CAPÍTULO 5

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Cuando me desperté Ian tenía sus brazos alrededor de mí y tenía su frente recargada en mi nuca, no quería despertarlo pero tenía que hacerlo mis necesidades físicas me estaban llamando.

—Ian... Ian— No se despertaba, estaba como un tronco— Ian ya es hora de despertarse— Levanto un poco su cabeza y empezó abrir los ojos. — Buenos días.

—Buenos días— Ian quito sus manos alrededor mí algo ruborizado— Lo siento, era para que no te calleras del árbol. — Bajo su mirada y por un momento me pareció tierno.

—Buenos días y...gracias. — Sonreí.

—Laila ¿pero qué?— Miro horrorizado mi cuello y puso una mano en él, examinándolo.

—Me quisieron ahorcar ayer ¿no recuerdas?— Cerré los ojos ante el dolor.

—Lo se... y no solo eso sin mal no recuerdo. — Su mirada se oscureció.

—Yo... Gracias por lo de ayer. — Tome su mano de mi cuello y le di un pequeño apretón dejándola en su pierna.

—No fue nada y lo sabes, Laila. — Se puso serio... de nuevo.

—Aun así, gracias.

—Bueno, deberíamos de buscar un poco de comida ya que aquellos grandulones se quedaron con todas nuestras provisiones— Me tendió su mano. — Ven te ayudare a bajarte.

—Puedo sola. — Y comencé a bajar. — ¿Crees que estén cerca?

—Probablemente estén en el lugar donde teníamos la fogata. — Dijo.

—Iremos a recuperar nuestras cosas ¿verdad?

Me miro con mala cara.

— Ayer casi te matan Laila y aun así ¿quieres ir a ponerte para que terminen de hacerlo?

—¡Necesitamos nuestras cosas!, Además ellos tienen nuestras armas, no tenemos como defendernos excepto por mi pequeña cuchilla.

Se quedó callado por un momento recargándose en el tronco. Cerró los ojos.

—Está bien. Vamos pero tendremos que ser muy cuidadosos. Pero antes busquemos algo para comer....

Caminando durante un rato encontramos algunas bayas y llegamos a un pequeño riachuelo donde había pescados, los cocinamos en una fogata y reposamos la comida.

—Ya hacia bastante hambre. ¿No crees?— Pregunto él.

—Sí. — Conteste

—Laila...— Bajo la mirada. — Siento mi comportamiento de este tiempo.

—Eso es nuevo en ti... el pedir una disculpa. — Lo mire extrañada.

—Es en serio... me porte mal contigo sin ninguna razón. Bueno si la hay, pero no es por tu culpa. — bajo la mirada

—Y ¿Cuál es la razón?— pregunte.

Me miro con una mueca de sonrisa.

—¿Te acuerdas que te conté que conocí a unas personas que me enviaron al refugio T.U y que fueron importantes para mí?

—Sí, fue el día que con conocimos. Me contaste sobre tu familia y así... pero fue todo muy... General.

—Sí — Suspiró— Pues entre esas personas había... alguien especial, tú sabes. Nos enamoramos y planeábamos pasar el resto de nuestra vida juntos. Pensaba que al salir de aquí del entrenamiento podría darle una buena vida y "vivir felices por siempre"— Rió con melancolía. — Suena tonto lo sé.

—No, no es tonto. Es la vida que cualquiera quisiera tener. — sonreí— antes de que hubiera esta guerra.

Me miró.

— Ahí está el problema y el centro de mis problemas — Suspiró— Antes de trasladarnos aquí y tomar la decisión de hacerme el examen, ella falleció junto con toda su familia. Mientas yo me fui a buscar comida, los Akumas atacaron nuestro refugio y mataron a muchas familias, los únicos sobrevivientes fuimos los que estábamos cazando — Arrugo la frente — Cuando llegamos fue... como si todo mi paraíso, mi razón de vivir, se esfumara. Cuando la vi tirada en el piso sin vida no quise seguir más. Pero sentía tanto coraje que quise prepararme para acabar con esos monstros.— Me miro.— Y ahí entras tú.

—¿Yo?— Lo mire sorprendida.— ¿Yo que tengo que ver en tu historia?

—Cuando te conocí vi la mirada de ella, de Esther... y bueno...— Se ruborizo.— Fue tan fácil encariñarse de alguien como tú— Rió bajando la mirada.— Luego, el día que casi te mata ese Akuma por defenderme me recordó la fragilidad de la vida y que si decides encariñarte a alguien... también decides irte al mismo infierno por eso.

—Ya. — Dije apenas audiblemente.

—Tú... no tenías la culpa de mis fantasmas y me desquite contigo. Lo siento.

—En eso tienes razón... pero bueno ambos subimos a este barco con mucha carga encima...solo... hay que saber vivir con ello— mire al suelo. Que si había venido a este lugar con carga bastante pesada... creo que lo más difícil para un ser humano es dejar atrás aquellos a quienes amas... o en mi caso a él.

—¿Cómo se llamaba?— dijo levantando una ceja como si pudiera leerme la mente.

Sonreí.

— ¿Importa?

Se encogió de hombros.

— Solo si te importa a ti.

—Caleb, su nombre era Caleb. — Se me cristalizaron los ojos.

—Te escucho...— Insistió.

Lo mire con media sonrisa.

— Era mi novio, teníamos dos años juntos él era tres años mayor que yo.— Suspire.— Cuando escapamos del pueblo mi familia y yo, alcance a mandarle un mensaje para decirle que lo esperábamos en un lago cerca del pueblo. Él, era huérfano y no tenía a nadie más que a nosotros... cuando estábamos en el lago, vi como uno de los Akumas lo arrastraba hasta lo profundo del bosque— Baje la mirada.— Aun podía escuchar sus gritos. Desde entonces no puedo sacarme eso de la cabeza. Él lo era todo para mi, era y soy muy joven para pensar pasar toda una vida con alguien, pero para mí él era ese alguien, no pensaba casarme con él en un futuro cercano, pero sin duda cuando miraba mi camino lo veía a él a mi lado. Era de esas personas que parecian rudas pero tenian el corazon mas bondadoso del mundo.—  Sonreí al recodar como me hacia sentir, tan protegida, amada... inmensamente feliz.

—Lo siento...— Tomo mi mano. — Bien, por el momento solo nos tenemos uno al otro... así que espero me cuides la espalda como yo lo hare contigo.

—¿Acaso no lo he hecho en este tiempo?— Pregunte.

—Sí... y gracias. —Quite su mano de la mía y me levante.

—Tenemos que ir a recuperar nuestras cosas para poder seguir y limpiar este lugar.

—Tienes razón... tenemos que acabar con ese par. — Dijo sonriendo.

AKUMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora