Capítulo 29: Latente

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—Aiden y Riley se han emparejado.

Liam habló como si eso fuera un hecho sin importancia.

Y la verdad era que no lo era. Un emparejamiento siempre debía ser algo por lo que alegrarse, algo por lo que celebrar. Pero en su mente, dura y fría como siempre, pensaba que aquellos dos habían elegido el momento equivocado para sellar su unión, teniendo en cuenta la serie de acontecimientos que había golpeado al clan.

Tan solo una semana pasó desde la pelea con el clan Red Fire. Y aún seguían adormecidos por la pérdida de sus dos compañeros, y quizá así seguirían por un tiempo más, ocultando todo en el interior, tratando de encontrar distracciones en cualquier cosa.

—Liam, eso es maravilloso ¿Por qué lo dices tan serio?

Shelly se inclinó sobre la barandilla del porche, deteniéndolo con la mirada, desde la altura que proporcionaba ese lugar —debido a que para construir su hogar tuvo que utilizar soportes de elevación—, ella se veía... Linda.

— ¿Esperas que mantenga una sonrisa cada vez que te hable?

—Puedes sonreír y ser un hombre al mismo tiempo.

Él sacó sus manos del interior de los bolsillos de su chaqueta y tronó sus dedos.
Le dio una pequeña sonrisa para consentir su capricho.

— ¿Ves? —Dijo ella con una sonrisa mayor—. Nadie más que yo sabe que puedes ser algo más que el Hombre de Hielo.

Subió los cuatro escalones, y se acomodó de espaldas, apoyándose a su lado. Ella giró en su lugar para verlo de frente, su suave cabello negro caía para su agrado, en la parte frontal de su cuerpo.

—Todavía no me acostumbro al hecho de que puedes provocarme sin que yo pueda cerrar tu boca.

— ¿Con quién más discutirías si no? —brillantes ojos marrones se fijaron en él.

—He vivido sólo la mayor parte del tiempo.

—Pero nada se compara a mi compañía. —Sonrió—. Niega eso.

No podía. Y a riesgo de tener que tragarse su orgullo, debía admitir que había algo en la pequeña mujer humana que le atraía cuando por lo general, el resto de su raza le causaba repulsión.

Sin duda ella se había colado en sus defensas, capa tras capa, tentando al gato en su interior, provocando al hombre que alguna vez, juró nunca dejarse llevar por ese desconocido y enigmático sentimiento llamado amor.

— ¿Sin palabras mi querido gatito? —Shelly rió—. Bien, vamos a comer, el almuerzo ya casi está listo.

En la pequeña mesa ubicada en la cocina, comieron una carne media chamuscada, sazonada con especias picantes y extrañas. Lo único tolerable para su paladar —luego de que ese ardor desapareciera—, era la ensalada de verduras.

La redención de Liam [Serie Ice Daggers 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora