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En el tiempo en el que vivió en esa casa, Yoo-saeng descubrió el hermoso paraíso rodeado de enormes y esponjasas nubes, y el cielo azulado que las rodeaba abrigandolas entre su tenue color. Pero era consciente de que así como existía un paraiso, también había un infierno.

Uno oscuro, tetrico, rodeado por demonios perversos que tenían ganas de sed de miedo y sangre espesa.

Yoo-saeng tuvo conocimiento de cada infierno existente en la vida. Conoció cada dolor y cada grito que pudo dar.
Fueron días, meses y años los cuales sufrió. Y finalmente, llegó Jimin que le hizo ver el lado bueno del infierno. Porque la sació de placer y la reconfortó con un regocijo que jamás creyó descubrir.

Uno que descubrió y del que se volvió adicta. Porque una vez que Yoo-saeng entró en aquel mundo, le fue difícil escapar.

[...]

Cuando Jimin soltó a Yoo-saeng, el otro chico la inclinó en la mesa de la habitación dejando una perfecta vista de su culo desnudo a ambos. El desconocido frotaba sin vergüenza alguna su entrepierna en el tibio y mojado centro de Yoo-saeng quien al sentirlo se sorprendió al darse cuenta lo duro que estaba siendo que pocos minutos antes la había visto. Aun con ropa, el chico comenzó a hacer movimientos simulados de salvajes embestidas. La empujaba hacia delante provocando que ella se golpease en la orilla de la mesa con su estomago.

Yoo-saeng gemia aferrándose a la mesa como podía, sentía su centro palpitar así como sus paredes contraerse cada vez que la dura polla chocaba contra ella. Unas manos se posaron en su cintura al igual que dejaba de sentir el peso del cuerpo que estaba cerca de ella. Miró a Jimin levantarla, su cuerpo estaba expuesto al desnudo al igual que el del otro chico que tenía un buen físico, uno adecuado.

La alzó en sus brazos acorralandola en la pared donde el desconocido de cabellera rubia se las arregló para quedar detrás de ella. Se aferró a los hombros de Jimin sintiendo como el rubio entraba en su cavidad trasera lentamente y al poco tiempo Jimin le siguió adentrándose al interior de Yoo-saeng.

Ambos disfrutaban de su calidez, gruñian al sentir cómo las paredes de ella se apretaban alrededor de su miembro y sus glandes eran comidos profundamente.

Yoo-saeng aruñaba la espalda de Jimin, sus ojos se encontraban de vez en cuando con los suyos a excepción de cuando cerraba los ojos o los desviaba a otro punto de la habitación.

—Gime su nombre nena— le ordenó Jimin susurrandole al oído.

—N-No lo s-se — contestó jadeando.

—Min Yoongi cariño — le contestó el rubio.

—Yoongi... — susurró.

—Más fuerte nena — le volvió a ordenar.

—Yoongi — habló un poco más fuerte.

—¡Má fuerte!

—¡Yoongi-ah! — gritó dejándose caer ante la explosión de su orgasmo.

Sintió como Jimin vacíaba su esencia dentro de ella y como Yoongi le siguió segundos después. Yoo-saeng no supo que paso después de eso, cayó rendida en los brazos del pelinegro mientras sus ojos se cerraban cayendo en un sueño profundo.

Blood, Sweat and TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora