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Su corazón latía con rapidez, podía escuchar las rápidas palpitaciones con claridad mezclándose con su agitada respiración y los pequeños jadeos que salían de su boca. De nuevo había soñado con su mamá, podía escuchar su voz susurrándole al odio creándole ecos en su cabeza.

« Yoo-saeng, canta una canción y tapa tus odios. Todo estará bien. »

—Yoo-saeng, aquí estoy. Tranquila.

Sus fuertes brazos rodearon su desnudo cuerpo empujándola a su pecho mientras sus pieles se tocaban quemándose entre si. La mano de el tocaba su cabellera suavemente mientras la otra subía y bajaba por su espalda, después de varios minutos su respiración se reguló y se retiró de los brazos de Jimin cayendo hacia atrás.
El colchón se hundió a los laterales de su cabeza, su cuerpo fue aprisionado por otro y el cuello le ardió al sentir el tacto de los labios calientes de Jimin.

—Yoo-saeng...

La puerta se abrió con torpeza, el cuerpo semidesnudo de su padrastro se asomo mientras el suyo se sintió frío de repente, pudo sentir el vacío del calor del cuerpo de Jimin y sin necesidad de voltear supo que había desaparecido.

A cada paso que su padrastro daba su corazón comenzaba a latir con mayor fuerza, cualquiera que lo escuchase podía pensar que en cualquier momento sufriría de un ataque.

Comenzó a llorar cuando arrebato las sabanas de su cuerpo y el se desnudaba con velocidad. En el momento en que sintió como quiso empujar dentro de ella, la puerta principal comenzó a ser golpeada con fuerza. Quien quiera que fuera se escuchaba molesto, su padrastro disgustado se vistió con su ropa interior y salio del cuarto dejándola sola.

Saltó fuera de su cama y cerró la puerta con seguro para cerciorarse de que no volviese a entrar. Quería estar sola, muy pocas eran las veces en las cuales el no la molestaba y podía descansar tranquila. Esperaba que esa fuese una de aquellas ocasiones.

—Ven aquí, Yoo-saeng.

Caminó hacia la orilla de la cama quedando frente a Jimin quien estaba sentado ahí vestido con una camisa blanca floja y unos pantalones negros ajustados que combinaban con su oscuro cabello despeinado con el partido a la mitad.

Jimin palmeó su pierna sugiriéndole que se sentase en ella, Yoo-saeng sin dudarlo se sentó donde le indico exponiendo sus pechos y su vientre plano a los oscuros ojos de Jimin, quien, sin discreción la miró contemplando cada parte de su cuerpo.

—Yoo-saeng, yo te voy a cuidar. El ya no te hará daño, no al menos que yo lo quiera.

A pesar de que quiso sentirse segura no fue asi, solo pudo asustarse más. Aunque una parte de ella se quedo tranquila, su padrastro ya no la tocaría con frecuencia, no al menos de que Jimin lo quisiera y sabia que la quería solo para el.

Blood, Sweat and TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora