Capítulo 12: Secar tus lagrimas

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El timbre del recreo había sonado, los chicos suspiraron al ver que la exposición había terminado pero aún no sabrían sus calificaciones hasta la semana próxima. Sin embargo los inundo una tranquilidad innata, rápidamente ocuparon sus lugares en la hora del receso.

Elizabeth, Mora y Timoteo fueron directamente a la biblioteca habían estado buscando una literatura de un autor anónimo lo cual era aún más complicado pero la búsqueda los mantenía despiertos y vivaces, recorrían cada estante lentamente pero a la vez con velocidad ya que el recreo terminaría pronto. Al hacerlo un libro que se encontraba en una caja al final de la repisa llamo la atención de la pelirroja, estaba forrado con un guata bastante gruesa que tenía muchos años de antigüedad porque estaba desgastada consumida por el tiempo, lo dejo en su lugar y continuo su búsqueda.

Noemí, Franco y Guillermo estaban en las escaleras del escenario, ese era el lugar donde solo los populares estaban, al rato llegaron otros chicos de diferentes modalidades, sus fieles seguidores del equipo y las animadoras oxigenadas muy pendientes de la perfección de la chica del cabello azul, que en si era la que más resaltaba de toda la escuela, tenía un carácter fuerte, imponente y decidido que no permitía querer enfrentarte con ella, todos se la pasaban hablando de los próximos partidos y de los entrenamientos en los que practicarían nuevas coreografías, el chico de los ojos avellana sonreía con entusiasmo mencionando cada detalle, mientras que el ojiazul tenía la mirada triste que disimulaba muy bien haciendo comentarios irrelevantes sobre los chicos de la sala de tecnología.

Reinaldo, Salomé y Valentín tenían su lugar en el patio, les encantaba rodear la escuela, era un sitio muy tranquilo bastante alejado de los gritos de los chicos de los cursos bajos. Caminaron un rato mientras reían porque el chico de los ojos pardos había contado algo que su hermanita le había dicho sobre el club de música, un chico le había preguntado a la profesora sobre unas notas altas y ella quedo tildada durante minutos sin responderle. A el chico de los ojos cafés le enseño varias notas musicales de grados elevados a el club de música justo con esa intención de que pudieran sorprender a su profesora, lo consiguió satisfactoriamente.

Pero la risa se cortó y la expresión de asombro invadió sus rostros. Era Carolina sentada en el pasto, con su espalda recostada en la pared, lloraba desconsoladamente, ellos sabían exactamente porque era, pero tan solo se acercaron sin decir nada. Ella no noto su presencia seguir muy metida en sus pensamientos en su dolor, es toda esa montaña que sentía que había colapsado justo encima de ella.

- Carolina - al escuchar su nombre la chica pensó que solo era su mente así quemo ignoro - Carolina - lo sentía tan cerca de su oído, pero no reacciono - Carolina ¿Necesitas algo? - comprendió que no venía de su mente y levanto su vista, el que estaba hablándole era Valentín quien se había acercado a ella lo suficiente como para estar a su altura, se miraron directo a los ojos por un instante sintieron una incomodidad imprecisa pero a la vez una sensación de tranquilidad indescriptible, eso termino cuando la chica de ojos cafés miro hacia el costado dándose cuenta de que también estaban Salomé y Reinaldo mirándola, sintió una vergüenza que la vieran es ese estado

- Estoy muy bien - su voz fallo y las lágrimas continuaron cayendo

- ¿Carolina quieres que llamemos a alguien? - pregunto la chica de los rulos

- No... a nadie... estoy bien... - no está bien claramente, Valentín abrió su campera ya que la traía puesta porque era una mañana muy fría lo cual sorprendía porque el solo estaba en el cielo. Busco en su bolsillo sacando un pañuelo bordado, se lo entregó a la chica del cabello oscuro

- Toma Carolina con esto podes secar tus lagrimas - al decirlo le regalo una semi sonrisa que se formó en la comisura de sus labios, la muchacha tomo el pañuelo y deslizo su mirada hacia abajo secándose las mejillas empapadas con agua salada

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