Quattordici

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-Te voy a echar de menos - un suave beso contactó sus labios una última vez- Avísame cuando estés en Siena.

Gio asintió. Si no fuera porque tenía prisa, habría derramado algunas lágrimas. Se recreó por última vez en los ojos de Federico y arrancó su pequeño coche rojo en dirección a Siena.
Mientras transcurría aquella hora de viaje no pudo evitar pensar en Federico cuando en la radio sonaron varios temas de AC/DC y otros dos de Bob Dylan. Pensó en las 300 veces que había denegado su propuesta de llevaa a Siena antes de ir hacia Carrara. Definitivamente, tener a Federico era tener suerte.

Pronto estaba en su casa, en su origen. Casi. En la puerta de su casa, sus padres esperaban para ayudarla con las maletas. Gio sonrió al verlo. Ellos también eran suerte.

-¡Mamá!¡Papá!- dijo abrazándose a ellos.

-Gio, ¿cómo estás?- su padre besó su frente.

-Bien ¿Y vosotros?

-Genial. Tu hermano vendrá esta noche.

Gio sonrió. Tenía ganas de ver a su hermano. Luca había sido su mayor apoyo en todo momento y tenía ganas de contarle cómo iba su vida en esos momentos, además como aficionado al fútbol sería gracioso ver su cara al saber quién era su pareja.

-¿Vamos a ir a Sevilla?- Gio se sentó junto a la chimenea mientras su madre servía unas tazas de café.

-Sí, claro. Tu abuela querrá verte.
Pensó en su abuela y en todos los veranos que había pasado en un pequeño pueblo cercano a Sevilla, España. El lugar donde su madre había nacido. 

***
Federico había llegado ya a Carrara cuando Gio avisó de que había llegado sana y salva a Siena.

"                                                           -Siento no haberte avisado antes

-Lo importante es que estás bien, amore."

No pudo evitar sonreír al escribir la palabra amore. Eso es lo que significaba Gio. Observó cómo sus perros corrían junto a Maman mientras Gaia gritaba como una loca y su pareja reía. Eso quería él en un futuro, una familia.

-¿Quién es la afortunada? -su padre se sentó junto a él en el sofá.

- Papá, no hay nadie- había acordado con Gaia no decir nada hasta que no hablará con Gio sobre el tema.

-Federico, conozco esa cara.

-¿Qué cara?- tragó saliva y elevó las cejas en señal de confusión.

-Es la misma que cuando me dijiste que estabas con Verónica. Bueno, la misma no, pareces más relajado- su padre sostenía la mirada firme.

- Está bien. Se llama Gio, es de Siena. La conozco desde hace cuatro meses.

-¿Es de tu edad?

- Está en la universidad, tiene 19 años.

-No tienes término medio, hijo. Me alegro de que seas feliz- le dio unas palmadas en el hombro y pudo respirar tranquilo. -Si es de Siena... podríamos visitarla algún día. No está tan lejos.

-¡Papá! Ya. -dijo Federico elevando la voz y levantándose a jugar con Maman.

Terminó tirado sobre la hierba del jardín, con Spike y Wendy lamiendo su cara y con su sobrina riendo como una loca. Notó el frío de la noche que se avecinaba y entró a la casa.

***
Luca había llegado hacía media hora. Tras desprenderse de sus padres, que no paraban de preguntar por el viaje, se acercó a su hermana pequeña.

-Gio, piccola, ¿Qué tal?- dijo abrazándola.

-Lucaaa. Estoy genial, ¿Y tú?

-Estoy bien también. Creo que deberíamos hablar.

Es cierto que ambos hermanos no se comunicaban muy a menudo por teléfono o WhatsApp, pero cuando se encontraban podían estar horas y horas hablando sobre sus vida.

-¿Qué tal Suiza?- Gio entró en la habitación de Luca y cerró la puerta tras de sí.

-Como siempre, supongo.- comenzó a deshacer la maleta bajo la atenta mirada de su hermana, que se encontraba sentada en el sofá de al lado de la ventana- ¿Y qué tal Florencia?¿Te gusta la universidad y eso?

-Me encanta. Está llena de arte. En la universidad me va genial también.

-Siempre fuiste una artista, pequeña- sonrió amablemente mientras se sentaba frente a ella.

-¿Y tú? ¿Qué tal... todo?- Gio quería preguntarle por su vida sentimental, ya que la última noticia que recibió fue dos años antes.

-He conocido a alguien. Lauren. -miró fijamente a su hermana, sabía que en su interior estaba celebrándolo.

-Lauren...¿Cómo es?

-Es abogada en mi empresa. Es pelirroja, con los ojos color miel. Sus padres son alemanes, pero habla italiano perfectamente.

-¿Y cómo os conocisteis?- Gio se inclinó hacia delante, en señal de atención.

- Un día saliendo de trabajar, me la encontré en la puerta. Estaba diluviando. Le dije que si quería que la llevase a casa y... Ha pasado medio año ya.

-Oh qué bonito y qué caballero, Luca.

-¿Y tú, piccola?- Luca sabía que su hermana ya no era ninguna niña y que con su físico habría conquistado a más de uno en la ciudad de las flores.

-Bueno...he ido al estadio varias veces.

- Eso está bien. La Fiorentina tiene buenos jugadores. Pero me refería a si hay alguien en tu vida.

-Ya, Luca- Gio sintió sus pómulos sonrojarse.- Estoy con Federico Bernardeschi.

-Gio, Lauren existe. Es real. Mira-el moreno sacó su móvil y le mostró una foto de la joven pelirroja.

-Lo mío también- Gio cogió su móvil también y buscó una de las fotos que tenían haciendo el tonto en el sofá. Luca se quedó sin palabras. Federico Bernardeschi, jugador de la Fiorentina, estaba saliendo con su hermanita.

-Y ¿Có-cómo...os conocisteis?- dijo tratando de volver a su ser.

-Estaba por Florencia, tomando un café. Me puse a dibujarlo de un mural que había en la tienda oficial, ni siquiera sabía quién era. Vino por detrás de mí, le di el dibujo con mi instagram y me habló. Y quedamos y todas esas cosas...

-¿Lleváis mucho tiempo?

-Cuatro meses, pero ya conozco a su hermana, su sobrina, sus perros, algunos amigos y a su ex.

-¿La de Gran Hermano?

-La misma.

El silencio se hizo entre los hermanos. Luca trataba de asimilar toda la información. Gio miraba a su hermano. No podría creerse que estuviese tan asombrado. Al fin y al cabo, los futbolistas tenían derecho a enamorarse.

Arte /Federico Bernardeschi/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora