-Capítulo V-

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Abrí con pesar mis ojos, dolor fue lo que sentí, respire entrecortado, el pecho me ardía, trate de observar alrededor, la habitación estaba oscura, volví a cerrar mis ojos, no podía recordar mucho, todo era tan confuso; mi cuerpo me duele horrible, en especial mi espalda; en ese momento como un balde de agua fría las memorias golpearon cual maremoto mi ser justo directo ¡Ese maldito enano! ¿Cómo se atreve a humillarme de esa manera? Voy a matarlo sin piedad, solo de esa manera podre vengar mi honor.

Abrió nuevamente los ojos para distinguir mejor el entorno donde se encontraba, eso no se parecía en nada a donde lo habían dejado la primera vez, estaba acostado en una cama confortable, noto para su agrado que ya no tenía ataduras en su cuerpo, movió con lentitud sus extremidades estaban aún considerablemente entumecidas, pero el poder moverlas lo reconfortó, ya que no podría llevar a cabo su plan con éxito si tenía algo roto en su cuerpo, intentó incorporarse en varias ocasiones pero el rictus de dolor que lo embargaba solo era comparable como el odio que se acumulaba en su interior hacia el Capitán del barco

Luego de varios intentos fallidos, Seto se levantó despacio, el dolor de la espalda era brutal, dirigió su mirada al otro extremo del camarote, entonces se encontró con la visión perfecta, ahí ante su mirada yacía el capitán Yami dormido, recostado apacible en la cama, boca arriba, tenía una rodilla levantada y una mano sobre su frente; observo hacia todos los lados, y noto que estaban completamente solos, así que no pudo evitar sonreír, ese era el momento adecuado.

—Muy mala idea la tuya miserable enano, ¿Qué acaso no sabes que no debes bajar la guardia cuando tienes un prisionero peligroso? –

Seto tomó un cuchillo que estaba cerca del mueble, levantó la mano que temblaba, su pulso le estaba fallando notablemente, estaba más que decidido a matar a Yami, bajo la mano con gran velocidad y clavó el cuchillo cerca del rostro.

—Sin embargo, pensando mejor las cosas, ¿Para qué darte una muerte rápida y sin dolor, cuando puedo regresarte la humillación que me has causado? ¡Voy a disfrutar esto! – Dijo Seto, cerca de los oídos de Yami, aunque le sorprendió que el capitán no se despertara, al parecer era de sueño pesado. —Ahora te toca a ti aprender cosas maldito enano bastardo-

Seto comenzó a desabrochar la camisa del capitán; con el cuchillo en su mano comenzó a dibujar siluetas en todo su abdomen, realmente deseaba enterrar esa arma en su corazón, pero no había nada más humillante que la violación, además la suave luz de luna hacía resaltar la piel de porcelana que se descubría al retirar esas prendas que lo cubrían.

Observó con curiosidad su cuello palpitante, bajo hasta él para poder mirarlo de cerca, de inmediato por un impulso salvaje comenzó a besarlo de forma devota, sintiendo como un rico aroma emanaba de su cuerpo, eso nubló sus sentidos racionales, haciendo que de su mano cayera inconsciente el cuchillo para que sus yemas tocaran a detalle esa hermosa vista que parecía fuera de este mundo, sus deseos comenzaron a hacerse más grandes, ¿Que tenía ese niño que lo empezaba a atraer de esa manera?, no era la primera vez que tomaba el cuerpo de alguien para su exclusivo placer, pero no recordaba alguna vez haber tenido esa sensación de todas las más gratas compañías que había experimentado.

Era diferente, sus labios pedían con un hambre extraña que devorara el manjar que tenía frente suyo, la lujuria pareciera haber concebido un hijo, ya que no había una explicación de tal deseo carnal, era como si hubiera estado famélico y le ofrecieran un banquete pudiendo degustar los frutos más selectivos del mundo; se sentía perdido en ese placer inmenso, todo juicio racional se había esfumado en la acción; olvido todo dolor corporal, cada pena que en su joven corazón oscuro parecía difuminarse, incluso la memoria de quien era él, no parecía importante, nada importaba, solo el devorarlo por completo.

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