Diciannove

73 9 0
                                    

Tras la puerta que acababa de cerrar, Gio se desplomó. Miles de lágrimas corrían por su cara mientras pensaba en qué cojones tenía Federico en la cabeza. ¿Solo buscaba sexo?¿A caso era tal y como se lo había imaginado el primer día que se acostaron: un mujeriego?. No podía ser, sus propios amigos se lo habían confirmado. No era así, ella sabía que no era así, o eso quería creer. Quería saber qué le pasaba. No le importaba que no hubiera rematado el momento ducha. Ella quería seguir sintiendo su amor, el sexo ya le daba igual. Habían pasado más de 40 minutos desde que Federico se había ido. Llevaba 40 minutos sentada en el suelo, pensando en todo. Secó sus lágrimas con sus manos y se fue a vestir a su habitación mientras pensaba en cómo fingir delante de sus familiares. Realmente no lo habían dejado, no era un adiós, no había habido una ruptura como tal.

Del otro lado de la puerta la situación había sido parecida. Federico había corrido hasta la puerta de la calle. Había vuelto a casa de los abuelos de Gio, al lugar donde había dejado su coche. Una vez en él, resopló, golpeó el volante y se apoyó sobre él. Idiota, eso era. Había hecho llorar a la chica que amaba y todo por una tontería. Se sentía fatal. Respiró hondo, secó sus lágrimas y arrancó. 3 horas casi para pensar en cómo arreglarlo. Sabía que quería a Gio, pero Verónica le había citado en Roma e iba a ir. No entendía los motivos que le llevaban a hacerlo, pero quería ver a su ex. Se planteó si todavía la quería, quizá. Había hecho de él un hombre, le había enseñado muchas cosas entre ellas a amar, pero probablemente no estuvieran destinados a estar juntos. Era nueve años mayor y eso lo complicaba todo. Si algún día quería tener un hijo, quizá ella no podría dárselo y en esos momentos era demasiado pronto para tener uno.              La cara de Gaia al ver regresar el coche de su hermano antes de lo esperado expresó preocupación. Una vez bajó del coche, su cara le dijo todo. Necesitaba un abrazo.

-Fede, ¿qué ha pasado?- el rubio  no quería soltar a su hermana, necesitaba ese tipo de amor para reconfortarse.

-Vamos a darnos un tiempo. Estoy hecho un lío, Gaia- los ojos de Federico comenzaban a enrojecer.

-¿Y eso?¿Estaba con otro?- sujetó la cara de su hermano entre sus manos y limpió unas pequeñas lágrimas que habían dejado su huella en las mejillas de Federico.

-No. Soy yo....- se vino totalmente abajo.

-Ven, vamos dentro. Papá y mamá han ido con Maman al centro. 

Ambos se sentaron el uno frente al otro en la mesa. La mirada de Fede transmitía unas señales equivocadas a Gaia, que no sabía qué sucedía.

-¿Cómo que has sido tú?.

-Sí. Verónica me ha llamado para quedar estos días y he dicho que sí. No sé por qué.

-¿Le has dicho eso a Gio? Porque no creo que sea una buena i...

-No- interrumpió a su hermana.

-¿Entonces?

-Estábamos en la ducha...ya sabes...- no sabía cómo explicarle por gestos a su hermana que estaban manteniendo relaciones sexuales-... y me he venido abajo...

-¡Oh! Lo siento, Fede- Gaia no esperaba eso de su hermano- Eso tiene cura, si te ha dejado por eso no t...

-Gaia, no ha sido por eso- cortó de nuevo el discurso de su hermana.- Estaba pensando en Verónica, en si la quiero, por qué le he dicho que sí...La noche anterior le dije a Gio que la amaba.

-¿Tienes claro algo?- Gaia se frotó las sienes. Realmente su hermano tenía una movida importante entre manos.

-No. Quiero a Gio con toda mi alma, pero quiero ver a Verónica...

-Hagas lo que hagas, yo te apoyaré. Verónica es un amor, la conocemos, Maman la quiere...pero Gio es muy dulce... tú y solo tú las conoces mejor que nadie.

No me conozco ni a mí mismo, pensó Federico mientras asentía por fuera.

********

-Gio, ¿estás bien? Desde que has venido parece que no estás aquí- Luca se sentó junto a su hermana, que veía en la televisión la típica película de Navidad.

-Sí, solo.. Federico se ha ido esta mañana y estaba pensando en qué estará haciendo- No quería decirle a su hermano que estaba sufriendo.

-¿Seguro?- Gio asintió- No me puedo creer que se presentase aquí. Eso es que te quiere mucho. Por cierto, podrías haberle pedido que me firmase el póster de la selección que tengo en el armario.

-No- Estalló, qué sentido tenía mentir a Luca.

-No, ¿qué?- miró contrariado a su hermana.

-Que no. No me quiere y no te va a firmar nada porque no estamos juntos.- una lágrima traviesa se deslizó dibujando la forma de la nariz de Gio.

-¿Qué ha pasado? Pensé que habríais ido a casa a...a tener sexo- remató Luca, un tanto incómodo.

-Y fuimos y todo genial. Ha sido esta mañana y no sé por qué. Estábamos en la ducha y... no se le ha levantado y luego le he preguntado que si había otra y no me ha contestado.

-El que calla, otorga- Luca se rascó la barbilla- ¿Es definitivo?

-Me ha dicho que no era un adiós, me ha besado y le he echado de casa.

-¿Tienes idea de quién puede ser la otra?

-No, solo se que vive en Roma. Pero por lo que sé...será una petarda tatuada que le saca 1.800 años.

-Gio, no deberías preocuparte. Creo que se va a dar cuenta de que te quiere a ti. Sus ojos ayer era lo que nos transmitían a todos... lo estuvimos comentando cuando os fuisteis.

-Luca, soy una estúpida. ¿Cómo he podido pensar que una superestrella del fútbol, joven y guapo, va a serle fiel a alguien? No me esperaba que lo nuestro durara para siempre, pero si me dice que me quiere pues, por lo menos, me espero que dure 24 horas más.

-¿Te dijo que te quería?- las palabras se le atascaron en la garganta antes de decirlas.

-Sí, en la puerta.

-Entonces o te quiere con toda su alma o es todo mentira.

-Gracias, me has dejado como estaba.

Gio subió el volumen de la tele en seña de que quería finalizar la conversación.


Arte /Federico Bernardeschi/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora