Inseguridades

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Lo hicieron, no lo podía creer.                                                          
Había sido mejor de lo que él esperaba. No podía pedir una mejor primera vez. Magnus había sido tan cuidadoso y amoroso.

Magnus...

Alec abrió los ojos para encontrarse una imagen que le robó el aliento.

Magnus abrazado al brazo de Alec, su cabello desordenado con el rostro tranquilo y hasta podría decirse feliz aún en sueños. Los rayos de sol que entraban por la ventana caían delicadamente en la piel acaramelada de Magnus dándole un aspecto mágico.

Alec no quería parpadear porque podría perder esa imagen.

No sabía cuanto tiempo se quedó apreciando a su novio cuando vio como lentamente se despertaba y se movía más cerca de él pensando que seguía dormido. Alexander acarició la mejilla de Magnus intentando demostrar con sólo ese acto todo el amor que sentía por él, por su parte Magnus se inclinó a esa mano que le acariciaba siendo feliz sólo por ese toque.

—Buenos días— dijo con voz ronca el de ojos de gato.

—Buenos días— respondió con timidez el cazador de sombras.

—¿Cómo te sientes?— preguntó Magnus preocupado que a su novio le doliera algo.

—Muy bien. Perfectamente para ser sincero— dijo Alec sonriendo.

Se quedaron embelesados uno al otro y sonrieron incapaces de retener la felicidad que sentían.

El amor que sentían se podía sentir en las miradas que se daban.

Magnus al quedarse absorto en la mirada del cazador se dio cuenta que sus ojos de gatos se podían ver.

Magnus se incorporó incomodo. ¿Desde hace cuanto los tengo así?, seguramente Alec no dijo nada para no incomodarme, debe verme como el mounstro que soy, se dijo el brujo.

—Magnus— dijo Alexander extrañado de la reacción de su novio. Se incorporó de la misma manera que lo hizo el otro.

—¿Desde hace cuanto tengo los ojos sin glamour?— preguntó incomodo.

—Desde ayer en la noche, cuando...tú sabes...hicimos...eso— dijo tímido pero feliz, recordando lo sucedido en la noche anterior.

Magnus se reprendió mentalmente de haber perdido el control.

—Perdón por eso. No volverá a pasar, no los tendrás que volver a ver— susurró Magnus.

—Pero yo los quiero volver a ver. Amo tus ojos de gato— dijo Alec inocentemente. Sin saber de la guerra mental que estaba sucediendo en la cabeza de su novio.

Alexander pudo sentir el cambio en el ambiente, como pasó de ser brillante y feliz a tensó e incomodo.

—¿De verdad lo crees?— preguntó el brujo inseguro.

—¿Qué cosa? ¿Lo de tus ojos?— respondió extrañado de la actitud del otro. Escuchó un pequeño ''si''.

—Magnus, mírame— le acarició la espalda, dándole fuerza. Al ver que no se volteaba, susurró —Por favor, soy yo—

Le tomó a Magnus unos segundos en hacerlo y Alec se sorprendió de ver que tenía los ojos cristalizados.

Le sujeto del rostro, acariciándolo suavemente intentando calmarlo, en eso vio como pequeñas lagrimas trazaban su camino hasta los dedos del cazador, humedeciéndolos al instante.

Se quedaron unos segundos así, y Alec rompió el silencio.

—Tus ojos son hermosos, tal y como son. Te hacen quien eres, uno de los mejores brujos que conozco. Un hombre fuerte, comprensivo, interesante, gracioso, un hombre con un gran corazón. Un hombre que me cambió la vida, que hizo que me aceptara tal y como era. Magnus, no hay nada horrible en ti. Eres una persona hermosa, tanto por dentro como por fuera. Tus ojos te hacen especial y único. Y agradezco a Raziel por ellos porque de no ser así, problamente no habría conocido a mi alma gemela—

Magnus quedó asombrado del cazador, Alexander no era una persona que se expresara con palabras. Pero escuchar eso de él, de la persona que ama. De apreciar en su mirada que de verdad pensaba eso.

El brujo no pudo más y tomó al cazador del cuello para acercarlo a él y besarlo.

El beso fue suave, sin apuro. El amor por el otro se transmitía en ese choque delicado de labios.

Magnus soltó unas cuantas lágrimas mientras se besaban, porque fue en ese exacto momento que se dio cuenta que había encontrado a esa persona que durante tantos siglos había estado buscando.

Cuando se separaron, la mirada de amor que se regalaban uno al otro, hizo que el corazón de ambos saltara de felicidad. Sonrieron y siguieron besándose por un largo rato.

El brujo se acostó en el pecho de su novio y comenzó a trazar sus runas con las puntas de los dedos. Mientras que Alec, dibujaba una runa en especial.

La runa del amor.

Magnus no conocía el significado de esta. Pero en unos cuantos años la conocería y uniría su vida con el hombre que acepto sus ojos y que lo amaba tal y como era. 

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Holaaa, disculpen la tardanza. Esto no era lo que tenía pensado publicar pero lo que ya tenía escrito me falta el final pero no sé, no me sale.

 A pesar de que no estoy muy segura del resultado, me gusta el concepto. 

Gracias por su apoyo, estoy muy feliz de saber que les gusta lo que escribo. Gracias por todo❤️  Si les gusto denle a la estrellita y comenten.

Chauuuuu☺️

OneShots [Malec]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora