cap. 24

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Los grandes arboles de los jardines del palacio dorado desbordaban la belleza de la primavera en su gran apogeo resaltando la belleza dentro de los muros de el palacio dorado el hogar de los amados por la energía la familia real Kurtz, una hermosa danza llena de colores por las belleza de los pétalos que florecían con tanta prisa deseando poder brotar y dejar que aquellos que caminaron en su hogar pudieran deleitarse de los exquisitos aromas que su naturaleza les otorgo

La esposa del Universo caminando junto a su hijo sonriendo hacia los jardineros realizando sus rutinas agradeciendo de su buen trabajo al mantener la belleza que siempre fue descrita por su madre en sus cuentos antes de dormir, el paraíso qué se encontraba en el hogar donde la familia amada y protegida por la energía se asentó, las manos qué cuidaban del paraíso recordar como su madre en ley cuidaba y procuraba el paraíso qué había sido creado solo pora el amor del rey del universo

Un día lleno paz eso representaba su amado hijo para una madre ante la sonrisa marcada en el dulce rostro de un niño, sonríe al ver a su hijo correr detrás de un conejo blanco riendo ante el juego, la esposa del universo bajo las escaleras mirando a su primogénito divertirse, camino llegando a la sombra del árbol mas grande y frondoso del jardín, acomodando su vestido azul cielo sentándose a una distancia cerca de el cuerpo de su hijo moviéndose buscando el pequeño conejo silvestre

Largos minutos miro a su hijo correr reír persiguiendo a un conejo blanco intentando tantas veces poder tomarlo en sus manos y en su último intento logrando tomar a el conejo en sus manos riendo al ver a su sol lleno de barro ante la persecución, los días tranquilos volverían con el amargo sabor de boca de no volver a ver a sus padres nuevamente juntos, la falta de su madre como el recuerdo de su padre oprimían su pecho ante el deber como futura reina madre de Raïssa

Aspirando el cálido aire de las corrientes llevando en su camino los diversos olores de las flores como el olor de la madera, recargando su cuerpo en el tronco del gran árbol dejo que la paz combinada con la risa de su hijo le llevaran a caer en un sueño donde visitaría el recuerdo de su padre jugando y riendo junto a su madre e hijo en su hogar, el dolor de perder a un ser amado





- Padre. (Grito el pequeño príncipe, alzando su mano, sonrió corriendo hasta su progenitor) - Tio Soterios, Tio Egmonth. (inclino su cuerpo saludando a su familia)

- Dios tanta ternura. (Apretó al pequeño príncipe en sus brazos Egmonth) - Egberth en realidad es tu hijo. (cuestionó con burla hacia el rey del universo)

- Auch. (Se quejo Egmonth sobando su cabeza)

- Egberth olvida lo que dice este idiota. (Hablo Soterios sonriendo)

- Perdón. (Hablo Egmonth mirando a el rey del universo relajando sus facciones ante su broma de mal gusto)



Los zafiros se fijaron en el pequeño cuerpo de su hijo sonriendo recordando la misma sonrisa que tanto añora ver desde la llegada de su mujer a el palacio dorado, el amor que mantenía hacia su esposa lo convertía en una marioneta en las manos de Eileen Kirchner,  inclino su cuerpo a la altura de su hijo ansioso de escuchar la voz de su padre llamarlo con amor

El zafiro miró el rostro de él pequeño príncipe sonriendo esperando recibir unos cumplidos por poder atrapar a un conejo con sus propias manos, divertido sonrió de lado ante el barro sobre el rostro del pequeño príncipe, extendió su mano hacia el rostro quitando el barro sobre los cachetes, deleitandose ante la suavidad de la piel del pequeño príncipe examinó la vestimenta manchada y un pequeño conejo en tranquilidad en las manos de un pequeño sol



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