Amando el cosmo

Cap. 53

- Hahahahahaha entonces nuestra única oportunidad de ganar esta maldita Guerra santa es entregando a nuestra princesa a él para que se la lleve. (Hablo alto con asco y frustración)

El azul se reveló mostrando la naturaleza de un Dogna en su naturaleza, el león rugía advirtiendo las valkyrias a callar si deseaban continuar su deber como protectoras de la luz, sonrió con ironía al ver a el rey del universo mirando como si las palabras no importaran, así como la vida de su propia hija estaba en juego, un deber que solo la luz podía resolver

- Dejaras que todo lo que ellas hablan afecte tu cabeza es tu hija no puedes solo entregarla y verla desaparecer no la volverás a ver jamás, es nuestra princesa no podemos entregarla de esa forma. (golpeo la mesa con sus puños inconforme de la situación) - Eres su padre y nuestro deber como padres es priorizar el bienestar de nuestros hijos. (chasqueo su lengua mirando a el Rey del Universo Egbert Kurtz en completo silencio) - Es enserio estas tomando sus palabras como una posibilidad. (gruño)

Todos miraron a el Rey Rizpah en silencio mirándose uno a otros sabiendo el peso de las palabras pronunciadas esperando no llamar la furia del Rey del Universo ante tal afirmación de los hechos que salían de la boca de una valkyria, una de las estrellas que tomaban forma para proteger a la luz que mantenía el balance de la vida y la muerte en Raïssa

- Rizpah. (llamo a su esposo la Reina Sema levantándose tomando los hombros de su esposo susurrando palabras en el oído calmando a su esposo sentándolo junto a ella) - Tómalo con Calma.

- Egberth. (llamo bajo a su esposo)

Sabiendo la verdad que las palabras que pronunciaba el rey Rizpah habían sido los mismos pensamientos de su amado esposo su universo, aquel Mechs que no solo cargaba con el peso de las galaxias en Raïssa si no también el peso del bienestar de estar como su propia familia, el bienestar de toda Raïssa junto a su familia, mordiendo su labio observando el dilema en la mente de su amado universo cerrar sus puños apretados con odio e impotencia al no poder evitar el destino de su familia, mirando la imagen de la puerta de Genea en el centro de la gran mesa la unión de las energías donde proviene la esencia de su hija su amada pequeña luna

La esposa del universo extendió su mano entrelazando sus dedos bajo la mesa esperando darle su apoyo como compresión al ser padres, los zafiros volvieron a ver a su amado cielo dándole una pequeña sonrisa forzada, el cielo observo las facciones de su amado universo cambiar la dureza fue remplazada por miedo

- Que debemos hacer. (Susurro con miedo a los pensamientos de su mente y su amado Universo)

- Rey Rizpah. (Hablo el Príncipe heredero) - No entregaremos a la princesa, tomaremos todo en nuestras manos, no dejaremos que la Guerra Santa avance como ellos desean. (Apretó sus puños mirando fijamente a los Reyes) - Derrotaremos a Diácono evitando que todo recaiga en la princesa, la protegeré como protegeré a nuestro universo como futuro gobernante del Universo. (declaro)

- Por fin. (Hablo el Rey Rizpah suspirando mirando al Príncipe heredero sonrió al ver la fuerza y determinación del futuro) - Muestra la determinación de un Gobernante. (Se sentó cruzando los brazos una pequeña sonrisa se apoderó de su rostro) - Que planeas. (cuestiono)

- Protegeremos Raissa. (Hablo firme el Príncipe heredero sonriendo, caminado hasta sus guardianes los caballeros dorado Estor y Yril sonrió extendiendo un diamante esmeralda flotando en su mano brillo) - Necesitaremos de todas nuestras fuerzas.

CALABOZOS

Gotas de sangres crearon una línea sobre la piel pálida, las heridas creadas por las manos de un verdugo, la sangre broto recorriendo la piel pálida creando diversos lienzos qué a la vista de cualquiera sería una obra hermosa, una risa lleno los oídos  del albino llena de una soberbia y superioridad ante la creación tan bella que los instrumentos habían tocado la piel pálida limpia, la belleza como delicadeza de cada gota recorreriendo la pálida piel del desconocido que no demostraba ninguna emoción llevaba al verdugo a disfrutar de la diversión