía asustado, sorprendido y más que nada contrariado, nunca creyó volver a ver a su verdugo, mucho menos en esas condiciones, por su parte, el castaño mostraba una mueca de arrepentimiento, luciendo indefenso en cierto grado, por dentro regocijandose pues el primer paso había salido bien.

— ¿Q-qué... co-cómo llegaste aquí...?, ¿Qué te... pasó?—Su voz estaba algo temblante, pues ciertamente la sorpresa no lo dejaba digerir el momento, Thom, el Serafín más conocido y poderoso, frente a él, cómo un humano más, cómo un mendigo, indefenso, casi a punto de llorar, ¿De verdad era él?

— Lo siento...—Se limitó a responder quitándose de encima del otro chico, se sacó la chaqueta y se miró en un cristal limpiandose la cara y manos, cómo si pretendiera lucir bien para el azabache, suspiró doblando la prenda y colgandola en su brazo— Yo soy el que no creyó verte aquí jamás... Tú eras el único que no hacía nada en contra de las reglas del creador... Y fue mí culpa, lo siento mucho...

¿Qué? ¿Thom se estaba disculpando? ¿Con él? ¿¡De verdad?! Su cabeza daba vueltas, tan sorprendido y confundido estaba que no había logrado ponerse en pie, creyó que él se había quedado en el paraíso, contándole a todos cómo hizo que lo desterraran, riéndose de él cómo un humano más, pero estaban en la misma posición, ¿No es así? Ambos eran humanos sin más, aunque, no sabía si el otro también era misionero, era un ángel muy importante para alejarlo de ese modo del camino y encomienda de un salvador, cuando se recuperó del shock, se levantó denegando la ayuda del otro para ponerlo de pie, desvío la mirada a sus zapatos, estaba tan contrariado, una parte de él le decía que debía ayudarlo, pues ahora era un humano más pero otra le decía que no debía confiar en él, eso sólo era rencor suyo, ¿Verdad?, Thom había cambiado, ¿No es así?, suspiró y alzó la vista viendo la apagada mirada del castaño, algo en su interior se removió, debía ayudarlo, estaba decidido.

— No... no vine a pedirte ayuda, esto fue... una coincidencia, sólo... Veo que tú estás mucho mejor que yo y me alegra, ahora tengo lo que merezco...

Fue interrumpido por la voz del azabache quién habló algo fuerte por la prisa, no dejaba de ser un gritón— ¡No digas eso!... es decir... Sigo sin poder creer el verte así, pero es mi trabajo ayudar a quién lo necesite, el rencor y resentimiento no existe para los ángeles, ¿No?

— Pero tú y yo no lo somos ya... ¡Tienes todo el derecho de gritarme en cara todo lo que te hice!—Gritó con molestia viéndolo a los ojos, era tan molesto, ni siquiera viéndolo indefenso intentaba defender todo lo que le hizo anteriormente Eres tan patético pensó mirando al chico de facciones finas, el cuál le dedicaba una sonrisa, tan amable, tan inocente, No hagas eso, idiota, fue cómo si el enojo desapareciera de pronto, desvío la mirada y negó para sí mismo.

— No, puede que no seamos más ángeles, pero a mí me convirtieron en misionero, sigue siendo mi trabajo ayudar a los que lo necesiten y tú no eres la excepción... Puede que me hirieras, que te burlaras de mí, pero ahora somos personas nuevas y quiero ayudarte, quiero mostrarte que no soy un inútil... Que incluso sin alas.. puedo hacer más que otros.

— No digas tonterías...—Habló con seriedad negando con la cabeza, soltó un suspiro y volteó a verlo— Cómo sea, no estoy pidiendo tú ayuda.

— Ningún perdido la pide, soy de los que se meten en asuntos que no deben y sólo así puedes salvar a las personas, por eso no te pregunté si querías mi ayuda, sólo te la estoy ofreciendo, sinónimo de, tienes que aceptarla.

Y allí estaba de nuevo, esa sonrisa que le cerraba los ojos, mostrando los afilados colmillos y dientes blanquecinos, con las manos dentro de los bolsillos luciendo cómo un chiquillo, sin maldad alguna.

Mordiste el anzuelo, bien hecho.

Esbozó una sonrisa, que el azabache no percibió más que cómo agradecimiento, cuando el demonio la esbozaba rebosante de maldad, iba a ser un trabajo más fácil de lo que creyó, mucho más fácil.

— Está bien... Sinceramente, no he comido nada en días y...

— Tienes hambre... Mi hogar no queda muy lejos de aquí... Veré cómo convencer a Laura y su madre de que te dejen estar conmigo... Espero no sea mucha carga ya...

— ¿Laura...? ¿Quién e...?

— Una humana muy hermosa, de cabellos rizados y muy simpática, también es muy parlanchina y amable...

— ¿Puedes dejar de interrumpirme? Todavía no terminaba la pregunta y ya estabas respondiendo.

— Yo soy así, no puedo evitarlo—Liberó una estruendosa carcajada y con un movimiento de cabeza le indicó que le siguiera.

No estaba muy seguro de lo que hacía, pero sí que debía salvarlo, inclusive si él fue quién lo metió en ese lío, pero nada estaba perdido, sabía que todos podían cambiar y Thom, aunque con ese peculiar humor que tenía, parecía ser alguien distinto, tal vez inclusive podrían hacerse amigos.

Oh, claro que era distinto, Thom no era el chico que había conocido en el cielo y mucho menos el que creía, era un alma completamente corrompida que lo llevaría a la destrucción misma, un alma oscura que sólo buscaba el fracaso y dolo de otros, un demonio disfrazado de humano, alguien que ya no podía salvarse, por más intentos que se hicieran.





||• Intentaré actualizar una vez por semana cuándo menos, por ello un capítulo cortito, gracias por leer. :D

I'm Out— Mochi. ||•

Ʀαʍέ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora