Capítulo 13: "La princesa y la plebeya"

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- Debe de haber un error, seguramente, mi daddy no hablaba en serio, me refiero a que por el momento estamos quebrados pero dentro de 3 minutos, tendremos demasiado dinero

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- Debe de haber un error, seguramente, mi daddy no hablaba en serio, me refiero a que por el momento estamos quebrados pero dentro de 3 minutos, tendremos demasiado dinero...¡Sí, eso! ¿verdad? - Pregunté tragando saliva y esperando una buena respuesta. 

Zulan me miro y lanzó una sonrisa como si le hubiera contado un chiste, continuo caminando a mi lado de manera muy seria. 

-¡Oh no! ¡no! ¡no! ¡me niego! - Dije y volví gritando, corriendo hacia la mansión con gran rapidez. 

Zulan se sorprendió  y fue corriendo a toda velocidad detrás mio. 

Me aferré a uno de los pilares de la entrada principal, enterrando mis uñas como si fuese un gato, parecía un koala gigante en bata, gritando, deseando que todo fuese un mal sueño.

-¡NO! ¡NOOOOOO! ¡No quiero que me lleven! ¡Mi bella mansión! ¡Mis cosas! ¡Mi fortuna! ¡No! ¡Llévense los autos de papá pero mis cosas, no! ¡Por piedad! ¡Tengan piedad de mi!-

-¡Señorita Whirgutt, no prolongue más su bochornosa escena y vámonos! - Citaba Zulan con gran seriedad, intentando jalarme y llevándome con ella. 

Después de un largo rato forcejeando, Zulan intentó calmarme, explicándome que no había nada de malo en ir con ella. 

 - Señorita Whirgutt, le prometo que si va conmigo no le pasará nada, es más, su familia también vendrá, sólo será hasta que ustedes recuperen su fortuna, después de eso, podrá comprarse tantas cosas como usted desee y quizás más.- Citaba muy segura de si misma. 

-¿Lo prometes? - Preguntaba haciendo un pequeño puchero de bebé y poco a poco me alejaba del pilar. 

-¡Sí! - Respondí sin nerviosismo Zulan.

Confiada en sus palabras, me dirigía con Zulan hacia la entrada principal de la mansión y mirando por ultima vez mi hermoso hogar lo despedí como se debía. 

- ¡No te preocupes bebé! ¡Volveré por ti! - Gritaba hacia la mansión como si esperara una respuesta. 

Zulan y yo estábamos en la entrada principal que daba hacia la calle y ella pidió un taxi.

-¿Otra vez en taxi? - Preguntaba mostrando mi más horrible mueca.

-¿Cómo que otra vez? ¡Olvídelo! - Respondía Zulan sin entender la pregunta y continuó su labor. 

Nos subimos en el taxi y Zulan no podía creer lo que pasaba.

-¿Tú de nuevo? - Decíamos al mismo tiempo, el taxista y yo.

-¡Cielos! Definitivamente hoy no es mi día...- Alegaba Belgreen el taxista, tapándose los ojos como si se lamentara estar vivo. 

-¿Qué tan mal me veo, Belgreen? - Preguntaba Zulan ya que no entendía lo que pasaba, mientras intentaba arreglarse. 

-No hablo de usted, mi estimada Zulan, sino de ...*tosía* ella *tosía*-  Belgreen me señalaba con la mirada.

- ¡Oh! ¡Ya veo! Dímelo a mi, que llevo más de 30 años... - respondía Zulan señalándome con los ojos. 

Ambos echaron a reír, como si se tratara de el mejor chiste del mundo.

-¡Ya entendí que hablan de mi! ¡Ashh! ¡Qué fastidio! - Repliqué, me cruce de brazos y miré por la ventana del taxi, tratando de ignorarlos.

El taxista nos estaba llevando por lo que parecía, fuera de la ciudad, entrando por un feo y desagradable camino lleno de piedras, árboles y más árboles y sólo se podían notar debido a los postes de luz. Las casas que lograba ver eran pequeñas, mal pintadas con colores que no combinaban para mi gusto, una tras otra.

-Al fin hemos llegado-  Decía el taxista con cierto alivio, mientras se detenía. 

-¿En dónde exactamente estamos? - Pregunté algo fastidiada. 

Mientras Zulan y yo bajábamos del taxi y ella le pagaba a Belgreen. Me alejaba de ellos para apreciar y tratar de analizar lo que sucedía. Contemplé mi alrededor y todo lucía horrendo: perros callejeros ladrando y paseándose por ahí, basura acumulada cerca de un poste de luz, niños jugando con una pelota en la calle, mujeres platicando fuera de sus casas. 

-¿Qué clase de sitio es este? - Susurré al petrificarme lentamente. No podía creer lo que veía. 

Corrí de nuevo al taxi y sólo pude alcanzar a escuchar.

-¡Oh no! ¡No de nuevo! ¡Me largo de aquí!- Se alarmaba Belgreen y echo andar su auto a toda prisa. 

-¡No! ¡Alto! ¡ven aquí! - Gritaba pero sólo dejo ver una nube de polvo. 

-Señorita Whirgutt, bienvenida a Suneliz, su nuevo hogar. Venga conmigo, mi familia la espera - Me tomaba del brazo Zulan, pues parecía un zombie. No podía soportar o imaginar la idea de alejarme de mi mansión.

Sin embargo, a lo lejos vi unas personas afuera de una casa color verde algo descuidada, con un pequeño jardín y un portón negro,  ellos lucían alegres , felices al ver a Zulan y entre ellos; una pequeña niña que venía directo a mi, abrazándome con tanto amor, vociferando con mucha alegría:

-¡Bienvenida a casa, princesa! 

Tirando de mi ropa para que la acompañara adentro de su hogar, instalándome en su pequeña sala, la cual tenía unos cuatro sofás de color café, unas fotografías colgadas  en las paredes, las cuales lucían de color blanco con manchas de dedos y suciedad. En el centro noté una mesita, bastante vieja con muchos floreros encima y las ventanas cubiertas por diferentes tipos de cortinas. 

No podía creer que este destartalado, poco agraciado y muy ridículo lugar sería mi nuevo hogar. 






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