-Capitulo XII-

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—En su reporte me dice, que no trae al asesino Seto, porque en el camino de regreso se topó con el ladrón Bakura, el cual murió, y ahora me pide que le dé el perdón al pirata Seto ya que considera que ha habido una injustica con él, y pide que se le exoneré de las culpas que se han expuesto — decía el concejero del rey, casi burlándose del comandante Yami.

— Se que Seto es un excomandante, también que su misión de traer a Bakura con vida fracaso, además perdió a toda su tripulación en la pelea, pero esa misión ya fue concluida con la muerte de Bakura, por ello pido respetuosamente que se le exoneren todos los cargos en su contra — decía Yami parado firmemente ante el rey y los altos consejeros, que solo lo veían con burla ante lo solicitado.

—Yami Muto, debido a que no acató las órdenes que se le dieron, lo despojo de su puesto de comandante, al no seguir mi mandato lo considero un traidor, y como acto de traición lo sentencio a morir en la horca como sustituto del Pirata Seto, dicha sentencia se llevará dentro de una semana, mientras tanto estará encerrado en los calabazos, sin autorización de visitas — dijo el rey.

Los guardias del rey se acercaron a Yami, despojándolo de las banderas que marcaban su puesto, mientras lo encadenaban de las manos y lo llevaban a los calabozos.

Al salir del salón del rey, Joey observo cómo se llevaban a su mejor amigo, quiso intervenir, pero en ese momento Yami le lanzó una mirada donde le pedía que no lo hiciera; así que con todo el dolor de su corazón tuvo que dejar que se lo llevaran.

—Es una pena que se tenga que perder a uno de los mejores comandantes que se han tenido — dijo el concejero.

—Solo espero que tengas razón, y ese maldito "Demonio de ojos azules" aparezca, dio muerte a mis mejores hombres, lamento mucho sacrificar al comandante Yami, pero si los rumores son ciertos, Seto sin dudarlo vendrá por él, así que tenemos a la carnada perfecta — decía el rey, la verdad no quería matar al comandante, pero los sacrificios siempre eran necesarios para lograr la victoria.

Esa misma noche, Joey se encontraba en la cantina, bebía una copa de Ron, su corazón se encontraba estrujado, con su amigo capturado por el rey, ¿Qué debía hacer?, solo una semana, una semana y Yami moriría, había ido en la tarde para hablar con él en el calabozo, pero los guardias no lo dejaron pasar, ¿Como podría siquiera hacer un plan?, o saber qué es lo que Yami necesitaba.

—Parece que tienes un problema muy fuerte Joey — escucho que le decía una voz infantil que reconoció al instante, así que se giró solo para ver dos sujetos, uno pequeño y uno alto, que estaban tapados con capas que cubrían sus rostros.

El más bajo se acercó hasta él, para que Joey pudiera ver su rostro.

—Mokuba— dijo Joey abrazando al pequeño niño, la verdad le alegraba verlo, así que eso quería decir que la otra persona era...

—Y dime como le fue a su majestad, ¿El rey le creyó? — dijo la otra figura acercándose a Joey, dejando ver unos hermosos ojos azules, mientras se sentaba y pedía una copa de Ron.

Joey bajo la cabeza, sin poder evitar que las lágrimas cayeran por su rostro, Mokuba al verlo, solo lo abrazó con más fuerza acariciando sus cabellos rubios.

—Él fue acusado de traidor y su majestad lo sentencio a la horca, morirá en una semana...hoy quise verlo, pero no me permitieron el paso, hay varios guardias custodiándolo —

—Ya veo...así que piensan usarlo de carnada — dijo Seto muy tranquilamente bebiendo un sorbo de su copa. Joey no supo que contestar, así que solo vio a Seto quien tenía un brillo extraño en su mirada.

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