Me encontraba en el instituto, la clase se me era cada vez mas aburrida, y aun faltaban unos 10 minutos para que el timbre del receso sonase.
Mi brazo arde a causa de los cortes de la noche anterior y las voces en mi cabeza cada vez gritan más fuerte. El asiento que esta a mi lado, el cual siempre se encuentra vacio, hoy estaba ocupado. Me gire para ver quien se había sentado en aquella silla, ahogue un grito al ver de quien se trataba, aquella sombre la cual siempre interrumpía en mi habitación por las noches, quien aparecía en mis pesadillas, se encontraba sentada al lado mío. En el momento en que la vi supe que era mi perdición, ella nunca aparecía así de la nada y menos e día (por lo menos esta en especial), este era mi fin.
Agarre mi mochila con desesperación, atravesé aquella sombra que tanto me torturaba y salí del aula cual alma que lleva el diablo. Podía escuchar los murmullos de mis compañeros y los gritos de mi profesora llamándome, pero les reste importancia. Me adentre a uno de los tantos baños que había en el instituto, este era el menos concurrido, y me recargue sobre la pared mientras mis lágrimas descendían sobre mis mejillas.
Narrador Omnisciente
El timbre del receso ya había sonado pero nadie había entrado al baño, mejor para ella así no tenia que escuchar los estúpidos intentos de preocupación de las chicas del instituto.
El llanto no cesaba al igual que los gritos de las voces en su cabeza. Harta de todo, se seco las lágrimas y saco de su mochila su útil navaja. Se remango la manga de aquel sweater azul, que era parte de su uniforme, e hizo un tajo del largo de su codo hasta su muñeca. La sangre salía en buena cantidad pero no tanta como para matarla, en su cabeza paso el pensamiento de dejar un mensaje y as fue como lo hizo.
Usando su dedo como lápiz y su sangre como tinta, escribió en el espejo de aquel baño esa frase que tanto le gustaba
“Si muero no me extrañen porque si viva no lo hicieron, muerta ya no importa”
Luego de escribirlo en el espejo, se volvió hacia su mochila. Agarro de su mochila sus tijeras y se volvió a ver en el espejo, odiaba todo de si misma, no había parte de su cuerpo que ella no odiase. Tomo uno de los mechones de su largo cabello y lo corto hasta por debajo de su oreja, las lágrimas mojaban sus mejillas y caían sobre sus pechos mojándolos. Repitió aquella acción hasta dejar su cabellera larga hasta la cintura, ahora a la altura de sus orejas y con un corte horriblemente desprolijo.
La imagen que le devolvía el espejo era peor que la anterior, su rostro empapado a causa de sus lágrimas, su castaña cabella ahora corta desprolijamente y su brazo izquierdo al descubierto mostrando semejante corte que atravesaba los de la noche anterior. Daba lastima de solo verla, ella estaba destrozada y como había predicho una de su sombras este era su fin.
Nuevamente agarro la navaja pero esta vez la posiciono sobre su cuello, hizo un tajo sobre este bastante profundo, la sangre decencia desde su cuello pasando por el espacio de sus pechos hasta su estomago manchando su uniforme. Cada vez se encontraba más débil y el dolor que le provocaban los cortes ya no le afectaba, el psicológico que le causaban sus voces era mucho peor.
Con la navaja rompió sus medias largas dejando al descubierto sus muslos. Se levanto la pollera e hizo unos enormes tajos sobre sus muslos y abriendo algún mas viejos. Ahora sus piernas también se encontraban llenas de sangre.
Se vio por última vez al espejo con ganas de vomitar para luego caer de rodillas al piso por la falta de fuerzas en sus piernas. Ahogo un grito por el dolor de sus rodillas frente al impacto.
Decidió que ya era hora de acabar con todo de una buena vez. Se saco su sweater azul y luego su camisa blanca, la cual se encontraba roja a causa de la sangre que provenía de su cuello, quedándose solamente en sujetador mostrando todo su abdomen rojo.
Gateando se dirigió hacia donde se encontraba su mochila y saco aquel cuchillo de caza que le había robado a su padre por si alguna vez el suicidio se le pasara por la cabeza como una solución a sus problemas como ahora. Se posiciono de rodillas como había caído anterior mente y con sus dos manos agarro el cuchillo. Tomo aire por ultima vez y dirigió el cuchillo ferozmente sobre su pecho izquierdo, apuñalando su corazón y terminando con su guerra interior. Sintió como las voces iban disminuyendo sus risas y criticas hasta que todo se volvió silencioso y negro para ella.
Lo que nadie va a saber es que todo lo que hizo fueron órdenes, órdenes de las voces en su cabeza, voces que alguna vez pertenecieron a sus seres queridos.