-Capitulo X-

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Era más de medio día y por el mar Atlántico iba navegando un pequeño barco, no era grande como el Ragnaraf o el Blue Eyes, pues este no era utilizado para la guerra, pero era lo único que se tenía para hacerle frente a Bakura; su tripulación constaba por cincuenta mujeres y dos hombres.

—Vamos directo a nuestra muerte— decía Anzu, mientras ayudaba al resto de las mujeres a navegar el barco.

—Déjame ver si lo entendí, ¿me estás diciendo que ese tenedor gigante solo funciona si lo usas para la justicia?— decía Seto muy molesto, pues nunca había sido fan de las cosas mágicas.

—Así es, además deben derrotar a Bakura antes de que el sol marque la llegada del siguiente día, de lo contrario no podrán recuperar las almas de sus marineros — dijo Mana, viendo a los dos hombres.

Seto volteó a ver con enojo a Yami, este al sentir la mirada de Seto no hizo más que bajar su vista, pues la verdad quería tomar venganza contra Bakura por lo hecho a sus hombres.

—Majestad, creo que se acerca una tormenta— dijo Mai, apuntando hacia el frente.

Las nubes comenzaron a relampaguear, y justo enfrente se formaba una neblina muy espesa que cubría los horizontes.

Toda la tripulación observaba el fenómeno, un relámpago centelló por toda la neblina mostrando la silueta de una mujer de gran tamaño, al mismo tiempo que se escuchaba la voz femenina por todo el mar.

Sus almas le pertenecerán a la diosa Mistyx

De la neblina salió el Ragnaraf mostrando a los cuatrocientos soldados, mientras era dirigido por Joey; a la izquierda de este hacia su aparición el Blue eyes junto con todos los piratas al mando del pequeño Mokuba; pero eso no era lo terrorífico, justo en medio de ambos barcos, surgió un imponente navío, mucho más grande que el Ragnaraf o el blue eyes, su aspecto de color negro solo causaba la sensación de miedo, sin lugar a dudas el Diamon black era impactante, arriba de él se encontraba Bakura dirigiendo a todos los muertos vivientes que había ido recolectando.

Tres imponentes barcos, los mejores sin lugar a dudas en esas aguas, un ejército de más de setecientos hombres zombificados, todos siguiendo las órdenes de un robador de almas inmortal contra una pequeña flota de cincuenta mujeres, un pirata y un semidiós.

—Seguiremos tus ordenes — dijo Kisara, tocando el hombro de Yami para sacarlo de sus pensamientos.

Yami volteo a ver a las mujeres y a Seto, quien solo asintió para darle seguridad

—Escuchen bien, no importa que pase el día de hoy, pero mañana serán mujeres libres, ya no vivirán en el sufrimiento y la agonía, lo juro por el nombre de mi padre, venceremos para así tener un mejor futuro — Dijo Yami levantando el tridente como señal de lucha, mientras se activaba y lanzaba un rayo dorado hacia el cielo. Las mujeres al observarlo gritaron de júbilo, pues tenían fe en que Yami las liberaría al fin.

—Kisara, necesitamos subir al Diamon Black, Bakura es el objetivo, acabando con él, se termina todo— dijo Yami, dando instrucciones claras a la reina.

—Cuente con ello capitán, distraeremos a Bakura lo más que podamos— dijo la reina, llamando a sus mujeres de más confianza.

El pequeño barco comenzó a avanzar para hacer frente, sin siquiera inmutarse, las mujeres acercaron y cargaron los pequeños cañones, listas para las ordenes del contramaestre.

—Cuanta terquedad por parte de estas mujeres, por ello yo nunca me case — dijo Bakura riendo al ver semejante estupidez por parte de las mujeres, sacó su pistola tirando un disparo al aire, que fue interpretado con suma rapidez por parte de Joey y Mokuba.

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