Cap. 56

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PALACIO DORADO

PRINCESA
RAISSA


La luz se apoderó completamente de la habitación haciendo que la luz que viajada desde su hogar el cielo bajara revelando la gran cantidad de energía rodeando el gran hogar de la familia Kurtz el Palacio dorado, riendo con diversión atravesando la energía pura viajando buscando en la gran estructura un pasadizo a su objetivo, apareció en el corredor conectando con su destino una habitación donde residía la carne, el encuentro del pasado presente


Traspasando el ladrillo adentrándose a la habitación hondeando tomando lugar frente a el cuerpo durmiente de la joven princesa de Raïssa durmiendo, admirando el estado natural del cuerpo durmiente tomando su forma en un brillo dejando ver la forma que deseo un cuerpo humano de un hombre, esperando ser del agrado de la actual luz


Fijando el verde frio en la silueta de la princesa deleitándose del fuego oscuro esparcido en las sábanas blancas de la cama sonrió ante el hermoso atardecer que creaban las olas del fuego, subir y bajar admiro el pecho tranquilo, molesto al ver que el cuerpo dela luz todavía se aferraba a la vida 







- Has cambiado un poco a lo que eras antes pero. (Se inclino tomando un mechón del cabello rojo entre sus dedos sonrió mirando el cuerpo inerte) - Te has vuelto mas hermosa desde la ultima vez que te vi mi luz. (Acerco su rostro aspirando el olor de el cabello rojo)

 




Deseo
Apoderándose por completo de la razonamiento del  serafín admirando la belleza de la reencarnación de la amada luz uno de los reguladores de los dos mundos en guerra, una guerra que solo llevaría al comiendo a su fin, la eterna promesa que el universo profeso






- Aléjate de ella. (Ordeno)

 

Apareciendo impidiendo lo inevitable por momento arrastrando el tiempo entre sus pies y manos, retrasando lo inevitable creado por el hilo del destino, moviendo la espada apuntando el filo de su arma al cuello de aquel ser en la habitación de su pequeña hermana, caminando sin despegar su cielo del creador de la guerra santa, el mismo ser que tenia el conocimiento que se había pedido en el primer mundo



- Que haces aquí. (Pregunto furioso)

 

- Una pregunta impropia majestad. (Hablo con sorna mirando a el pelinegro)

- No lo es, como entraste. (Pregunto molesto mirando a el serafín sonreír apretó el puño de la espada acercando el filo de la espada mas a el cuello)

 

- Una grieta. (Cerro sus ojos cruzando sus brazos, la espada se insertó sobre el cuello unas gotas de sangre resbalaron en la espada abrió sus ojos mirando el rostro tosco del Príncipe heredero) -No ponga esa cara majestad.

 

- Te destruiré antes de que toques a mi hermana. (Frunció su ceño, el cielo brillo creando una tormenta) - No permitiré que la toque y mucho menos permitiré que la involucres en tus asquerosos deseos. (sentencio prometiéndose a sí mismo no dejar vivo al serafín)



Extasiándose ante tales palabras, feliz de volver a sentir las emociones que había abandonado cuando olvido todo, emocionado de poder sentir aquello que solo una vez pudo sentir al ver a su contraparte levantar su espada dispuesto a luchar por mantener el equilibrio de los tres mundos, miedo, adoraba el miedo claro que lo hacía ya que sentir es un privilegio que había olvidado al caer en el régimen de vida




Amando el cosmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora