Mi cuerpo dolía de una forma desagradable, a la vez que familiar. Empezaba como un dolor en la espalda, casi en la zona de la cadera, y era el más claro indicador de que, al menos por cinco días, el blanco seria reemplazado. Pues si, mi período estaba a la vuelta de la esquina. Hasta sentir ese dolor, no se me había ocurrido pensar en él, o en el baño. No había caído en la cuenta de que en aquél lugar no había una ducha, y sin embargo yo siempre estaba limpia. Aquello hizo que se me pusiera la piel de gallina. ¿Acaso me sedaban más a menudo de lo que creía? Ya era escalofriante imaginar que estaba a su merced, pero hasta ese momento me había creído un poco dueña de mi cuerpo y de ciertas libertades. Estaba claro que todo había sido una estúpida ilusión de mi parte.
Miré a aquél rincón al que había decidido convertir en el receptor de mis palabras.
—Doctor, durante cinco días mi cuerpo va a sustituir el blanco por el rojo. Quiero un baño con ducha para mi solita. Hasta ahora no había caído en la cuenta de que mi baño sólo tiene un inodoro.
Luego de eso, volví a la cama, donde me tapé y me acurruqué para dormir. Dormiría con gusto esos cinco días si pudiera.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2018 ⏰

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