Desde muy temprana edad Magnus padeció del abandono y desprecio de sus padres.
Ellos odiaban a Magnus porque era un constante recuerdo de que les había arruinado la vida por no ser planeado.
No le dirigían la palabra a menos que fuera necesario, se la pasaban más afuera de la casa que en ella y sólo le daban dinero para que pudiera comer.
Pero ellos nunca le dieron lo que él realmente necesitaba, amor.
Magnus a pesar de todo los amaba, tenía esperanza de que algún día cambiaran, pero eso nunca pasó y ese día lo confirmó.
A los 18 años sus padres cansados de su presencia lo abandonaron, Magnus aún recordaba ese día, recordaba las maletas en el salón y la sensación de soledad en el apartamento. Recordaba cada una de las palabras hirientes de sus padres y de la mirada impregnada de odio dirigida hacia él.
Si no hubiera sido por la ayuda de sus mejores amigos y de su fuerza interta, no hubiera podido superarlo.
Un adolescente cualquiera no hubiera podido en su situación pero Magnus no era cualquiera, era un guerrero que no perdía la esperanza de que el día de mañana fuera mejor.
Encontró un trabajo de medio tiempo y con mucho esfuerzo ingresó en unas de las mejores universidades en la que daban Diseño de Modas.
A pesar de su perturbante pasado, estaba feliz de haber podido cumplir unos de sus sueños, estudiar diseño de modas. Otro de sus sueños, el más esencial para él, uno más oculto y triste, era que quería que alguien lo amara, que le hiciera sentir ese amor que nunca sintió por parte de sus padres. Claro que tenía amigos que consideraba familia pero a veces no era suficiente.
Hasta que conoció a Camille, una rubia con sonrisa encantadora y personalidad extravagante.
Magnus se enamoró de ella y pensó que era un sentimiento recíproco pero al parecer Camille sólo quería pasar el tiempo.
Estuvieron juntos por año y medio hasta que un día Magnus regresó del trabajo y se encontró con unas maletas en su apartamento, al ver esto se devolvió a varios años atrás al día en que sus padres lo abandonaron e intentó lo máximo que Camille no hiciera lo mismo, pero era irreversible, ella estaba harta de la actitud pegajosa y cansina de Magnus y se lo hizo entender.
Así pasaron con varios, llegaba un día y encontraba las pertenencias del otro, le hacían entender que era una persona asfixiante y se largaban.
Magnus pensaba que tenía una maldición. Cada vez se sentía menos él mismo, actuaba menos como él.
Se sentía defectuoso.
Hasta que llegó Alexander, el chico de ojos azules, cabello negro y hermosa sonrisa. Lo conoció por accidente en un supermercado y desde entonces no dejaron de verse.
Tanto Magnus como Alec estaban encantados con uno y el otro, se sentían completos y felices de haberse encontrado.
Alexander era la pieza que a Magnus le faltaba.
Desde hace unos meses atrás Alexander comenzó a vivir en el apartamento de Magnus.
Magnus tenía mucho miedo de que Alec también huyera, él no sabía la historia completa de su pasado. No sabía del miedo de que un día encontrara sus maletas listas para irse.
Pero así fue como un día llegando a su casa, cansado abrió la puertas y se encontró con dos gigantes maletas negras que no le pertenecían. Se quedó callado observándolas mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos, mientras al fondo escuchó como Alec le hablaba.
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OneShots [Malec]
FanfictionHistorias cortas sobre la relación entre Magnus Bane y Alexander Lightwood. •Se prohíbe la copia y uso de esta historia•