Capítulo 4: Inunda la duda

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El dolor volaba en aire, cortando con cualquier signo de respuesta o de tranquilidad. Las personas caminan son lentitud intentando encontrar algún lugar que mirar que no los lastime o los incomode, pero aquí no es posible donde sea que mires hay tristeza y perdidas, llantos y muerte. Aunque solo sean piezas de concreto, con nombres escritos además de tener flores con los colores más vivos del mundo no quitan la realidad de que es horrible el gris en conjunto del color despintando del blanco, la humedad en cada punta cayendo por el suelo y subiendo por los muros, ningún color podría sobresaltar o animar el contexto en el que se encuentran estas personas.

Aun intentando decorar el lugar con un color ladrillo brillante o con casitas bien construidas y que llaman excesivamente la atención aun con todo el resaltador de los pintorescos colores de las masetas con flores rosas y rojas, verdes y azules de platico, todo eso se terminaría pudriéndose en la humedad llenándose con polvo incluso opacándose con la misma sensación de muerte que los rodea, este lugar es tan horrible porque el aspecto no ayuda mucho intenta pero no lo logra, incluso uno se atrevería a decir lo imposible que es que se vea hermoso, porque lo que siente ahí ya te hace sufrir o conmoverte, a veces enojarte, o resignarte porque sucedió.

Las lapidas son solo lo que envuelve todo, lo que tapa la verdadera razón por la que las lágrimas caen por sus ojos, las verdadera razón por la que alguien regala algo tan bonito para algo tan espantoso y amargo como la muerte. Este lugar es el cementerio.

Los familiares, amigos, vecinos y conocidos caminan en procesión con una expresión de confusión inundada de duda, que la luz del sol radiante de la mañana no puede animar. El más bello día se convierte al instante en uno de los días más tristes para estas personas que poco a poco van dejando el lugar al caer el mediodía. Los aperitivos comienzan a pasar de mano en mano, entre algunos que se quedaran un rato más, pero aun si se van el dolor no los abandonara.

Las lágrimas se mezclan con el sudor y la transpiración que el aire vacío regala, fue una noche fría, fresca con una pequeña oleada de viento en ciertas horas de la madrugada pero la temperatura de la siesta comienza a aumentar, el sol comienza a brillar con más intensidad, quemando pequeñas hojas con sus rayos.

Cae la tarde y solo algunas personas quedan junto a un montón de tierra, que debajo guarda a una persona que decidió irse por más que de ese lugar no se pueda mover nunca. Se escuchan las millones de preguntas que una joven de tez blanca inundada de lágrimas les pregunta a sus amigos, sus indagaciones suenan más como lamentos, pero el sentimiento de respuesta sigue siendo el mismo.

La adolecente de cabello oscuro brillante y más brillante por los rayos de sol que caen en él, mojado por las lágrimas lo cual hace que pequeños mechones se peguen a su rostro. Sus ojos cafés tiemblan, se abren mirando a la tierra y se cierran abrazándose fuertemente a sí mismos. Su voz se detiene por unos segundos y vuelve a hablar cuando cruza la mirada con la de sus amigos.

- ¿Por qué? ¿Por qué se fueron? ¡No le encuentro sentido! - la voz de Carolina suena rota, cortada y ahogada por las lágrimas

Ella no puede comprender como paso todo, solo piensa que hace una semana estaban sus cinco amigos unidos con ella, en una mesa hablando de los planes para el verano, tenía una lista de lugares que visitar que conocer la decisión tan repentina que pudieron haber tomado, la idea de no tenerlos nunca más la pierde en recuerdos y la llenan de tristeza.

- Creo que debemos irnos este lugar no le hace bien a nadie y menos a ti Caro - la voz Guillermo sonó fuerte y demandante

- No me voy a ir, quiero estar con mis amigos - dijo la chica de ojos cafés acercándose a la tierra, rápidamente Franco la tomo del brazo alejándola del piso, Noemí la abrazo de inmediato

- Franco yo me quedare con Caro, pueden irse - miro a ambos chicos acariciando el cabello de su amiga en brazos

- Nos vamos todos o nos quedamos todos - el chico de ojos azules dijo de una forma segura y decidida

- ¿Por qué lo hicieron? Tenían tanto por vivir - Carolina volvió a llorar con descontrol soltó a Noemí, queriendo mirar a la tumba de sus amigos, pero Franco lo evito tomando su rostro

- Caro no sé porque lo hicieron, no podemos saberlo - su voz sonó un poco cortada pero al momento la aclaro, haciendo el fuerte cuando se notaba en su mirada cuanto le dolía lo que estaba pasando

- Franco tiene razón, no sabemos porque paso solo fue así, pero fue su decisión tenemos que comprender que fue su decisión - dijo la chica de cabello azulado, al frotar el hombro de su amiga con su mano mientras la miraba intentando no llorar

- Una estúpida decisión - soltó Guillermo, estaba enfadado se lo notaba inquieto y confuso, no había señal de lágrimas en sus ojos pero si de una furia impotente por no comprender lo sucedido, Noemí lo fulmino con la mirada y él se dio cuenta de que había dicho algo fuera de lugar pero no podía retroceder el tiempo para cambiar su comentario

- ¿Están seguros que no dejaron ninguna carta?, tenemos que hablar con sus padres, ellos deben saber algo - Carolina hablo muy rápido con impaciencia, se decidió a caminar a la salida, pero el chico moreno la detuvo

- Deja tu paranoia Caro, basta no hay nada, ellos nos hubieran contado todo - afirma e intenta calmarla

- Los padres de Amelia poco se importaban por ella - tiro Noemí como una bomba, sin pensar - Lo siento Caro no quería decir eso, bueno si querían decir eso es la verdad, por favor no la dejaban hacer nada que ella quisiera, es entendible que Bruno y nosotros fuéramos siempre su todo - resoplo sus palabras

- Quizás por eso lo hizo, porque sin el ya no le quedaban ganas de vivir - Guillermo hablo con franqueza y al vez con mucha imprudencia, Noemí golpeo levemente su brazo - ¿Lo dije o lo pensé? - pregunta intentando no parecer tan culpable

- Pero todavía estábamos nosotros aquí - habla el chico de ojos azueles sin comprender la teoría de su novia y la de su amigo

- Entonces tengo que hablar con los padres de Bruno y también hablare con los de Amelia, tengo que saber todo, cualquier pista que hayan dejado, debo ir a sus casa, revisar sus teléfonos - Carolina comenzó a ponerse paranoica otra vez, diciendo cosas sin sentido que apenas se entendían porque lloraba al hablar

- ¡Basta Carolina! - grito Franco y esta dejo de hablar aunque las lágrimas no cesaron - no quise gritarte pero enserio basta, dejemos a los muertos descansar en paz - la tomo del brazo, Noemí tomo el otro brazo de Carolina y Guillermo el hombro de su amiga de cabello azul, caminaron a la salida lentamente, sus pensamientos los inundaron y en el trayecto todo fue silencio hasta que llegaron al auto del chico ojos color avellana

- Ellos ya están en el cielo, siendo felices juntos lejos de todo el dolor, están bien y se están amando estén donde estén ya están descansando - afirmo Noemí antes de subir en el asiento de atrás con Carolina

Los chicos subieron al auto, Guillermo manejando y Franco en el lugar del acompañante, marcharon el auto y se dispusieron a irse. Carolina miro al cementerio por la ventana a través del vidrio, sus ojos empapados por las lágrimas miraron el lugar mientras iba quedando a lo lejos cuando el auto se alejaba. La chica de ojos cafés, coloco su mano en la ventana, mientras los recuerdos pasaban por su mente, tantas dudas y otras teorías que temía confirmar. Todos estaban sufriendo pero de distintas formas, algunos poniendo un caparazón a sus sentimientos haciéndose los fuertes mientras tragaban sus lágrimas por dentro. Otros sacaban hasta la última gota de dolor que llevaban en sus almas diciendo cual mal se sentían y cuando les dolía lo que paso.

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Este es el cuarto capítulo espero les guste...

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Gracias por leer...

Besos y abrazos...

CarlitaDAG



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