Ángel.

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Rocko había caído en manos de ángeles, aquellas humanas que lo acogieron con amabilidad y cariño ahora se habían convertido en personas más que importantes para él, se sentía tan afortunado, tanto que casi no extrañaba estar en el paraíso, eso era mil veces mejor.
Había aprendido muchas cosas, ayudaba en la casa pues las mujeres temían dejarlo salir, ya que poseía un alma muy pura y podía ser engañado hasta por un niño cabecilla, todo había mejorado para ellos, se complementaban unos a otros, de vez en cuándo relataba anécdotas sobre su estadía en el paraíso, algunas buenas, otras no tanto.

Parecía que día con día la luz en su interior crecía, era feliz, único y bondadoso, no había un porque sobre sus acciones, sólo estaba, sólo era, sólo existía, porque así cómo había recibido su castigo por haber herido una vida, había recibido su debía recompensa por el tiempo que fue atormentado por aquel ángel mal encaminado, Dios era justo, el balance se mantenía cómo se debía, reprimenda y una debida recompensa por sus actos, nada sobraba y nada faltaba.

Pero al igual que Thom, él tenía una misión, algún día de esos, un Arcángel fue a visitarlo, llevándole un importante mensaje, no se había hecho llegar con un ángel normal debido a que él no era del todo humano, seguía con una parte de aquella esencia angelical, no se había corrompido en ninguna de las formas, seguía siendo tan puro cómo cuándo era un ángel más allá arriba, el Arcángel le dejó una misión muy importante, a partir de ese día, se convertiría en misionero, ángeles convertidos en humanos para ayudar a otros humanos de un modo más cercano, no sólo abriendo sus mentes y corazones, ayudando en todos los ámbitos, siendo esas personas altruistas que apoyaban toda causa que pudieran apoyar y sobre todo, llevar por el buen camino al rebaño, evitando o por lo menos intentando que la mayoría de ellos tomara caminos incorrectos, ahora tenía una verdadera tarea y agradecía tanto el apoyo de esas dos amables personas, quiénes serían refugiadas bajo el cuidado de Dios el día que su vida expirase.

— Rocko, hijo, ¿Puedes ayudarme un poco?—Preguntó la adorable viejecita con una sonrisa al ver al alto correr hasta su encuentro, le pidió los ingredientes que no alabanza y así inició otra de sus clases de cocina, aunque a decir verdad, era un asco en eso, prefería dejarlo a las profesionales, pero ellas decían que con constancia lograría algo mejor y no dudaba de sus palabras, la primera vez que preparó un huevo revuelto había tirado el cascaron, inclusive salpicado todo de aceite y ahora, ni siquiera se quemaba, agradecía cada día al creador por darle una segunda oportunidad de demostrarle que era un ángel único en su clase, había obtenido muchos libros para estudiar correctamente todo lo necesario y molestó un poco al arcángel que lo había contactado para pedir libros de la biblioteca en el paraíso y así poder instruirse sobre todo lo que debía hacer y cuál era la mejor manera de hacerlo, Laura estaba sorprendida de la perseverancia del chico, no había momento que no lo viera leyendo o investigando sobre lo necesario que ayudara su nueva misión, así comenzó un ciclo en su vida, el cuál consistía en crear más humanos de bien, que fueran activos en los asuntos colectivos, que fueran servibles para la sociedad, que se convirtieran en aquellos que compartirían su sabiduría, sus enseñanzas para hacer más humanos de bien, su primera misión estaba en pie, un adulto, un poco más sencillo pues era un poco, sólo un poco más fácil razonar con ellos que con niños, adolescentes o ancianos, aquel hombre había sido dejado por su mujer a los pocos días de su boda, para su mala suerte, se había ido con su mejor amigo, algo que le dolió más que cualquier otra cosa, ahora, estaba sumiendose en el alcohol, era un escritor, no famoso pero no desconocido, había dejado la obra que escribía más reciente a medias, no hacía más nada que beber y allí debería entrar él, para hacerlo entrar en razón, por supuesto que las personas a su alrededor intentaban hacerlo y no lograban nada, por ello era su tarea, su presencia angelical y aquel poder que le era concedido cómo un ángel eran lo que le harían lograrlo, por ello debía pensar correctamente las palabras a decir en aquella ocasión, entró a un pequeño bar no muy concurrido, en busca de aquella alma perdida en el camino, cuándo al fin dio con la persona, se acercó sin obviarse mucho.
El hombre a su lado bebía cómo desesperado, si no se moría por intoxicación alcohólica, tendría un severo cuadro de cirrosis hepática o algo aún peor, lo escuchaba balbucear cosas sin sentido, parecía más que borracho, ido, cómo si su alma hubiese salido de su cuerpo para dejar de pudrirse, se acercó tocando el hombro del masculino frente a él.

Ʀαʍέ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora