CAPÍTULO 11

3 0 0
                                    


—Lo... lo siento Laila.— Ian volteo la mirada.

—No, yo lo siento, Ian.— Lo obligue a que me mirara.— Es...

—Extraño, lo se.— Me dió una pequeña sonrisa.— No te preocupes... no es el momento.

Seguimos caminando por un rato hasta que llegamos a la fogata. Lo vi sentado en una rama de un árbol.

—Thiago.— Dije lo suficiente fuerte para que escuchara.

Volteo a verme extrañado y de un salto estuvo enfrente de nosotros.

—¿Qué haces aquí?— Pregunto, buscando algo.

—Hay nuevas noticias.— Se apresuró a decir Ian.

Después de que les contara a ambos las indicaciones que me había dado Tsuke y enseñado la capsula se quedaron en silencio durante un largo rato.

—¿Cómo llevaremos a más de veinte personas hasta unas montañas que ni siquiera sabemos dónde están?— Thiago rompió el silencio que hasta ese momento nos embargaba a todos.

—No estamos contando los demás refugiados... estaremos pasando por dos refugios...— Ian se quedó mirando a la nada.— Incluso si pudiéramos llegar a tiempo cuanto tiempo podríamos mantener a tanta gente, la falta de agua y comida...

—Ya pensaremos en algo.— Me había planteado esas mismas preguntas una y otra vez.— Tenemos que llegar a la cascada y salir antes del amanecer.— Los miré— No tenemos mucho tiempo. Concentremonos en una tarea a la vez.

—Tienes razón, pequeña.— Expresó Thiago.— Empecemos a caminar que quedan cinco horas para que amanezca y tenemos dos para llegar.

Caminamos a paso medio debido a que Ian y yo habíamos hecho una carrera para llegar con Thiago y nos dejó agotados, teníamos que guardar energías para la próxima caminata.

—¿Cuál es tu historia?— Pregunte a Thiago.

—¿Mi historia?— Pregunto divertido.

—Sí, ya sabes... cómo llegaste al refugio y eso.

Rió.

— Bueno, pues... mi familia y yo vivíamos en la ciudad de Málaga, España,pero nos fuimos de viaje.— Suspiró — En fin, estábamos mi familia y yo acampando en el bosque de la Sierra de Francia, Salamanca, fuimos de viaje en familia. Era noche y oímos explosiones lejanas y nos dimos cuenta que algo no iba bien, al amanecer fuimos a La Alberca, que es el poblado más cercano, descubrimos que ya no había nadie, asustados y confundidos por lo sucedido nos metimos en el bosque de nuevo y no salimos hasta que en una radio que llevábamos dieron aviso de los diferentes grupos de rescate... muchas veces nos enfrentamos a los Akumas, igual que todos sufrimos hambre y sed pero logramos superar todo eso y nos hicimos buenos cazadores.— Me miro.— La que más sufrió fue mi hermana Sayah.— Se tocó el pecho.— De corazón, gracias.

—¿Por qué?— Pregunte confundida.

—Por salvarla, cuidarla y traerla contigo.

—De nada, estoy segura que ustedes hubieran hecho lo mismo por mí u otra persona.— Él me sonrio y asintio.— Disculpa que te diga esto pero... me dijo tu hermana que andabas con otro grupo de guerreros.— No era del todo cierto... pero esperaba que de la poca informacion que tenia sacara otra poca.

—¿Te dijo eso?— Pregunto frunciendo el ceño.

—No precisamente así.— Confesé.

—Mi grupo se dividió para reorganizarnos y poder salvar el refugio donde nos encontramos... habíamos más, de hecho mi amigo Caleb estaba ahí también— Abrí muchos los ojos al escucharlo decir eso.— Supongo que no deben estar muy lejos.— Me miró— ¿Estas bien?

AKUMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora