Undici

277 16 0
                                    

- Vamos a casa, signorina- el rubio volvió a tomar la mano de Gio y continuó junto a ella el camino a su apartamento.

Gio no sabía qué decir. Se sentía tremendamente estúpida por el numerito que había montado, pero era lo que sentía. 10 años eran muchos. Si ella se hubiera quedado embarazada, Fede hubiese tenido que cargar con un hijo desde los 20 años y eso no hubiese sido justo.

-Deja de pensar en ello. No tenía que haberlo hecho tan sorpresa- insistió el rubio.

- ¿En algún momento llegaste a pensar que Verónica era la mujer de tu vida?- Gio abría la puerta del edificio mientras Federico analizaba la pregunta.

-Obvio. La quería mucho, si no hubiese sido por ella no lo habría dejado nunca. -Gio sintió como el corazón se le paraba. Quería que Federico sintiera lo mismo por ella algún día.

-¿Te arrepientes de haberla dejado?- ambos entraron en el ascensor y pusieron rumbo a la tercera planta.

- No, las cosas siempre pasan por algo...y si no hubiéramos roto,no estaría aquí contigo- el rubio sonrió cariñosamente, tratando de eliminar la tensión.

-Quiero que me perdones por mi comportamiento- Gio entró en su piso con Federico detrás.- Ha sido un shock para mí descubrir todo esto de tu pasado de golpe.

-No pasa nada, te entiendo. No te preocupes. Además, a Verónica le has caído bien.

-Eres todo un misterio para mí -afirmó la morena mientras se sentaba en el sofá- Me gusta descubrir cosas tuyas, pero por favor la próxima vez que no sea así.

-Yo también quiero saber cosas tuyas- el rubio se sentó frente a ella. Parecía que ya había superado la crisis provocada por Verónica.

-No tengo ni un ex creo, mi familia vive en Siena aunque dos de mis tíos viven en España, son un poco tradicionales, tengo un hermano mayor que vive en Suiza, estudio arquitectura aquí, me apasiona el arte pero eso tú ya lo sabes y... creo que poco más.- Gio suspiró tras soltar todo aquello.

-¿No tienes ex?- preguntó sorprendido, apoyando su mano sobre la rodilla de Gio para aproximarse a ella.- ¿Soy el primero?

-Depende de en qué sentido, Federico- Gio guiñó un ojo a su acompañante, que le devolvió una sonrisa.

-¿En cuál?

-¿En cuál te gustaría serlo?- el tono de la conversación comenzaba a sugerir lo que vendría después.

-Mmmm...-la mirada pícara de Federico no dejaba ver la sorprendente respuesta que iba a dar- Quiero ser el primero en tener tu corazón.

-Vaya, eso...no me lo esperaba- se encontraba totalmente fuera de situación. En ningún momento de su relación con Federico pensó en hablar de sentimientos, y menos de aún, de algo tan profundo.- No va a ser fácil, Bernardeschi.

-¿No tienes nada más que contarme?- el rubio volvió a apoyarse sobre la rodilla de Gio.

-Sí, me gusta el rock...- suspiró cerca de los labios de Federico

-Eso no va a ser un problema- se aproximó para besarla.

Gio sonrió con los labios de Federico aún sobre los suyos. Sentía el cuerpo del italiano encima del suyo, traspasando todo su calor. Se miraron a los ojos, aquella pequeña crisis que acababan de pasar les había hecho reflexionar. Gio había odiado la idea de que aquella mujer hubiese estado con él como lo estaba ella ahora; Federico sentía que si aquello hubiese salido mal no hubiese sabido qué hacer. No se querían perder y hasta el momento lo estaban consiguiendo.
Habían pasado de una noche de sexo a todo tipo de encuentros desenfrenados, de los cuales había surgido aquello que tenían. Ni siquiera ellos habrían apostado porque saliera bien, pero ya llevaban casi tres meses juntos. 

-¿En algún momento te planteaste que esto funcionaría?- Gio rodó con la cama hasta apoyarse sobre el pecho desnudo de Federico.

-Creo que supe que esto duraría cuando Riccardo me preguntó qué tenías de especial...No supe contestar- dijo colocando algunos mechones de pelo castaño tras la oreja de Gio.-¿Y tú?

-Cuando me llevaste al museo- soltó una carcajada- No, en realidad, supe que esto era algo más cuando me invitaste al partido y dije que sí. No entendía nada de fútbol y encima me dedicaste un gol.

-Y te los voy a seguir dedicando.

El rubio miró a su derecha, sobre la mesita de noche el despertador de Gio marcaba las 8 de la tarde. Ni siquiera tenía consciencia del tiempo cuando estaba con ella. 

-Signorina, siento decirte esto pero me tengo que ir.

-¿Tan pronto?

-Tengo que ir a Roma, jugamos allí.

-¿Cuando tienes vacaciones?

-A partir de 22 de diciembre, hasta mediados de enero.

-¿Vamos a estar un mes sin vernos?- Gio se sorprendió con la duración de vacaciones de su chico.

-No, yo  vendré antes. No te preocupes.

La morena sonrió no muy convencida. Siempre que él se iba, ella trataba de no retenerlo. Lo necesitaba a su lado. Respiró hondo viendo como se vestía ante sus ojos y se levantó de la cama.

-¿No te quedas en la cama?- preguntó Federico colocándose la camiseta.

-No, tengo que estudiar. Nos vemos a tu vuelta.- se acercó a él para despedirlo con un beso.

-Te voy a echar de menos. 

-Y yo- dijo abrazándose a su pecho.

Ya estaban en esa fase. La fase pastel. La que indicaba que estaban consolidando todo. Que confiaban plenamente en el otro.

Arte /Federico Bernardeschi/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora