EPÍLOGO

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Abrí lentamente los ojos, una luz cegadora no me permitía abrirlos completamente. Pronto un olor a cloro, desinfectante y enfermedad inundo mis fosas nasales. Abrí los ojos y tal como lo imaginaba, estaba en una habitación luminosa, un pitido sonaba a mi lado izquierdo, vi una bolsa de suero, luego miré mis piernas... estaban cubiertas con una sábana blanca.

—Despertaste, linda.— Movi mis ojos hacia ese lado encontrando a una enfermera apuntando algo en una libreta.

Mi cuerpo se sentia como dormido, pero conforme iban pasando los minutos pude mover una parte de arriba de mi cuerpo.

—¿Dónde estoy?— Susurre con voz ronca, la sequedad quemaba mi garganta. Mi mente queria recordar algo, pero cada vez que queria un horrible dolor de cabeza aparecia. Nada se sentia normal, me esforce a seguir el hilo de lo que mi mente empezaba a maquinar, arrugue mi frente... no comprendía nada.

—En un hospital querida, tú y tu familia tuvieron un accidente.— Tocó mi brazo y aparecio en su cara una mueca.

Un... un accidente ¿porque no recuerdo nada?

—¿Dónde están ellos? ¿Quién iba en el coche? ¿Estan bien?— Hice el intento de ponerme de sentarme bien pero la enfermera me detuvo.

—Estuviste un par de meses  en coma querida.— Me miró con nostalgia.— Tus padres y tus hermanos...— Me miró con tristeza y lo comprendí todo.— Murieron en el accidente.— Sus palabras me impactaron, no podía creer que estaba sola... sola en la vida. Comencé a llorar y a sollozar agarrada de la almohada, me dolía el pecho como si me lo hubieran arrancado.

—¿Porque?— Dije a nadie en específico con voz entrecortada. — ¿A donde ibamos? ¿Porque solo yo? ¿Habrian llamado a la abuela? ¿Donde estaba ella? ¿Iria con nosotros?- Repasaba esas preguntas en mi cabeza mientras trataba de quitarme la aguja de mi mano, la enfermera forcejeaba conmigo y me decia que no lo hiciera, pero tenia que hacer algo, tenia que estar segura de que fueran ellos. Tenia que...

—Laila— Esa voz... miré hacia la puerta y lo vi, estaba en bata y con el cabello alborotado. Se acercó a mí muy despacio y me abrazó. Sollocé en su hombro, aspirando su natural aroma, no recuerdo cuánto tiempo pasó cuando alce mi mirada y vi sus ojos. Él estaba sufriendo igual que yo, amaba a mis hermanos como yo, mis padres eran casi los suyos... era obvio que si viajabamos él iria con nosotros. Estaba vivo, Caleb estaba vivo.

—Se fueron... Me dejaron sola.— Él negó.

—Yo estoy contigo. Siempre lo estaré.— Afirmo con seguridad.

En los siguientes días Caleb me comentó que le habían dicho que él iba con nosotros en el vehículo, y que al colisionar, ambos salimos del carro y por eso logramos sobrevivir, aunque las lesiones que habíamos tenido nos habían dejado en coma. Aun no nos habian dicho completamente donde nos encontrabamos, nos daban largas y no me cuadraba nada, no recuerdo que hubiéramos estado viajando... no estábamos en mi ciudad, eso era evidente. Pero algo seguía rondando por mi cabeza... un extraño sueño donde mis hermanos aún seguían con vida... un chico... creo que se llamaba... no puedo recordar, y otros amigos luchábamos contra algo... días antes había hablado con la psicóloga del hospital sobre mi sueño... me dijo que era normal en personas que habíamos pasado tanto en coma pero no me la creía.

—Bueno días, Laila.— La enfermera entró en la habitación, revisó mi suero y signos vitales.— Estas perfecta.

—Gracias.— Luego repentinamente una palabra se me vino a la mente.— Akuma.

La enfermera se tensó.

— ¿Disculpa?

—Akuma.— Me recordé despidiéndome de mis hermanos y una niña pequeña. Me gire y pequeños flash pasaron por mi mente en un segundo.

—¿Qué es eso?— Preguntó fingiendo entretenerse con algo en su libreta.

—¿Un monstruo tal vez?.— La miré a los ojos, retandola.

Sonrió.

— Suelen existir en nuestra mente.— Me miró directamente a los ojos, y creí ver algo diferente en ellos... de hecho, lo vi.



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