Los recuerdos se borran con facilidad, es por eso que los escribo. No me importa si al despertar las hojas están en blanco nuevamente, alguien las habrá recogido para analizar su contenido, y mi recuerdo pasará entonces a alguien más.
Con parsimonia y delicadeza, tomo por primera vez en bastante tiempo una lapicera de color azul. Es un bolígrafo común y corriente, pero el hecho de que no sea blanco es todo un avance.
Rememoro aquella experiencia frente al espejo y anoto todo lo que recuerdo con el mayor detalle posible.
No tengo idea de dónde estoy, ni de cómo llegué aquí. Sólo sé que cada vez que necesitan trasladarme, ponen sedantes en mi comida. No he visto a otro humano desde que todo esto empezó. ¿Serán ellos quienes me tienen? ¿O tal vez el mundo se acabó y es otra raza la que ahora experimenta conmigo? No, eso sería muy iluso de mi parte. Estas instalaciones están hechas por humanos, para humanos. Sólo nuestra raza puede ser tan cruel. Peores cosas se han hecho 'en nombre de la ciencia', o 'en nombre de Dios'. ¿Qué son unas cuantas vidas cuando el resultado es que puedan salvarse miles? ¿Qué más da atormentar a un par de 'locos' cuando nadie más quiere hacerse cargo de ello?
—¿Qué más da deshacerse de la basura de un modo o de otro? Si nadie nos quería allá, entonces a nadie le importa lo que nos pase aquí. Todo lo que les interesa saber es que ya no somos su problema.
Hablar en voz alta me relaja tanto...
—Supongo que tienen permiso para hacer con nosotros lo que les plazca. Y sí, estoy segura de que somos más de uno. Sea lo que sea que están intentando probar, me juego el cuello a que somos diez o más. Pero ¿Sabes una cosa, querido... Doctor? No soy como tus otros pacientes. Estoy en el ligar equivocado, y no voy a servirte. Mi mente es más fuerte que unos cuantos trucos psicológicos.
Hablaba mientras giraba mi vista por toda la habitación, y seguí girando hasta que mi vista se posó en algo. Un pequeño objeto brillante en una de las esquinas. No sabia qué era, bien podía ser una cámara, un micrófono o un simple desperfecto en las instalaciones. Sin embargo, tener un lugar al que mirar y una persona a la que dirigirme, me hacia sentir más cuerda que nunca. Aquello del doctor era sólo una hipótesis basada, un poco, en la estadística; y un poco en las series que recordaba haber visto. La persona a cargo solía ser alguien a quien llamaban doctor o doctora.
—Más te vale ponerte cómodo, doctor, porque pienso contarte una historia.

[En Blanco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora